El expresidente de Petroperú Humberto Campodónico ha sido descrito como una víctima permanente de trampas, emboscadas, mezquinas conspiraciones. Lo único cierto es que el exdirectivo, como lo demuestra este recuento, toleró humillaciones burocráticas y políticas que nadie, con un grado de autoestima más desarrollado, habría aceptado. Y lo hizo esperando un cambio que no podía darse, que ya había sido desactivado junto a la Gran Transformación (que en paz descanse). Total, Petroperú está ahora, más que nunca, colgada del hilo de la voluntad presidencial. Grandes caídas se avecinan.
El último maltrato que soportó Humberto Campodónico Sánchez ocurrió el 09 de enero pasado. Para ese día, el directorio de Petroperú fue convocado a una sesión para las cinco de la tarde en el local principal de San Isidro. La convocatoria fue hecha con cuatro días de anticipación. Se tenía previsto aprobar, y anunciar por todo lo alto, el retorno de la petrolera estatal a la explotación de hidrocarburos, después de 16 años. La empresa canadiense Talismán Energy había cedido el lote 64 a Petroperú tras anunciar su retiro del país por considerar que el proyecto no era rentable y afrontar demandas ambientales de los indígenas achuar del Amazonas. Sin embargo, el ministro de Economía y Finanzas, Luis Castilla Rubio, y el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino Tafur, decidieron aguarle la fiesta a Campodónico.
Ese miércoles 9 de enero por la mañana, Castilla y Merino convocaron a una sorpresiva junta de accionistas de Petroperú en la sede del Ministerio de Energía y Minas. En Petroperú, los titulares del MEF y Energía y Minas son los accionistas principales y, por lo tanto, tienen la voz cantante en la empresa. Durante el gobierno de Humala, los accionistas sólo se habían reunido en tres oportunidades: la primera en agosto del 2011; la segunda, en enero del 2012 y; la tercera, la primera semana de este año, fecha en que la junta de accionistas aceptó la renuncia de Campodónico, presentada el pasado 20 de diciembre. Aprovechando la reunión, también aceptaron las dimisiones de los directores y hombres de confianza de Campodónico: Fernando Sánchez Albavera y Ramiro Portocarrero Lanatta. Como al mediodía, Merino llamó a su despacho a Campodónico para comunicarle la decisión. Merino, privatizador de La Oroya en beneficio de Fujimori, nunca ocultó sus diferencias con el excolumnista de La República.
La sesión del directorio para aprobar la transferencia del lote 64, y que iba a ser vendida como un logro de la gestión de Campodónico, fue suspendida. " No me dejaron patear el penal", les dijo Campodónico a sus colaboradores. Al día siguiente, la transferencia fue aprobada por nuevos jugadores, con el nuevo presidente Héctor Reyes Cruz a la cabeza.
Campodónico fue totalmente marginado de las decisiones en materia de hidrocarburos. Por ejemplo, nunca se le comunicó de la discreta visita a Lima, en diciembre último, de la presidenta de Petrobras, María das Gracas Foster. De acuerdo con varias fuentes consultadas, Gracas Foster tuvo reuniones de alto nivel por el destino del lote 58. Las reuniones habrían sido con el ministro Merino y con el propio presidente Ollanta Humala. Petrobras busca ampliar por tres años las exploraciones en el lote 58, localizado en la selva del Cusco y cerca de Camisea. La jefa del gigante brasileño ofreció al Estado peruano una participación del 50% en dicho lote.
Campodónico tampoco tuvo conocimiento de la disimulada llegada del mandamás de Repsol, Antonio Brufau, en diciembre del año pasado. Brufau aterrizó en el país en medio del anuncio de Repsol de vender la refinería La Pampilla, 200 estaciones gasolineras y la planta de gas licuado Solgas por US$ 400 millones. Pese al interés de Petroperú de participar en la compra de la Pampilla, el gobierno nunca procuró un acercamiento entre el representante de Repsol y su mandamás petrolero, aun cuando el propio Dionisio Romero Paoletti, presidente del directorio del Grupo Romero, se apersonó hasta el local de Petroperú para ver la forma de asociarse y adquirir La Pampilla. El Grupo Romero, asociado al capital chileno, es dueño de la red de grifos Primax. También se acercaron representantes del grupo Interbank y Pecsa. "Siempre fue puenteado", dice una fuente enterada de la visita del presidente de Repsol. Pese a la abierta hostilidad, Campodónico optó por no alzar la voz y arrastrarse, más bien, en búsqueda de esos mejores tiempos que jamás llegarían.
