miércoles, 17 de octubre de 2018

POR EL FORTALECIMIENTO DE PETROPERÚ S.A.


RECORDANDO SIEMPRE EL 9 DE OCTUBRE

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Bajo los vientos del nacionalismo como doctrina que sacudía al tercer mundo,  el 3 de octubre de 1968 se dio un golpe de estado en el Perú, y se estableció la Junta Militar de Gobierno de las Fuerzas Armadas bajo el mando del general Juan Velasco Alvarado. Un líder militar que transcurridos 50 años sigue suscitando odio, encono, resentimientos, críticas. Es más, hay quienes sostienen que el atraso del país se debe a dicho experimento social que levantó el principio: “Ni capitalismo ni comunismo”

Una de sus primeras acciones fue tomar por sorpresa las instalaciones de la IPC en Talara seis días después, el llamado símbolo de la presencia imperialista en nuestro país, dando lugar al nacimiento de la empresa Petróleos del Perú S.A., cuya partida de nacimiento fue la fusión de los activos de la IPC con  la empresa Petrolera Fiscal (EPF).

Este fue el punto de partida de la petrolera estatal que desde 1969 hasta hoy constituye un símbolo de la peruanidad a pesar de la irracional descapitalización a la que fue sometida en el primer gobierno aprista, para ser rematadas a precio vil las principales unidades, lotes, refinerías, y filiales en el proceso privatizador puesto en práctica por el fujimorismo en la década de los noventa del siglo pasado.

Por ello, en el pasado el  9 de octubre se celebraba como el día de la “Dignidad Nacional”, siendo un feriado a nivel nacional, para luego ser limitado al ámbito regional de Piura. Así, de la dignidad nacional se pasó “sin pena ni gloria” al día feriado regional, reconociendo el aporte del trabajador petrolero. Por ello, Talara sigue siendo un símbolo a pesar del discurso liberal.

Del “golpe de estado” de 1968 a la fecha han pasado cincuenta años, y todavía el régimen militar de la primera fase suscita los más encendidos odios de parte de la extrema derecha. Los epítetos hacia el personaje central como el general Juan Velasco Alvarado son variados y van desde resentido social, hasta ser considerado  un extremista que pretendía establecer un régimen comunista; haciendo posible una reforma agraria, que fomentaba el odio social, con la célebre frase de “campesino el patrón ya no comerá más de tu pan”, “la tierra es para quien la trabaja”.

En verdad, un análisis más objetivo aceptaría como punto de partida la necesidad histórica del golpe militar por una serie de factores que paradójicamente en parte  se repiten en el presente. Por un lado, una crisis económica expresada en un déficit de la balanza de pagos, que dio lugar a una traumática devaluación del sol frente al dólar, que generó presiones inflacionarias, pues había que disponer de más soles para comprar el mismo dólar. Ello en especial afectó a las clases medias y populares.

Sin embargo, más grave que los problemas económicos era la crisis política que se experimentaba con un congreso dominado por la alianza Apra-UNO del general Odría, que desde el Congreso de la República petardeaba el gobierno del Arq. Belaunde Terry que tenía como aliado al partido de la democracia cristiana. Crisis política que llegó a su máxima expresión con la pérdida de Página Once, donde se exponían los arreglos bajo la mesa con la IPC.

Si a ello se agregan los altos niveles de corrupción, el masivo contrabando, las protestas sociales por mejores salarios y sobre todo los movimientos campesinos en el sur y centro, que aspiraban a una modernización de las relaciones agrícolas, superando las relaciones semiserviles que se arrastraban como herencia colonial.

Tal vez el factor detonante más que la Página Once en los acuerdos del gobierno en el asunto de la Internacional Petroleum Company (IPC) era la certidumbre de los altos mandos del ejército del peligro social de una reproducción de las guerrillas inspiradas en la Revolución Cubana. El peligro comunista era una obsesión en los altos cuadros castrenses y en la inteligencia militar norteamericana.

Es más, en el pasado cercano estaba abril de 1952, cuando el MNR, el Movimiento Nacional Revolucionario de Bolivia había derrotado al ejército profesional en las calles de La Paz, en una alianza obrero/campesina, si bien hacia 1968 tales experiencias movimientistas habían demostrado las limitaciones de las revoluciones sociales dirigidas por la pequeña burguesía, y de las nacionalizaciones, expropiaciones, que estaban a la orden del día en América Latina.

