LOTES, LA PAMPILLA, SOLGAS
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
El nobel de economía del 2001 Joseph Stiglitz en su libro “El Malestar de la Globalización” analizaba el proceso de privatización de las empresas públicas en una serie de países como México, Argentina, Rusia entre otros, en el marco de las recomendaciones del Consenso de Washington, cuyas políticas se imponían como el nuevo sentido común para fomentar las políticas de libre mercado, apertura y desregulación, ante el derrumbe del socialismo real.
Con el espíritu
crítico que lo caracteriza, a pesar de haber sido vice presidente del Banco
Mundial, Stiglitz denominaba a la privatización como el “proceso de
sobornización” por la evidente corrupción de los funcionarios, la compra de
voluntades, la subvaluación de activos, la compra de empresas a precios de
ocasión. Es más, la globalización no ha sido positiva para todos los países,
unos ganan otros pierden.
De nuestra parte
desde un principio fuimos severamente críticos de la privatización de la
actividad empresarial del estado (AEEE) por una serie de razones económicas,
técnicas, financieras e institucionales. Es más, seguimos asumiendo los costos
de una falta de planeamiento estratégico, en un proceso que ha significado una
transferencia de riqueza desde el estado hacia el capital privado.
Me explico, en
nuestro país se necesitó un golpe, una violación del orden constitucional e
imponer una dictadura con una alta dosis de corrupción que se hizo evidente a
través de los “vladi videos”, donde empresarios, altos militares, congresistas,
políticos, periodistas, pasaban por caja para recibir en efectivo, el precio,
el valor de cambio de su complicidad.
TRANSFERENCIA DE RIQUEZA
En tal sentido, la
privatización ha significado un proceso de transferencia de riqueza desde el Estado,
para valorizar entiéndase enriquecer al capital privado, en especial a los
grupos de poder económico nativos y empresas transnacionales, a costa del
propio Estado con menores impuestos, ventajas tributarias, y de los sufridos
consumidores con abusivas tarifas en los servicios públicos.
¿Cómo así? Solamente
un gobierno corrupto como el fujimorismo pudo transferir rentables empresas
públicas como las unidades de PetroPerú, sean los lotes petroleros el Z-2B del
Zócalo Continental, el lote X en Talara, el lote I y V bajo responsabilidad de
Graña y Montero, VI/VII bajo responsabilidad de la empresa Sapet y el lote 8 en
la selva, bajo administración de Pluspetrol Norte.
Donde dicho sea de
paso los lobistas que auspiciaron, asesoraron, promovieron el proceso de
privatización, consultoras, estudios de abogados y “espadachines a sueldo”
pretenden ahora 30 años más de vigencia en los contratos, que están próximos a
su fecha de vencimiento.
LA PAMPILLA A PRECIO DE GANGA
Solamente un gobierno
genéticamente marcado por la corrupción aplicando una dictadura cívico/militar
pudo transferir en 1996 la mayoría accionaria (60%) de la más moderna refinería
que tenía PetroPerú, la unidad de “La Pampilla”, que fue vendida por un precio
de US $ 180 millones de dólares, incluyendo en su precio US $ 38 millones de
papeles de deuda externa que fueron comprados por especuladores a menos del 10
% de su valor y reconocidos al 100% de su valor por la COPRI hoy Proinversión,
organismo responsable de promover las privatizaciones en aquellos años.
Se debe tener
presente que dicha refinería en el año 1994 como unidad independiente antes de
su privatización generaba un ingreso de US $ 657 millones de dólares y una
utilidad antes de impuestos de US $ 85 millones de dólares. Y el terreno
ubicado en el distrito chalaco de Ventanilla, con sus instalaciones como unidad
refinera estaba tasado por el seguro privado en el caso de un siniestro en US $
108 millones de dólares.
Es decir, se
privatizó a favor de la empresa española Repsol la más moderna unidad refinera
de PetroPerú con una capacidad de tratamiento de 102 mil barriles diarios, y en
la práctica se transfirió el principal mercado de combustibles del país, que
concentra la mayor participación del parque automotor.
SOLGAS: UN ESCÁNDALO
Solamente un gobierno
como el fujimorismo comprometido hasta el tuétano con la corrupción pudo
permitir que se privatizará la rentable filial de PetroPerú en 1992, la empresa
envasadora y comercializadora de gas licuado de petróleo (GLP), Solgás, por el ridículo
precio de US$ 7.5 millones de dólares, cuando detentaba el 40 % del mercado y
generaba antes de su privatización un promedio anual de US$ 2 millones de
utilidades netas.
Para que se entienda
la calificación de la privatización como transferencia de riqueza desde el Estado
hacia el gran capital, sirva el ejemplo de la privatización de Solgas, cuya
mayoría accionaria fue privatizada en 1992 mediante el mecanismo de bolsa por
US $ 7.5 millones de dólares.
En junio de 2016
Repsol, transfiere esta “empresa líder en ventas y reconocimiento de marca en
Perú” a la empresa chilena Abastible S.A. del Grupo COPEC, por un valor de US $
263 millones de dólares, con lo cual este grupo sureño pasa a controlar el 25 %
del mercado de este derivado de los hidrocarburos que resulta una mezcla de
propano (55%) y butano (45%)
Resulta interesante
resaltar que la empresa Abastible en sus notas a los estados financieros
consolidados desagrega el valor de US $ 263 millones pagados a la española
Repsol que a diferencia del estado peruano sí valoriza sus activos. Así,
solamente por el activo Marca, y Solgas es una marca reconocida con más de 40
años en el mercado. ¿Cuánto tuvo que pagar Abastible? La friolera de US $ 23.9
millones de dólares.