Otra decisión que precipitó su salida fue el desaire que le hizo el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino Tafur, en el último CADE, en Arequipa. Ante una pregunta de los asistentes, Campodónico mencionó que en dos semanas Petroperú tendría listo el costo de la modernización de la refinería de Talara, valorizado inicialmente en 1,711 millones de dólares. No obstante, en el mismo evento, Merino lanzó una cifra espectacular: Talara costaría US$ 3.450 millones en base a un cálculo establecido por la compañía española Técnicas Reunidas. El comentario de Merino fue considerado de "mala leche" por Campodónico y sus entorno. El incremento de la cifra fue tomado a mal en la misma refinería. "El proyecto no puede seguir siendo manoseado. Sabemos que existen intereses para que el proyecto no se lleve a cabo", dijo, en aquel entonces, Juan Castillo More, integrante del directorio de Petroperú en representación de los trabajadores.
"Campodónico falló en no explicar a la opinión pública el incremento del costo de la modernización de la refinería de Talara", dice el consultor en temas energéticos, Jorge Manco Zaconetti. Y añade: "Si Petroperú tiene una utilidad de cien millones de soles anuales, ¿cómo la empresa va a asumir un costo de financiamiento de más de 3 mil millones de dólares? ¿ Y encima quieres comprar La Pampilla?", agrega.
Merino ya había chocado con Campodónico cuando dijo, en abril del año pasado, que pretende que Petroperú tenga un directorio y una gerencia corporativa de primer nivel, según un despacho de la agencia Andina. Además, Merino causaba malestar cuando en sus declaraciones públicas hablaba de las rebajas de los precios del balón de gas y de los combustibles, sin coordinar con Petroperú. Según Jorge Manco, Merino le pidió la renuncia a Campodónico en julio. De acuerdo con los estatutos, el presidente del directorio sólo podrá ser destituido por falta grave o incumplimiento de metas. Se voceó como reemplazo de Campodónico a César Ortiz Sotelo, director adjunto del departamento internacional de la compañía francesa GDF Suez.
Campodónico también soportó la humillación de no saber qué quería hacer el gobierno con el gasoducto surandino y cómo sería la participación de Petroperú. En un principio, Petroperú tenía el mandato del gobierno de participar como agente del Estado en la construcción del gasoducto con una inversión de 800 millones de dólares. Sin embargo, su participación quedó en suspenso luego de que el gobierno desistiera de dar un crédito puente al consorcio Kuntur, a cargo de la brasileña Odebrecht y que tiene la concesión de dicha obra. El Ejecutivo decidió convocar a una licitación internacional para construir el primer tramo del gasoducto. Esta decisión del presidente Humala, anunciada en su mensaje del 28 de julio, tomó por sorpresa a Campodónico. Finalmente, Petroperú tendrá participación en la construcción del gasoducto y del polo petroquímico de etanol de acuerdo al proyecto de ley aprobado en el Congreso.
La última vez que se reunió Campodónico con el presidente Humala por temas laborales fue en diciembre del 2011. En la cita estuvieron el ministro Castilla y la jefa de la SUNAT, Tania Quispe. Hace unos seis meses se volvieron a encontrar, pero fue en el marco de la exposición "Arte peruano en los siglos XIX y XX", que se presentó en el local de Petroperú. Con el ministro Castilla, la última cita fue en febrero para hablar sobre la necesidad de recuperar el dinero que pierde Petroperú al vender combustible, con exoneraciones tributarias, en la selva. Son cerca de 200 millones al año en crédito fiscal.
El nuevo presidente del directorio de Petroperú es Héctor Reyes Cruz, funcionario de carrera próximo a la jubilación dentro de la empresa. Ocupaba el cargo de gerente adjunto de la gerencia general. No tenía mayor peso en la estructura de la compañía. Y como nuevos integrantes del directorio fueron designados Luis Baba Nakao, presidente de Cofide en el último tramo de la dictadura fujimorista, y el economista José Luis Parodi Quesada. Para el congresista Javier Diez Canseco, estos nombramientos reafirman el poder de Castilla. Y no es lo único que debe llamar la atención. "Tengo entendido que Reyes ganaba 25 mil soles como funcionario. El presidente del directorio gana 15 mil soles por recibo por honorarios. Sería bueno saber cuánto nos cuesta y en qué condiciones el nuevo presidente" dice Diez Canseco. Este semanario hizo la consulta a la empresa estatal, pero al cierre de la edición no había respuesta.
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