Tal vez la afirmación que refleja con una mayor certidumbre el contenido de la revolución de los militares fue expresada por el general Ernesto Montagne, presidente del Consejo de Ministros, y hombre fuerte del régimen, cuando reconocía la necesidad de los cambios de “arriba hacia abajo” de lo contrario había el peligro de una revolución social, por las múltiples contradicciones que sacudían a la sociedad peruana, que vivía la agonía, la “crisis del estado oligárquico”

REFORMA PROGRESISTA

En tal sentido, una reforma central desde el punto de vista económico y político fue la nacionalización de los hidrocarburos que en ese entonces estaba bajo el control de la IPC que en el norte del país imponía una “economía de enclave”, donde la producción de crudo era básicamente para satisfacer el mercado interno.

Es más, la IPC era una empresa que hacia finales de la década de los años sesenta del siglo pasado tenía problemas económicos, y si bien usufructuaba los campos petrolíferos de Talara, con rendimientos decrecientes, pues a nivel internacional para su matriz la Standard Oil resultaba de mayor interés la explotación de los campos de Venezuela, Arabia Saudita.

Siempre hemos sostenido que si existiera una clase dirigente en el Perú con una visión nacional de desarrollo, sería la principal interesada en el fortalecimiento de la petrolera estatal. Tal como existe en Chile o en Colombia, por no señalar Corea del Sur, Noruega, Rusia, Arabia y tantos otros países que tienen poderosas empresas petroleras estatales.

Por ello, la evidencia histórica expresa que más del 75 % de las reservas y producción de hidrocarburos sea petróleo, gas natural o líquidos de gas natural, en el mundo están bajo responsabilidad estatal, por estrictas razones de seguridad energética, y rentabilidad como fuente de acumulación interna.

NACIONALIZACIÓN A LA BOLIVIANA

Un caso emblemático de la soberanía del estado sobre los recursos hidrocarburíferos lo constituye Bolivia con su dirigente histórico Evo Morales. Donde desde el 2006 a la fecha se han invertido los términos de participación del estado en la riqueza generada.

Así, en Bolivia antes de las reformas el estado participaba con el 22 % de la riqueza y las empresas privadas (Repsol, Pluspetrol, British Petroleum, Shell etc.) captaban el 78 % de la misma. Esta realidad cambió con la nacionalización de los hidrocarburos a la boliviana.

Ahora el estado participa a través de su petrolera estatal Yacimientos Fiscales Bolivianos (YFB) con el 78 % de la riqueza producida y las empresas petroleras acceden al 22 %, y no se han retirado del negocio. Ello significa que a pesar de dicha participación siguen obteniendo importantes utilidades.

Con esta nacionalización a la boliviana el estado no solamente a recuperado la soberanía sobre dicha riqueza sino que ha incrementado los precios del gas de exportación hacia Brasil y Argentina, aumentando los ingresos fiscales lo que ha permitido financiar los programas sociales.

Al mismo tiempo en el país altiplánico se verifica una masificación de la cultura del gas satisfaciendo la demanda interna, con más de 2 millones de usuarios, apostando también por una petroquímica básica que le permite la producción de urea para satisfacer el mercado interno y las necesidades de los países vecinos entre ellos el Perú, que tienen que importar este fertilizante de la república ucraniana.

PETROPERÚ: FUENTE DE NEGOCIOS PRIVADOS

En cambio, en el Perú se trasfirieron lotes petroleros a precios de remate, lo que ha permitido la valorización y capitalización de las empresas privadas que se han internacionalizado y fortalecido con los recursos energéticos de nuestro país.

Así, por ejemplo la empresa Pluspetrol con la privatización del lote 8/8X a mediados del 1996, y posteriormente con el lote 1-AB (2001) generó los excedentes para financiar su participación del 27.2 por ciento en el Consorcio de Camisea en el  lote 88  (2004) y lote 56 (2008), sin mayor riesgo, pues las reservas de gas natural y condensados habían sido descubiertas en 1984 por la angloholandesa Shell.

En el mismo sentido, los hidrocarburos que alguna vez fueron de PetroPerú han permitido la valorización y crecimiento económico del empresarial a Graña y Montero Petrolera que hoy detenta los lotes I, III, IV, V sin mayor riesgo exploratorio.

