ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
El subsector de hidrocarburos atraviesa por una grave situación, en especial lo referente a la producción de petróleo que sigue en caída libre ante la indolencia y pasividad del organismo promotor de la inversión, como es Perúpetro y del ministerio de Energía y Minas cuyo máximo responsable era hasta julio del 2016, gerente general de Macroconsult S.A., la empresa de asesoría y consultoría a favor de las más importantes empresas del sector.
Al respecto se debe recordar que en los inicios de los años noventa del siglo pasado se creó Perúpetro como organismo promotor de la inversión y supervisor de los contratos de hidrocarburos, y se justificó la privatización fragmentada de PetroPerú con el falaz argumento de incrementar la producción y reservas de petróleo en el país. Por el contrario, por la falta de la inversión de riesgo, la avaricia de los inversionistas, la corrupción en el organismo regulador y la especulación empresarial, la producción interna de crudo bordea a la fecha los 40 mil barriles diarios.
Es más, algunos demandan que se declare el sector “en emergencia”, a pesar que la producción viene disminuyendo desde la década de los noventa del siglo pasado, y se recomiendan una serie de medidas para estimular la inversión privada, entre las más importantes y usuales es una disminución de la tasa de regalías para la producción de petróleo proveniente de los nuevos pozos de desarrollo que se perforen en los próximos tres años, y la producción que resulte de la reactivación de pozos en todos los lotes actualmente en explotación.
En concreto, según la reciente exposición del Ing. Zoeger Nuñez Presidente de Perúpetro en el Congreso de la República (26/10/16) se pretende disminuir la tasa de regalías a una franja de 5 por ciento a 20 por ciento en los lotes de explotación en la costa norte, selva norte y selva central, con el argumento de aumentar la producción.
En verdad, se pretende disminuir graciosamente la tasa de regalías sin compromisos de inversión explícitos como sí fue el caso de la Ley Nº 28109, “Ley Para la Promoción de la Inversión en la Explotación de Recursos y Reservas Marginales de Hidrocarburos” (2003), donde las regalías dejadas de pagar al fisco eran reinvertidas íntegramente y adicional a ello, las empresas asumían el compromiso de invertir un monto equivalente de capital fresco. Todo ello cuando el contexto de precios del crudo apenas superaba los 30 dólares el barril y la producción era de un poco más de 87 mil barriles diarios.
Con esta norma se pretendía incrementar la producción interna de petróleo para atenuar el déficit comercial de la balanza de hidrocarburos. Esto fue una realidad en los lotes que se acogieron a la promoción (X, II, III y IV), en una ley que absurdamente tuvo un cortísimo plazo de vigencia por argucias legales, pues dicha norma solo se aplicó por sesenta días. En tal sentido, debía ser actualizada mediante un decreto supremo con aplicación inmediata si de verdad, se pretende promover la inversión y aumentar la producción.
Al aumentar la producción en los viejos y declinantes campos de Talara, en el período 2004/2009 el canon y sobrecanon para Piura y Tumbes se incrementó, igualmente fueron crecientes los impuestos, el empleo y la demanda de equipo para la recuperación secundaria, retrabajos, reactivación de pozos ATA que son los pozos cerrados temporalmente por razones económicas. Es decir, la ley Nº 28109 con precios internacionales menores a los vigentes actualmente tuvo un efecto multiplicador, comprometiendo montos de inversiones reales superiores a los pactados en la promoción.
En tal sentido, sería una granjería más de Perúpetro y del Ministerio de Energía y Minas promover normas que disminuyan las tasas de regalías sin fijar compromisos de inversiones en función de las regalías dejadas de pagar, con el claro objetivo de valorizar determinados contratos con futuras asociaciones y ventas de participaciones.
Desde el punto de vista capitalista y del interés público, lo correcto debiera ser la devolución de los lotes al Estado por inviabilidad económica para su pronta licitación internacional, donde será el mercado quien fije la real tasa de regalías.
