UNA MINERÍA PARA EL DESARROLLO
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
No debiera existir
duda sobre la importancia estratégica del sector minero en la economía peruana.
No solamente lidera los ingresos de exportación con una participación promedio
histórica del 60 % de las divisas. En la economía mundial por las ventajas
comparativas, entiéndase bajos costos de producción, somos considerados un país
líder en la producción minera.
Con la producción
minera que se explota, nuestro país ocupa un puesto de liderazgo a nivel
mundial ocupando en plata (2º), cobre (3º), zinc (3º), plomo (3º) y oro (6º);
pero ello en lugar de ser una ventaja nos hace más vulnerables y dependientes
de las variaciones de los precios internacionales de los minerales.
Por ello, si la
economía mundial crece como aumentó gracias al impulso de la dinámica de la
economía china, elevando los precios de los minerales, nuestro país y el
conjunto de los productores mineros experimentaron un ciclo de bonanza, con utilidades
extraordinarias entre el 2003 al 2012.
MAXIMIZAR EL VALOR DE RETORNO
Sin embargo, lo que debiera interesar es ¿cuánto de esa
riqueza generada por el trabajo, y el capital que es el producto del trabajo
incorporado, se queda en el país? Es
decir que parte de la riqueza se capitaliza como salarios e ingresos que
dependen del trabajo, como compras a la industria local y nacional, y sobre
todo en ingresos fiscales.
De allí la
importancia de la categoría propia de la economía política, reconocida como
“valor de retorno” o “valor retenido” para calificar los aspectos positivos de
la inversión sobre todo en sectores llamados extractivistas, como la minería
cuyo desenvolvimiento histórico ha significado graves pasivos (Ver Gráfica
Inventarios de Pasivos Ambientales Mineros)
Es decir, del 100 %
de los ingresos que básicamente serían de las exportaciones mineras, cuánto se
retiene en el país como salarios pagados al trabajo, compras directas a la
industria, y particularmente el abono de impuestos al fisco más las
contribuciones de ley.
ESTADO MISIO
En mis
investigaciones he demostrado que en nuestro país, el fisco captó en promedio
en la década de bonanza apenas el 12 %
de los ingresos de exportación, sea por concepto del impuesto a la renta,
regalías mineras, el aporte voluntario, gravamen minero e impuesto
extraordinario, derechos de vigencia y otros.
En otros términos,
ello significa que cada 100 dólares de ingresos de exportación en los años de
bonanza, de “vacas gordas”, el fisco directamente captó apenas 12 dólares. Ello
evidentemente resulta insuficiente para que el estado enfrente y resuelva las
necesidades y obligaciones básicas que todo estado debe proveer a sus
ciudadanos: educación y salud de calidad, más seguridad integral.
SALARIOS RELATIVOS CAEN
Por el lado laboral
en las empresas formales, los ingresos de los trabajadores resultan los mayores
del mercado. Sean por los salarios básicos pagados, los ingresos que dependen
del básico, más los costos que tienen que asumir las empresas, llámese pagos a
la AFPs, seguros, capacitaciones, etc.
Sea la participación
de los costos del trabajo, en los costos de venta, en los gastos de venta y
administrativos, el promedio del gasto total del trabajo no supera el 12 % al
15 % de los costos de venta, con tendencia a la disminución por el uso y abuso
de las contratas mineras. De allí, que las luchas contra las políticas de
“cholo barato” sea una realidad que explica las presiones reindivicativas por
mejores salarios y condiciones de trabajo.
A una mayor riqueza
producida, con crecientes excedentes empresariales vía utilidades,
depreciaciones y las amortizaciones, más intereses pagados por préstamos, la
participación de los trabajadores en la riqueza disminuye en términos
relativos, por más elevados que sean los salarios reales.
EFECTO MULTIPLICADOR
Por último, la
importancia del efecto multiplicador de las compras de la minería a la
industria es significativa. Desde la etapa de exploración, construcción,
desarrollo en la madurez de un proyecto minero, el aporte de la actividad
minera influye de manera significativa en el crecimiento del Producto Bruto
Interno (PBI)
Una inversión minera
de US $ 2,000 millones de dólares representa un punto (1%) de crecimiento del
PBI, influyendo en la balanza de pagos, las reservas monetarias, los ingresos
fiscales y regionales a pesar de todo. Todo ello al margen del empleo directo e
indirecto generado.
La materialización de
todo proyecto de inversión minero tiene un efecto reactivador, expansivo y
multiplicador en la economía doméstica y en las importaciones de maquinaria y
equipo. Después de todo se demanda electricidad, cemento, carreteras,
infraestructura, más bienes y servicios varios,
Sin embargo, para el
ciudadano de a pie, los pobladores de alguna manera impactados por la actividad
minera, tales efectos significan poco. Por el contrario son percibidas como
agresiones por la irrupción de una modernización perversa que cambia la vida,
con “externalidades negativas” que no son debidamente administradas.