Ello explica, la necesidad de hacer un balance nacional sobre la presencia del estado en el sector de hidrocarburos, en especial a partir de las consecuencias económicas de tener una refinería modernizada y rentable como la Refinería de Talara que a partir del 2021 procesará combustibles limpios para el país. De allí la necesidad de apostar por el fortalecimiento de PetroPerú por medio de la integración vertical de sus operaciones, con lotes propios de producción de crudo ante el evidente fracaso de la privatización en el sector de hidrocarburos.


BAJO EL OPROBIO CON LA NUEVA LEY DE HIDROCARBUROS


NEGOCIANDO CON RODILLERAS CONTRA EL PERÚ

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Está en agenda del pleno del Congreso de la República, el  texto sustitutorio aprobado en la Comisión de Energía y Minas de lo que seria una Nueva Ley de Hidrocarburos (NLH) cuya esencia lobista radica en la indebida extensión por treinta años más a las empresas que tienen actualmente contratos de explotación próximos a su vencimiento. La excusa es la de siempre: Promover la inversión privada para elevar la producción.

Así, la mayoría de contratos en esta situación se ubican en Piura tales como los contratos por el lote Z-2B en el Zócalo Continental actualmente operado por el Consorcio Savia que en el 2009 pagó oficialmente US $ 900 millones por la transferencia contractual por este lote y otros lotes de exploración.

En el caso del lote Z-2B si las reservas en el subsuelo eran y son del estado, y las instalaciones, ductos y sobre todo las plataformas marinas son propiedad de PetroPerú, el consorcio Savia abonó 900 millones de dólares a la empresa vendedora PetroTech por la transferencia contractual. ¿Por qué ahora no se hace lo mismo?

UN CASO ESPECIAL

Este contrato de servicios donde el estado retiene el 16% de la producción como una regalía equivalente, y el privado se queda con el 84% como una retribución resulta lesivo al país. Se debe tener presente que el estado ha debido acceder desde el 2003 al 51 % de la producción como regalía equivalente y el privado retener el 49%, gracias a un factor “R” que nunca ha superado el 1.5 %



Estas prácticas empresariales han sido posibles gracias al compadrazgo e inopia del organismo regulador PerúPetro, que pocas veces fiscalizó la maximización de egresos y gastos de PetroTech/Savia, práctica absolutamente desfavorable al fisco, gracias a una serie de costos y gastos sobredimencionados con empresas subsidiarias que asumía antes PetroTech como empresa principal. Las mismas prácticas adopta el Consorcio Savia en perjuicio del país.



Sin embargo, gracias al compradazgo y entregismo de PerúPetro dicho contrato que debía vencer en noviembre del 2023,  con esta ley lobista es decir “a pedido expreso de las empresas interesadas” , se les extenderá por 20 años más, a los cuales hay que agregar el período de retención por 10 años adicionales. ¡Esta práctica lobista sería imposible en los Estados Unidos centro del capitalismo mundial!



Si a ello se suma el pagó irrisorio de los 10 millones de dólares anuales por el uso de las plataformas marinas que son propiedad de PetroPerú. Así cuando el precio del crudo era de US $ 20 dólares el barril, el alquiler por el uso de las plataformas marinas era de US $ 10 millones por año . Si el precio del crudo se elevó a más de 90 dólares el barril se seguía pagando la misma tarifa. Es decir, este contrato lesivo se extenderá gracias a la lenidad de PerúPetro y complicidad de PetroPerú.



CUENTOS CHINOS



En resumen, frente al argumento de promover la inversión privada que ciertamente necesita el sector de hidrocarburos, se debe recordar las promesas incumplidas de las empresas. Así, de forma oficiosa se estima en más de US $ 6,000 millones de dólares, la inversión que se realizaría en todos los contratos próximos a su vencimiento (Yesquén dixit).



Al respecto, habría que recordar que  Savia en el 2010 prometía realizar solamente en dicho lote inversiones por más de US $ 3,000 millones de dólares y elevar la producción en más de 50 mil barriles diarios para el 2016.



Hoy la producción no llega a los 8 mil barriles diarios y la empresa señala que seguirá bajando pues las inversiones necesarias para elevar la producción no se recuperarían. Esta es una forma de presión que los allegados, asesores y espadachines a sueldo de las empresas difunden como verdades reveladas. ¡Si se demanda inversión hay que extender los contratos. No cabe pensar en otras posibilidades!