En todo caso, resulta extraño esta realidad pues si con los precios actuales del petróleo las empresas petroleras obtienen pérdidas económicas y por ello se justifica el cierre de operaciones, el despido de personal etc. cuando en la década pasada con precios menores a los actuales las mismas tenían beneficios al margen de las depreciaciones y amortizaciones que se cargan al costo. Ello exige la mayor transparencia en la estructura de costos por parte de Perúpetro, pues al margen que las regalías se deducen como gasto tributariamente, una tasa menor de regalías hace más atractivo el contrato para las empresas rentistas.
RADIOGRAFÍA DEL SECTOR PETROLERO
El cuadro que presentamos ilustra la producción trianual interna de petróleo desde 1997 al 2016 (a julio) donde se puede observar las tendencias decrecientes de la producción de petróleo crudo expresado en miles de barriles por día calendario. Como también disminuyen los valores de las regalías pagadas al fisco que tienen su pico en el 2009 y 2012 con montos superiores a los 651 millones de dólares gracias al efecto precio, a pesar de la menor producción de crudo.
Por el contrario los precios internacionales medidos por el marcador WTI en el período 1997 al 2016 tienen una tendencia alcista en los años 2003 al 2012 durante los años del boom de precios, que lamentablemente no se aprovecharon para asegurar los mayores montos de inversión, sobre todo de riesgo para descubrir mayores reservas de petróleo.
En tal sentido, un indicador válido del comportamiento de las inversiones de riesgo se expresa en el número de pozos perforados de exploración, donde en el 1997 se perforaron 10 pozos para disminuir en el 2003 a un nivel de apenas 3 pozos exploratorios. Con mejores precios internacionales la perforación exploratoria mejoró en los años del 2006, 2009 y 2012 con un número de perforaciones exploratorias de 8 pozos, 6 y 9 respectivamente como se puede notar en el cuadro.
Con el derrumbe de los precios internacionales en el 2014, 2015 y en lo que va del 2016 cuando los precios resultan menores a los 50 dólares el barril, la perforación exploratoria de riesgo prácticamente se paraliza, tan es así que según la información oficial en el 2016 no se perfora ningún pozo de riesgo, que es la actividad que el país demanda.
Al respecto si se trata de promover la inversión, el país necesita un marco promotor integral con estudios comparativos de experiencias exitosas en países vecinos como Colombia. Donde con una tasa de regalías que fluctúa entre el 8 y 12 por ciento la producción diaria araña el millón de barriles, con un número de pozos exploratorios que varía entre los 70 a 90 pozos de riesgo por año, teniendo a la petrolera estatal colombiana Ecopetrol como principal protagonista con una producción propia de casi 700 mil barriles diarios.
Hace dos décadas atrás la situación de hidrocarburos en el país de la cumbia y vallenato era tan crítica como la nuestra con el agregado de los conflictos sociales, guerrilla interna, narcotráfico. Sin embargo, con una geología parecida a la del Perú dicho país aseguró el crecimiento y la sostenibilidad del subsector petrolero, con reglas claras, regalías promocionales, vocación de la clase política en respaldo de la petrolera estatal, en el marco de una visión nacional de desarrollo compatible con las políticas de “libre mercado”
Todo lo contrario en nuestro país donde se ahoga a PetroPerú, a la cual se le mezquina la integración vertical con producción propia por más mínima que sea. A la petrolera estatal se la somete a una serie de contratos lesivos e irracionales que ninguna empresa privada toleraría, sin embargo genera utilidades y hoy se encuentra jaqueada por una serie de atentados criminales que perforan el Oleoducto Norperuano y merma su rentabilidad.
Se podría decir, que desde el escándalo de los “petroaudios” en el 2008 con precios del crudo bordeando los 100 dólares el barril a la fecha, el país en materia petrolera experimenta una larga agonía que la asumen los trabajadores que son despedidos, las regiones que perciben menores montos de canon y sobrecanon, las universidades públicas de Piura, Tumbes, Loreto y Ucayali, y los consumidores en general que financian en última instancia las crecientes importaciones de petróleo y derivados. Y pensar que hace más de dos décadas por pura ideología se privatizaron los lotes petroleros de PetroPerú para supuestamente aumentar la producción.
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