Como no puede ser de
otra manera cuando se transfiere una empresa como Solgas, también se valoriza
la relación de clientes, los contratos con proveedores, la experiencia ganada
en el mercado, todo ello significó más de US $ 34 millones de dólares en el
precio pagado.
Se debe tener
presente que Solgas como filial de PetroPerú fue una empresa que tenía escala
nacional con siete plantas de envasado en las principales ciudades de la costa
Piura, Chiclayo, Trujillo, Arequipa, San Borja, Sullana, Chimbote, Pisco,
Tacna, Callao y Talara.
Solamente el edificio
principal ubicado entre Javier Prado y Av. Aviación frente al Museo de la
Nación, estaba valorizado en ese entonces por el seguro en US $ 5 millones de dólares.
SUSTRACCIÓN AL CONSUMIDOR
Hacia 1992 cuando la
petrolera estatal PetroPerú operaba de manera integrada el balón de GLP de 24
libras (10.5 kg) tenía un precio promedio de S/ 5 soles. Hoy, siendo casi
autosuficientes en la producción de GLP gracias a los líquidos de gas (LGN) de
Camisea provenientes de los lotes 88, 56 y 57, tenemos que abonar más de 36
soles y en las provincias por encima de los 40 soles por un balón de 10 kilos.
Es decir, el balón se
ha reducido, y los sufridos consumidores tienen que pagar precios
internacionales del GLP que resulta de una mezcla del propano y butano de los
líquidos de gas natural de los lotes provenientes del Gran Camisea que son
tratados en la Planta de Pisco por la empresa Pluspetrol Perú Corporation
(PPC), pero nos facturan como si todo el GLP fuese obtenido del petróleo crudo.
Usted amable lector
se preguntará dónde está la diferencia, el sobrecosto que le cargan al
consumidor, a vista y paciencia del organismo regulador el Osinergmin. ¡Muy
simple!
Los precios por
barril de los líquidos de gas natural (LGN) de Camisea son US $ 10 a 15 dólares
más baratos en relación a los precios por barril de petróleo. Así, si hoy el
precio del barril de crudo se cotiza en US $ 70 dólares, el barril de LGN tiene
un precio de US $ 60 o hasta menos. Pero aquí nos facturan como si todo el GLP
fuese obtenido en base al petróleo crudo y ello constituye un abuso de mercado
que lo asumen los sufridos consumidores.
Por ello, podemos
afirmar que un balón de GLP de 10 Kg. no debiera costar un precio superior a
los S/ 25 soles y las empresas estarían
obteniendo ganancias razonables, con el agravante que el envasado y
comercialización del GLP cuesta más que la producción del derivado. ¡Un absurdo
que lo paga el consumidor!
PETROPERÚ VERSUS LA PAMPILLA
En la presente
coyuntura la racionalidad técnica material recomienda la integración vertical
de la petrolera estatal PetroPerú, es decir que pueda operar con lotes propios
de producción para que pueda generar más ingresos y utilidades. Pese a ello
reducida a las actividades de refino, distribución y comercialización mayorista
de combustibles explica en promedio el 52 % del mercado y tiene un reconocido
liderazgo como empresa número uno en el ranking de las empresas por su nivel de
ingresos.
Sin embargo, en una
comparación con la competencia Refinería La Pampilla S.A. (Relapasa) que tiene
una capacidad de refino de 105 mil barriles día frente a PetroPerú que
igualmente tiene presencia solamente en la actividad refinera y distribución
mayorista con las unidades de Talara, Conchán, Iquitos, El Milagro (Bagua) con
una capacidad de tratamiento, que no supera los 92 mil barriles diarios, siendo
la refinería de Talara la más importante con 65 mil barriles diarios de
capacidad por ahora, pues a partir del 2021 procesará 95 mil barriles por día.
En un ejercicio hemos
sumado los ingresos, las utilidades brutas, las utilidades operativas, y las
utilidades netas de PetroPerú y de La Pampilla en el período 1997 a junio del
2018 como se puede observar en el cuadro “Resumen de los Principales Resultados
Financieros Comparados entre PetroPerú y Relapasa” Ello nos permite obtener
algunas interesantes conclusiones.
Encontramos que los
ingresos de PetroPerú, las utilidades brutas, operativas y netas son mayores a
la competencia, es decir la petrolera estatal a pesar de una menor capacidad
refinera es más rentable. En segundo término, si la utilidad operativa acumulada
en el período de 1997 a junio 2018 ha sido de S/ 8,912 millones de soles frente
a la utilidad acumulada de Relapasa que fue de S/ 3,759 millones de soles, es
decir Petroperú fue históricamente 2.3 veces más rentable que la competencia,
ello significa también que pagó más impuestos a la renta que Repsol- La
Pampilla.
En verdad, PetroPerú
sería más rentable si tuviese lotes propios en el marco de una integración
vertical, con los lotes de la Cuenca de Talara cuyos contratos están próximos a
su vencimiento y el riesgo de las operaciones es mínimo como se ha demostrado
en la gestión privada.
La petrolera estatal
con los lotes de la selva 192, 64; más los lotes del norte como el lote X más
los pequeños lotes I,V, VI/VII, y el Z-2B asociada con empresas que tengan
espaldas financieras en el mediano plazo, solamente como PetroPerú podría estar
produciendo más de 50 mil barriles diarios, obteniendo la renta petrolera,
produciendo combustibles limpios al servicio del país con una refinería
modernizada.
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