Cabe preguntarse si las empresas petroleras no invirtieron en actividades de riesgo cuando los precios del crudo se ubicaban sobre los 90 dólares el barril, por qué tendrían que hacerlo ahora que los precios se mantienen sobre los 70 dólares el barril de petróleo.



Lo más grave ahora es que las empresas interesadas en la extensión por 30 años también demandan una disminución importante de las tasas de regalías, supuestamente para ser más competitivos a nivel internacional. Es curioso pero se olvidan de destacar que tales regalías se deducen como gasto.



Es más, se arguye que con regalías de 10% o hasta menos se podría explotar el crudo que yace en el subsuelo en los más de 4,500 pozos ATA, es decir pozos cerrados en el pasado por razones económicas. Estos pozos básicamente están ubicados en la Cuenca de Talara, y supuestamente se requiere tasas de regalías que hagan atractivas y rentables las inversiones. 

Esta es una media verdad o una media mentira pues con precios de 100 dólares el barril las empresas petroleras no aprovecharon el potencial de hidrocarburos en la Cuenca Talara ni el Zócalo Continental. Ahora nos endulzan que debemos aprovechar el crudo que yace en estos pozos ATA que vienen de las épocas de la IPC y PetroPerú.

REGALÍAS AL SÓTANO

Lo cierto y evidente es que con la aprobación de la nueva ley de hidrocarburos, el fisco se verá afectado en la percepción de los ingresos fiscales por medio de las regalías que se perciben por la explotación del petróleo y gas asociado. Si las tasas de regalías que se ubican entre el 22 % al 25 % en el departemento de Piura, se reducen al 5 % o al 10% como se pretende en el fondo, hemos demostrado en artículos anteriores que se pone en riesgo el financiamiento del canon y sobrecanon petrolero.

Sí, por la ley de homologación del canon del petróleo y gas asociado en el 2011 la tasa del canon se incrementó del 10 % al 15 % del valor de la producción y el sobrecanon petrolero subió del 2.5% “ad valorem” al 3.75%. En total el canon y sobrecanon para el petróleo y gas asociado es del 18.75% y las regiones beneficiadas son Piura, Tumbes, Loreto y Ucayali.



Como se puede observar en el cuadro “Pago de Regalías Petroleras de las Empresas con Contratos de Explotación por Lotes Próximos a su Vencimiento” en el período 2012 / 2017, el comportamiento ha sido descendente tanto en términos de precio promedio (WTI), como en valor como también en términos de volúmenes producidos.

Como se también se podrá notar en el cuadro las regalías más importantes que percibe el estado por los contratos petroleros próximos a su vencimiento corresponden al lote X operado actualmente por la petrolera china CNPC que con una tasa promedio de regalía del 30 %  desde el 2015  ha pagado con precios promedio de 48.6 dólares por barril, un valor de 45,8 millones de dólares por concepto de regalías. En el 2017 con precios promedio del WTI de 50.8 dólares el barril tuvo que pagar 51.8 millones por el mismo concepto.



El segundo lugar, le corresponde a la petrolera Savia Perú que opera el lote Z-2B que de pagar 144 milllones de dólares en el 2015 con los precios deprimidos de 48.6 dólares el barril, ha continuado pagando menos en el 2017 donde tuvo que pagar regalías por un valor de 121 millones de dólares pese a la recuperación del precio del crudo.



En síntesis, el lote X  paga un promedio de 30 % como tasa de regalías y el lote Z-2B  abona un 16 % como regalía equivalente, y una renegociación de las tasas de regalías hacia abajo como promueve, auspicia la nueva ley de hidrocarburos significará menores ingresos fiscales para el estado que pondrá en riesgo el financiamiento del canon y sobrecanon petrolero.



No deja de ser curioso que se está promoviendo una disminución de las tasas de regalías en una coyuntura donde el déficit fiscal supera el 3 % del PBI, y la presión tributaria de los ingresos del gobierno central frente al PBI no supera el 13.7 %, la más baja de los últimos años que tiene el país.



EPÍLOGO



En verdad, con este proyecto de una nueva ley de hidrocarburos se pretende vender “gato por liebre”, pues con la justificación de promover las inversiones en el sector, con plausibles claúsulas de anticorrupción y prácticas pre profesionales para los jóvenes,se pretende imponer una perversa prórroga contractual.