LA MINERÍA EN MOQUEGUA
Se debe reconocer que
el Presidente de la República, Ing. Martín Vizcarra es un empresario exitoso
ligado a la minería. Como decano del colegio de ingenieros de Moquegua en el
2007 supo liderar la lucha por un mayor canon minero para dicho departamento, que
había sido fijado en un mínimo frente al canon de Tacna, a pesar de la mejor
ley del mineral de cobre en la explotación de los concentrados de cobre en
Cuajone (Moquegua)
Es más, como
autoridad regional supo maximizar el buen uso de los recursos del canon y
regalías mineras para Moquegua lo que significó mejores indicadores en la lucha
contra la pobreza, resultados positivos en salud y educación, con mayores
índices de competitividad regional, después de la ciudad capital.
En tal sentido, cabe
preguntarse qué se puede hacer en el sector minero en estos tres años que
faltan en el mandato del Presidente Vizcarra, un empresario y político exitoso
ligado a la minería como proveedor de servicios a una empresa como Southern
Perú Copper Corporación (SPCC), donde el Grupo México de la familia Larrea,
detenta más del 82 % de las acciones.
SPCC EMPRESA INTEGRADA
El Grupo México a
través de SPCC opera en Tacna en las operaciones de Toquepala, yacimiento
minero que tiene casi de 60 años de explotación con costos operativos
crecientes y con rendimientos decrecientes. También opera en Moquegua por medio
de la unidad de Cuajone, cuyos concentrados son tratados en la Refinería de
Ilo, donde se obtienen cobre fino en forma de cátodos y alambrón de cobre con
un 99.9% de pureza, más oro y plata fina, con molibdeno y ácido sulfúrico que
se exporta a Chile.
La empresa minera
SPCC en la gran minería de cobre es la única empresa en el país que produce
cobre fino, que se reproduce como empresa integrada, y aspira a la explotación de
proyectos como Tía María con una fuerte oposición local, y otros proyectos como
Los Chancas, al margen de sus operaciones en Cajamarca.
El crecimiento
económico demanda nuevos proyectos mineros con responsabilidad social,
ambiental y tributaria, por ello se requiere convencer a la población rural que
la minería formal es compatible con la actividad agrícola, como lo demuestra el
departamento moqueguano, con sus piscos, vinos, ajos, orégano, paprika,
aceituna y aceite de oliva etc.
En tal sentido, como
diría el patriarca de la minería Don Alberto Benavides de la Quintana, la
minería puede y debe “sembrar agua”, convirtiendo el agua de mar en un elemento
útil para la agricultura por medio de la separación de la sal mediante el
proceso de ósmosis inversa a precios competitivos como en Israel, y la
generalización de reservorios y canales para el abastecimiento del agua en
épocas de estiaje.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Por ello cabe
interrogarse ¿Qué se podría hacer en el sector minero desde el punto de vista
nacional, en un sector estratégico para el servicio del desarrollo del país, con
un mayor ahorro interno, y mayores ingresos fiscales, para servir mejor a las
poblaciones locales impactadas por la actividad minera?
En principio debe
verificarse una lucha frontal contra la actividad minera informal e ilegal que
contamina gravemente e impunemente el medio ambiente. Se debe asumir que la
producción de un kilo de oro extraído en Madre de Dios significa el uso de dos
kilos y medio de mercurio que demora más de 100 años en desvanecer sus efectos.
INFORMALIDAD AURÍFERA
En tal sentido, en
pleno siglo XXI resulta inaceptable que el Banco Central de Reserva (BCR)
registre exportaciones auríferas anuales superiores a los 6 millones de onzas
de oro, y el propio Ministerio de Energía y Minas (MINEM) identifique solamente
una producción formal menor a los 5 millones de onzas de oro.
Es decir, más de un
millón de onzas de oro son exportadas pero no se reconocen a las empresas
productoras. Esta producción informal no paga las regalías que se fijan como
una participación de las utilidades operativas, ni tampoco el impuesto a la
renta. ¡Una grave y millonaria evasión fiscal!
Ello es
particularmente grave pues mientras los precios del oro superen los US $ 800
dólares la onza siempre será una alternativa atractiva y rentable para los
mineros informales que venden su producción a terceros, o las empresas mineras
que ponen a disposición sus yacimientos previo pago de una regalía privada.
Por ello, la minería
informal e ilegal se desenvuelve no solamente en Madre de Dios, también se
reproduce en Puno, Ayacucho, Ica, Piura, La Libertad en condiciones que
contaminan el medio ambiente, y con una sobre explotación de la fuerza de
trabajo, sin seguridad y con altos índices de mortalidad.
Una lucha frontal
contra la informalidad utilizando los propios mecanismos de mercado y la resolución
de los graves pasivos ambientales producto de la actividad minera en las
últimas décadas es lo menos que se debe hacer, si de verdad se pretende
fomentar la inversión en el sector minero que se proyecta sobre los 58 mil
millones de dólares en los próximos años.
Por ello no resulta
una casualidad histórica que los departamentos como Ancash, Cajamarca, Puno,
Huancavelica y la sierra de Lima lideran el número de pasivos ambientales mineros
sin resolver, lo que constituye la prueba ácida de una minería regresiva,
inaceptable para la sociedad y enemiga del desarrollo.
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