lunes, 20 de agosto de 2012

DESARROLLAR EL SUR*


Cuando todas las miradas políticas están sobre Cajamarca y Conga, es bueno recordar que la zona más movida del Perú en los últimos años ha sido el sur. Cuando Alejandro Toledo inició la Interoceánica Sur, luego concluida en el gobierno de Alan García, empezó a cambiar la sicología en esta importante zona. Hoy, por ejemplo, Arequipa es la ciudad más pujante del país, a pesar de que sus sucesivos gobiernos municipales y regionales no han sido modelos de apoyo al empresariado.

Existe en este momento una gran oportunidad de consolidar la estabilidad y el progreso económico en el sur del Perú. El gasoducto prometido en la campaña presidencial del año pasado, que iría desde Camisea, pasando por Cusco, Juliaca/Puno y Arequipa y terminaría en la costa sur, probablemente en Ilo, es esa oportunidad. Lamentablemente en una confusión entre técnicos y políticos se está a punto de desechar esta gran oportunidad. Esto sería un grave error, porque eliminaría la posibilidad de masificar el gas en importantes zonas del país, culminando en un polo industrial-petroquímico en la costa sur. Ahora se habla de llevar más gas a Pisco y de ahí hacer un tubo por la Costa hasta Ilo, de esa manera evitando las ciudades del sur.

Hay que poner los pies en la tierra y entender qué cosa está detrás de esta posible decisión:
No haría ningún sentido promover un polo petroquímico en Ilo si el gas va a llegar a Pisco, donde sería más lógico en ese caso poner este complejo industrial. Se estaría promoviendo más centralización alrededor de Lima.

Algunos sectores del gobierno han promovido que Petroperú participe en el proyecto de gas en el sur con capital propio. Estos serían recursos de todos los contribuyentes del Perú. No es necesario ese aporte, pero sí se requiere algún tipo de garantía institucional que el ducto Camisea-Cusco-Juliaca-Arequipa-Ilo tenga suficiente tráfico inicial, como se hizo para el ducto de Camisea a Lima, con la llamada "garantía de red principal".

El ducto por la Sierra ha sido una iniciativa privada de una empresa que luego fue adquirida por una importante constructora brasilera, que a su vez, es dueña de una de las empresas petroquímicas más grandes del hemisferio. Rechazar unilateralmente a este grupo conlleva el serio peligro de que la idea de la petroquímica se quede como un sueño irrealizable.

Hay confusión y diversos puntos de vista, pero hay algunas cosas claras: obviamente no puede haber ducto antes de que se certifiquen más reservas de gas en el área de Camisea; también obviamente, saltarse a la garrocha las grandes ciudades del sur sería un triste error, no sólo económicamente sino también políticamente. Además se estaría dando el mensaje que al gobierno no le interesa promover las grandes obras que harán que el Perú progrese.

También en el sur se habla desde hace años de traer más agua a la zona de Arequipa a través de la siguiente etapa del proyecto de Majes, el cual incluye dos grandes hidroeléctricas, de las cuales también se habla hace décadas. La idea promovida en el Cusco de que el agua que fluye de los volcanes de Arequipa debe ir sólo hacia el río Apurímac y de ahí al Amazonas, sin ninguna desviación hacia Arequipa, no tiene asidero ni técnico ni práctico. Vivimos en un solo país llamado el Perú. No vivimos en la república del Cusco ni la república de Arequipa. Las regiones tienen que colaborar entre ellas. De otra manera seremos una mera colección de localidades sin un propósito nacional. Por eso hay que tener una visión integral del desarrollo del Perú, y en este caso del futuro del sur del Perú.

* Publicado el día 19 de agosto de 2012 en el diario Correo (La Columna de PPK)

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