Así, en el texto sustitutorio aprobado en la Comisión de Energía y Minas que preside un congresista de Acción Popular, se incorpora en el artículo tercero de las “Disposiciones Complementarias Finales” lo que constituye la esencia del proyecto de la nueva ley de hidrocarburos, la cual tiene  que ver con la indebida extensión por treinta años a las empresas que tienen actualmente contratos de explotación.



Una práctica capitalista, moderna, de libre competencia debiera licitar en un proceso abierto y transparente el activo más valioso que tienen los contratos de hidrocarburos próximos a su vencimiento en el subsuelo: las reservas probadas, probables y posibles.



Es más, si por la Constitución y la ley de hidrocarburos todavía vigente los hidrocarburos “in situ”, es decir que yacen en el subsuelo son propiedad de la Nación, entiéndase de todos los peruanos, una perversa prórroga contractual por 30 años, no deja de ser una enajenación, una sustracción de riqueza que como diría el filósofo francés Proudhon, sería un robo a nombre de unas supuestas inversiones que se financiarán en última instancia con las mismas reservas probadas de petróleo.




LA HISTORIA NEGRA DEL PETRÓLEO

US $ MÁS DE 15 MIL MILLONES EN JUEGO CON LA PRÓRROGA

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

En la historia de la corrupción en el Perú una página negra está en relación a la privatización en el sector de hidrocarburos en especial de las filiales y unidades de PetroPerú, que fueron transferidas a precios subvaluados, faltos de transparencia y de una estrategia nacional de desarrollo. Es más, voceros extremistas del libre mercado recomendaban que se debía “privatizar una empresa por semana” como sea.

Así, fueron privatizados los lotes productivos con reservas probadas como el Z-2B en el Zócalo Continental, el lote X y una serie de lotes pequeños (Piura), y el lote 8/8X en al selva, refinerías como La Pampilla con un mercado asegurado, filiales como Solgás empresa líder en el envasado y comercialización del gas licuado de petróleo (GLP), la rentable naviera Transoceánica, más de 78 estaciones de servicios (grifos), la reconocida planta de aceites Petrolube, entre otras.

Sin embargo, poco o nada se ha escrito sobre la corrupción en organismos reguladores como Perúpetro, responsable de la promoción de las inversiones en el sector y supervisor de los contratos de hidrocarburos, los mismos que están conformados por el petróleo, gas y líquidos de gas natural. Desde su creación su historia es tan negra como el petróleo, gracias a la mayoría de directores y responsables del más alto nivel, donde el escándalo de los “petroaudios” es la expresión más publicitada.

Ello es de la mayor importancia en razón del debate y posible aprobación de una nueva ley de hidrocarburos en el Congreso de la República, que entre otros temas otorgaría un mayor poder de decisión y facultades a Perúpetro en sus funciones que están en relación a la promoción de las inversiones en el sector.

Una evaluación por resultados debiera ser lo más objetiva posible, en cuanto a los niveles de producción, inversiones, rentabilidad, ingresos fiscales, pasivos ambientales, desarrollo local y regional. Una expresión de las perversidades del extractivismo lo constituye la cruda realidad de la ciudad de Talara, que a pesar de la riqueza producida en más de 100 años, no tiene asegurado el abastecimiento de agua potable ni un servicio decente de seguridad ciudadana.

Si se trata de analizar los grandes objetivos que justificaron su creación a inicios de los años noventa, cuando el gobierno fujimorista (1992) adoptó la decisión de la privatización fragmentada de la petrolera estatal PetroPerú, es que se da partida de nacimiento a la empresa pública responsable de promover las inversiones y fiscalizar los contratos de hidrocarburos: Perúpetro.

Es decir, era “juez y parte”, de allí el escaso prestigio de esta institución que en su conformación original tuvo como base la gerencia de contratos de PetroPerú, donde muchos de sus cuadros técnicos, gerentes, e ingenieros en especial, fueron formados en la petrolera estatal para luego convertirse en ejecutivos, consultores y “espadachines” a sueldo de las empresas privadas, promoviendo su privatización total. Después de todo “chamba es chamba”.

UN FUNCIONARIO AD HOC


Un caso especial lo constituye el actual presidente de Perúpetro, Ing. Seferino Yesquén que formado en PetroPerú hoy ocupa la más alta responsabilidad en el organismo público de promover las inversiones y fiscalizar los contratos de hidrocarburos. Su experiencia en el sector tanto en Pérez Companc, Petrobras y consultor de petroleras privadas como Pacific Stratus Energy la misma que aspira a ser el operador del lote 192, así lo ameritan.


