Por Humberto Campodónico Sánchez
Columna “Cristal de Mira”
Publicado en
el Diario la República, página 05 (Lima, lunes 08 de agosto del 2016)
En el 2014, Shell realizó 43 embarques
de Gas Natural Licuefactado (GNL) del Lote 56 de Camisea desde Pampa Melchorita
hasta Manzanillo, México. Treinta y seis correspondieron al contrato de largo
plazo del 2007 con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de México al
precio del marcador Henry Hub (HH), que es el precio más bajo del mundo: US$
3.3 por millón de BTU (MMBTU) en ese año.
Los siete restantes fueron por un
contrato entre Shell y Trafigura, una “trader” que en el 2013 firmó un
contrato, también con la CFE. La diferencia: el precio pactado no fue el HH,
sino un precio internacional de US$ 16.5 MMBTU. ¿Por qué? Porque la demanda
aumentó en México y tenía que pagar un precio “spot”, que era cinco veces mayor
en el 2013 que el HH.
Sucede, entonces, que en Manzanillo en
el 2014 había oferta de gas peruano a dos precios: uno, el barato HH del
contrato del 2007. Y, otro, de la venta de Shell a Trafigura y esta, a su vez,
a la CFE, a precio “spot”.
Problema: Shell no declaraba en el Perú
el precio al cual le vendía a Trafigura, sino que decía que todo el gas se
vendía al precio HH. Es evidente que aquí hay perjuicio económico al fisco por
un menor pago de regalías.
Para Shell no hay problema alguno, pues
dicen: “El contrato dice claramente que la regalía se paga en función del
consumidor del lugar final. El lugar final sigue siendo Manzanillo. El puerto
es el golfo de México. El marcador es el Henry Hub” (Entrevista a la ex
ministra de Energía y Minas Rosa María Ortiz, Caretas, 9 de junio 2015).
Aquí se hace mención al contrato del
2007 con la CFE para justificar una venta hecha en el 2014 con un contrato con
Trafigura. Que el lugar de destino de ambos sea México no quiere decir que el
precio tenga que ser el HH pactado en el 2007. Pero Shell tiene caparazón dura,
no cabe duda.
Pero hay un evidente contrasentido. Por
un lado, se dice que Shell tiene razón en considerar el HH, porque su destino
final es Manzanillo, cualquiera sea el contrato. Y, por otro, que hay siete
embarques vendidos por Shell a Trafigura, que luego los vende a la CFE a un
precio mayor. Pero Shell “no cometió falta alguna”.
La solución a este contrasentido existe:
hay un Laudo Arbitral del CIADI (tribunal del Banco Mundial) de mayo del 2015,
por un problema más o menos similar. En el 2011, Repsol (1) reexportó el gas
del Lote 56 a otros destinos con precios mayores, sin comunicarlo al Estado
peruano. El CIADI falló a favor del Perú y el Consorcio Camisea tuvo que
devolver US$ 62 millones por regalías no pagadas.
Pero ahora no se ha aplicado el CIADI,
pues se llegó a un acuerdo con Shell para que pague US$ 13.7 millones
adicionales de regalías. El argumento sería que eso es lo que dice el contrato
y que Shell tiene la razón legal. Por tanto, lo mejor era un acuerdo directo,
sin invocar el CIADI.
Pensamos que no. No sabemos, además,
cómo se ha calculado ese precio, algo que tiene que ser explicado, con plena
transparencia, con los contratos con Trafigura sobre la mesa. No solo eso. El
ex presidente Humala dijo que Shell estaba “renegociando el contrato con la
CFE”. O sea, quien nos dice que vende a precio HH, pero vende por el triple sin
decirle nada al Estado, es quien sigue negociando nuestro gas. No, pues.
Pero este es solo un aspecto de un
problema mayor, denunciado en la campaña presidencial por Alfredo Barnechea,
aunque la denuncia viene de antes: el contrato del 2007 con la CFE es lesivo
para los intereses del Perú, pues la metodología de cálculo de la regalía
determina que se pague menos por la venta del gas exportado a México que por la
venta en el mercado peruano. Increíble, pero cierto: en junio de 2016, las
regalías por el gas del Lote 88 (mercado interno) y el Lote 56 (México) fueron
US$ 0.72 y US$ 0.13 MMBTU, respectivamente, una diferencia de seis veces.
En el contrato del 2007 no se incluyó
ninguna cláusula de protección contra los precios bajos, que es lo que sucede
ahora que EEUU produce “gas de esquisto” (shale gas). Esto es el ABC, pero
Repsol no la consideró, quizá porque su interés está en el margen de
comercialización y no en el precio final –que es lo que sí le interesa al fisco
peruano–. Estamos hablando de centenas de millones de dólares, como lo
establece el Proyecto de Ley 001 de esta legislatura presentado por Manuel
Dammert (www.congreso.gob.pe).
La madre del cordero es que el Estado
está ausente en estos contratos pues así lo establece la Ley 26221 de 1993.
Esto debe terminar. La renegociación del contrato de exportación con México
debe realizarse de gobierno a gobierno, para proteger los intereses nacionales.
No más “Trafiguras”. Se debe recuperar la soberanía del Estado para decidir
sobre el destino de la molécula, para poder masificar el gas y, también, para
viabilizar el Gasoducto Sur Peruano y la petroquímica (2). Veremos qué dice el
premier Zavala la próxima semana en el Congreso.
(1) Ver “Lecciones del triunfo de
Perupetro en el CIADI”, http://goo.gl/SJNrfM
(2) Ver: http://goo.gl/0N5WtS
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