Él mismo, es un especialista del más alto nivel en el sector, fue testigo de excepción de la privatización de los lotes de PetroPerú. Conoce mejor que nadie el potencial geológico y las características de las diversas cuencas con potencial de hidrocarburos. En especial, su conocimiento sobre la Cuenca Talara y el Zócalo Continental es reconocido por tirios y troyanos.

Por ello, todos debemos recordar como en diciembre de 1995 la petrolera argentina Pérez Companc pagó US $ 202 millones de dólares por los campos maduros del lote X en el marco del proceso de privatización (COPRI), cuando el precio del barril no superaba los US $ 20 dólares, al margen de los compromisos de inversión, por un contrato que tenía 30 años de vigencia.

Es decir, Pérez Companc en ese entonces, una empresa privada argentina de mayor presencia que Pluspetrol tuvo que pagar US $ 202 millones por casi 42 millones de barriles en reservas probadas que fueron descubiertas por PetroPerú.

Se debe recordar que entre 1992 y 1995 el antiguo lote X que había sido operado por la IPC en las décadas anteriores, fue “adelgazado” por la administración de PetroPerú, para supuestamente promover los capitales nacionales con inversiones de segura rentabilidad. En ese marco, se explica la presencia de grupos como Graña y Montero y Vera Gutiérrez, que han crecido gracias a las reservas y las relaciones con PetroPerú.

Así, se transfirieron los lotes I, II, III, IV, VI, VII, IX y el Z-2B todos con reservas probadas descubiertas por PetroPerú, de allí que se pactaron tasas de regalías que hoy pueden parecer altas, y no competitivas a nivel internacional. Mas debe quedar en claro que tales regalías se pactaron así por la transferencia de reservas probadas y un mínimo riesgo por asumir. En los sectores extractivos el factor riesgo es un componente del precio.

RESERVAS PROBADAS: LOMO FINO


Según el cuadro sobre las reservas probadas al 2017 “Estimación del Valor de las Reservas de Petróleo al 31 de diciembre 2017 de las Empresas con Lotes Cuyos Contratos de Explotación Están Próximos a Vencer”, el lote X operado actualmente por la petrolera estatal china CNPC tiene 75 millones de barriles en crudo como reservas probadas, entre probadas desarrolladas y no desarrolladas.


Entre 1996 a la fecha (agosto 2018) los campos, instalaciones y reservas del lote X ubicados en Talara, distrito del Alto han pasado por las manos de la petrolera Pérez Companc, la petrolera estatal Petrobras del Brasil y la petrolera china, CNPC. En todos los casos de transferencia el comprador pagó por las reservas probadas, probables, y posibles como parte de sus expectativas empresariales. Todo ello al margen de las inversiones necesarias para mantener y/o levantar la producción.

De estas negociaciones tiene pleno conocimiento el actual presidente de Perúpetro, como ex gerente de Petrobras, por ello nos debe llamar a extrañeza su devota participación en la prórroga por 30 años a los contratos que tienen fecha de vencimiento antes del 2026, tal como se dispone en los artículos complementarios en la nueva ley de hidrocarburos de próxima aprobación en un cuestionado Congreso de la República.

En el lote X con reservas probadas por 75 millones de barriles a diciembre del 2017, de las cuales se pueden explotar comercialmente el 95 % de las reservas según condiciones de precio y tecnología en el mercado. Por tanto con precios superiores a los US $ 70 dólares el barril, pues se trata de un crudo ligero, estamos ante un alto potencial económico a pesar de la antigüedad del lote.

Por tanto comercialmente se pueden explotar económicamente 71 millones de barriles de las reservas probadas que a un precio promedio y conservador de US $ 70 dólares el barril, estamos ante un valor bruto de US $ 4,970 millones de dólares en los próximos años al cual habría que descontar el costo de producción incluyendo las regalías (US$ 30 dólares por barril en promedio) por todo ello, no deja de ser un magnífico negocio.

Con las actuales reservas probadas la vida útil del lote sería de 15 años con una producción de 13 MB/DC (miles de barriles por día calendario), bajo el supuesto teórico que las reservas se mantengan constantes, es decir estáticas lo cual es un supuesto ideal, teórico.

Es más este lote que entre enero/junio del 2018 ha producido un promedio de 12,973 barriles diarios de un crudo ligero que lo compra la refinería de Talara a precios de mercado. Es decir, PetroPerú paga, abona, retribuye por lo que antes fueron sus reservas, pagando precios internacionales, asegurando la rentabilidad del conjunto de las empresas que operan en la región.

Por tanto, la producción del lote X tiene un mercado asegurado, con reservas probadas, adicionalmente también tiene una producción de gas natural que superan los 14.3 millones de pies cúbicos al día, los mismos que podrían ser mayores si hubiese un sistema de distribución de gas natural en el departamento de Piura en el marco de una masificación al servicio del pueblo y de las empresas industriales.

ENAJENACIÓN DE RIQUEZA

Según el cuadro mencionado sobre las reservas probadas de los lotes próximos a una fecha de vencimiento, con precios internacionales del crudo conservadores de US $ 60 dólares el barril estamos ante una riqueza potencial de más de US $ 14,255 millones de dólares que se estarían transfiriendo para los próximos años a las empresas interesadas en la prórroga contractual.

De allí, la necesidad de apostar por una política moderna, capitalista, abierta, transparente que licite al mejor postor las reservas probadas , y que las tasas de regalías sean determinadas por el mercado, y no por un selecto grupo de funcionarios que mañana más tarde estarán al servicio de las empresas petroleras.

Por ello es importante promover un genuino debate nacional sobre lo que conviene al país en materia de hidrocarburos, superando las prácticas rentistas y parasitarias de las empresas que presionan por diversos medios con un descarado lobby por una indebida prórroga por 30 años adicionales bajo el supuesto argumento de promover las inversiones.


SIN LICITACIÓN DE RESERVAS SE ENAJENAN MÁS DE 15 MIL MILLONES DE DÓLARES

LA NUEVA BREA Y PARIÑAS DEL SIGLO XXI

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Hemos demostrado con cifras en estas páginas que con precios de 42 dólares el barril las empresas petroleras en el 2004 obtenían utilidades netas positivas, las mismas que se incrementaron sustantivamente cuando el precio internacional del crudo se fijó en 56 dólares el barril en el 2005.

Por ello nos causa extrañeza que las empresas y sus espadachines a sueldo, sostengan que con precios de 70 dólares o un poco menos estén obteniendo actualmente pérdidas, o no tengan caja para financiar las inversiones. Por ello argumenten que hay que rebajar las tasas de regalías pues no resultan atractivas ni competitivas.

Igualmente hemos sostenido que con tasas de regalías de 5% o 10% como pretende negociar Perúpetro con las empresas no se podría financiar el canon y sobrecanon petrolero que por ley expresa del 2011 se determina por el 18.75% del valor de la producción de petróleo y gas asociado.

CANON PETROLERO EN CUESTIÓN

Desde el punto de vista fiscal el canon y sobrecanon petrolero se financia con las regalías que se capta por la explotación de petróleo, gas y líquidos de gas natural. Si se tiene en cuenta que los ingresos del impuesto a la renta que abonan las empresas que realizan actividades de explotación están sujetos a una serie de deducciones y consideraciones de gasto tributario, y tienden a la baja como un tobogán.

Es más, el fisco tiene que devolver impuestos por encima de los 400 millones de soles anualmente por concepto de IGV, (devolución tributaria) pues no se pueden exportar impuestos, y las importaciones de petróleo proveniente del Ecuador y Colombia están exoneradas del pago de aranceles. Por tanto debe quedar claro que son las regalías, que dicho sea de paso se deducen contablemente, las que finalmente financian el canon.

De allí que causa extrañeza que la Nueva Ley de Hidrocarburos que se pretende aprobar en el Congreso de la República en el próximo pleno, sin un debate técnico no tenga opinión favorable del Ministerio de Economía y Finanzas, ni de las comisiones de economía ni de la Pueblos Andinos y Amazónicos, pues los ingresos del canon se resentirán para las regiones perceptoras de esta renta territorial (Piura, Tumbes, Loreto y Ucayali).

EL RETORNO DE LAS CONCESIONES

También debiera llamar extrañeza que un proyecto del ejecutivo cuando era presidente de la República el reconocido lobista PPK no haya suscitado la mayor atención cuando se pretende extender el período de vigencia de los contratos petroleros de 30 años a 60 años que sumados a los 10 años de retención, harían 70 años, prácticamente estaríamos de retorno a las viejas concesiones tipo IPC, de ingrata recordación en Talara.

Incluso el período de vigencia que se pretende imponer en la Nueva Ley de Hidrocarburos supera la promoción de los contratos que fueron propios de la ley Nº 11780 de 1952 promulgada en el régimen de Manuel A. Odría , cuando en el artículo 42º de la referida ley, señalaba un período de vigencia por 40 años en las explotaciones de la costa y 50 años en la selva.

Incluso el régimen del general Odría resultaba más progresista y moderno que la propuesta que los gremios empresariales tales como la Sociedad de Hidrocarburos como la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Electricidad, los cuales pretenden imponer la consabida prórroga por 30 años adicionales a los contratos de explotación con fecha de vencimiento antes del 2026.

Así, en la ley del general de la dictadura Nº 11780, en el artículo 67º correspondiente a las licitaciones, se convoca a las empresas a licitaciones mediante propuestas en sobre cerrado. El estado publica las bases: “llamando postores para que mejoren dichas bases, y hasta 60 días después del último aviso se aceptarán las propuestas, que deberán formularse en sobre cerrado”

Mientras aquí el directorio de Perúpetro con su inefable presidente pretende justificar técnicamente la indebida prórroga por 30 años a las empresas petroleras que no asumieron riesgos en la producción y que gracias al mercantilismo lobista aspiran a una prórroga, cuando todos los contratos viejos y nuevos debieran licitarse.

En un capitalismo moderno, competitivo, transparente debiera apostarse por las licitaciones para la explotación de los recursos naturales que tienen como activo el capital natural de las reservas
probadas y probables que tienen los lotes con una antigüedad que superan los 25 años, e incluso más como el Z-2B frente a los costas de Piura, cuya explotación data desde fines de la década del 50 del siglo pasado.

Z-2B POR US$ 900 MILLONES

Menciono el caso del lote Z-2B cuyo contrato está sujeto a la modalidad de servicios por tanto las reservas y la producción le corresponde al estado, es decir el propietario, el titular es el estado que retribuye en especie al operador en este caso la empresa transnacional Savia.

Todos deben recordar que en el año 2009 Petrotech Peruana S.A. empresa de capitales norteamericanos transfirió el contrato de explotación del Z-2B y otros lotes en exploración al consorcio Savia por US $ 900 millones de dólares.

Lo curioso es que las reservas probadas y probables le correspondían al estado, y las plataformas marinas más algunas embarcaciones eran y son propiedad de la petrolera estatal PetroPerú. Es decir, ¡PetroTech valorizó lo que no le correspondía, y PerúPetro bien gracias!

Es decir, por la cesión contractual Savia pagó US $ 900 millones de dólares en el 2009 a sabiendas que dicho contrato tenía un término de caducidad en el 2023, pues el contrato de explotación por el lote Z-2B se firmó a fines de 1993.

En tal sentido, cabe preguntarse ¿Cuántos millones percibiría el estado, si se pusiera en licitación las reservas probadas, y posibles de los lotes que están próximos a su vencimiento? Con el mismo criterio, con los millones de dólares que pudiera obtener el estado, ¿cuántos hospitales se pudieran construir?, ¿cuántos programas de lucha contra la pobreza en el norte del Perú, se pudieran financiar?

EPÍLOGO

En verdad, lo que está en juego con la Nueva Ley de Hidrocarburos es el futuro energético del Perú, pues se consagra un perverso patrón de explotación en los hidrocarburos, donde las “moléculas” siguen siendo propiedad de las empresas que firman los referidos contratos de licencia, previo pago de las regalías al estado.

Por ello, como un acto de soberanía el estado debiera transformar todos los contratos de licencia en contratos de servicios, con ello el
estado resulta propietario de los hidrocarburos y les paga a las empresas una retribución que garantiza su rentabilidad. Pero es el estado quién decide como propietario el destino de los hidrocarburos, sea petróleo, gas y líquidos de gas natural, corrigiendo absurdos económicos como la exportación de gas barato del lote 56 para importar petróleo relativamente más caro para abastecer el mercado local.

Solamente así podrá ser una realidad una efectiva masificación del gas natural a lo largo y ancho del Perú, a precios atractivos y baratos para los sectores mayoritarios del país, y las empresas puedan ganar competitividad, tal como expresó el señor Presidente de la República en el último mensaje de fiestas patrias.