MASIFICACIÓN GASÍFERA UN
IMPERATIVO NACIONAL
ESCRIBE : JORGE MANCO ZACONETTI
En principio, la economía
energética nos recomienda que cada país debe utilizar intensivamente los
recursos naturales que la madre naturaleza ha dotado. Si tiene mayores reservas
de crudo, dependerá del petróleo en su matriz energética. Si por el contrario
está dotado de mayores reservas de gas natural, una matriz energética eficiente
deberá expresar está realidad en la relación producción/consumo.
Tanto Perú como Bolivia son
deficitarios del petróleo crudo y derivados como el diésel 2 limpio. Sin
embargo, mientras el país altiplánico tiene como eje central la masificación
del gas natural para integrar las diversas regiones del país, exportando al
Brasil y Argentina en las mejores condiciones de precio, industrializando este
hidrocarburo como una política de estado, hasta tiene la pretensión de
abastecer el sur peruano de gas natural (GN) y gas licuado de petróleo (GLP)
Es más, nuestro vecino
pretende realizar una serie de inversiones en el sector de hidrocarburos que
van desde la construcción de un ducto que transporte diésel y gasolinas hacia
su mercado, lo cual supone tanques de almacenamiento en Ilo (Moquegua), y hasta
se especula una inversión en una planta de licuefectación que convierta el gas
a un estado líquido para que pueda ser exportado al Asia y otros mercados.
PERVERSO
CONSUMO
Por el contrario, nuestro
país se caracteriza por un perverso patrón de consumo energético pues
dependemos relativamente más del petróleo y derivados (diésel 2 limpio) que no
tenemos ni producimos en cantidades suficientes, a pesar de las importantes
reservas de gas natural que yacen en el subsuelo, por lo menos tenemos más
reservas probadas que Bolivia y Colombia que nos superan largamente en el
proceso de masificación.
Por día debemos estar
importando, es decir comprando en el exterior, volúmenes cercanos a los 200 mil
barriles entre crudo y derivados como el diésel limpio, GLP, algo de gasolinas,
lo cual constituye un drenaje de recursos, de capital dinero que sale para
afuera, que en última instancia lo financian los consumidores.
Me explico, ello sucede
cuando los taxistas cuando tienen que abonar precios de los combustibles como
las gasolinas que duplican los precios de derivados similares en los Estados
Unidos de Norteamérica, el país más rico del mundo; o las amas de casa cuando
compran un balón de GLP pagando más de US $ 10 dólares por un balón de 10
kilos, precios abusivos, a pesar que el insumo principal son los líquidos de
gas natural (LGN) de Camisea, cuyos precios son menores al petróleo crudo.
LESIVO
CONTRATO DE EXPORTACIÓN
En cambio, desde nuestro
país las empresas exportan crudo pesado, residuales más conocidos como
petróleos industriales y sobre todo, gas natural proveniente del lote 56, cuyo
origen contractual en la campaña electoral del 2016 fue una promesa electoral
de los diversos candidatos para su investigación y revisión dando prioridad al
mercado interno.
Desde PPK, pasando por la
Sra. K hasta el propio Alfredo Barnechea de Acción Popular ofrecieron revisar
un lesivo contrato que significa la exportación de un promedio de 450 millones
de pies cúbicos al día hacia México, con regalías de oprobio para el fisco peruano.
En tal sentido, resultan
incoherentes las declaraciones del señor viceministro de hidrocarburos del
MINEM, Dr. Guevara Dodds, que por un lado presenta como objetivo de este
gobierno apostar por la masificación de la “cultura del gas natural” en nuestro
país y de otro lado, no se asume como gobierno ningún compromiso para revisar
el lesivo contrato de exportación de gas natural del lote 56.
Como buen torero evita en
sus declaraciones en un diario local el problema central. Al respecto dice
“Acá, la preocupación principal es analizar qué es lo que ha pasado con las
concesiones que tenemos hoy, cómo han venido funcionando y qué cosas debemos corregir
o qué otras acciones deberíamos tomar. Nuestro objetivo es tratar de
llegar a más peruanos (………) la prioridad
es desarrollar la masificación del gas natural con gas peruano. Al 2021
calculamos estar por encima del millón de conexiones” La República 20/1/19
En verdad el problema de la
masificación en nuestro país, sus problemas y posibilidades se han puesto a la
orden del día en razón del interés del gobierno boliviano de abastecer el sur
peruano de gas licuado de petróleo (GLP), gas natural (GN) y realizar otras
inversiones que permitan la salida del gas boliviano por el puerto de Ilo
(Moquegua), como se señaló en el artículo anterior.
MODELO
BOLIVIANO
Como resulta evidente sería
un contrasentido que teniendo más reservas probadas de gas natural en relación
a nuestro vecino boliviano, prácticamente un 55 % más, si el país altiplánico declara en el 2017
reservas probadas del orden de 10.70 trillones de pies cúbicos, en nuestro país
se suscriben 16.63 trillones con lo cual estaríamos asegurando de lejos la
demanda para los próximos veinte años de lejos.
Asumiendo que por
definición las reservas probadas deben considerarse como un concepto dinámico, pues según la terminología
técnica las reservas probadas son aquellas que pueden ser explotadas comercialmente
con un 90 % de probabilidad de éxito, de acuerdo a los precios y tecnología
vigente, en la medida que se vayan consumiendo, hay la necesidad de reponerlas
en el tiempo.
Por tanto,
considerando las reservas probadas, probables, y posibles prácticamente el
futuro de los próximos cuarenta años está asegurado respecto al gas natural,
solamente si sumamos el potencial del Gran Camisea lotes 88, 56, 57 y a futuro
el lote 58.
Si a ello se agrega
el potencial gasífero del norte del país en Piura y Tumbes, en los lotes
petroleros con gas asociado y no asociado, y en el Zócalo Continental, se puede
decir que nuestro país tiene gas natural en abundancia, sin embargo el gobierno
actual no podría oponerse a la presencia del gas boliviano en el marco de las
políticas del libre mercado.
De otro lado, los
voceros empresariales y sobre todo la cruda realidad desde 2004 a la fecha nos
indican que la masificación de la “cultura del gas natural” no constituye un
negocio rentable en las provincias andinas; también se argumenta que nuestro mercado interno es pequeño de
allí el poco interés de las empresas responsables del transporte de llevar el
gas natural a la sierra del país.
EL SUR SIN GASODUCTO
El otro argumento
descalificador se relaciona con la supuesta insuficiencia de reservas probadas
para alimentar el llamado gasoducto del sur, ahora denominado Sistema Integrado
de Transporte de Gas, para diferenciarse del gasoducto del sur bajo
responsabilidad de Odebrecht, Graña y Montero y Enagás que quedó paralizado al
35% de avance en su construcción por problemas estrictamente financieros del
consorcio comprometido por la corrupción.
En verdad, el
problema de fondo respecto a la masificación de la cultura del gas natural en
el Perú a diferencia de Bolivia y Colombia, es político, la falta de interés
por el desarrollo nacional, pues la política energética depende de las
decisiones de las empresas transnacionales que son los titulares de la
propiedad sobre los hidrocarburos.
Por ello, desde el
punto de vista de una relación de gobierno a gobierno, mientras los
representantes bolivianos tienen capacidad de decisión pues la empresa
petrolera YPFB es la responsable del 100% de la comercialización de los
hidrocarburos tanto a nivel interno y externo, donde la producción está bajo responsabilidad
de empresas privadas, en cambio en nuestro país el propietario de las moléculas
sobre los hidrocarburos son las empresas transnacionales.
De allí, que a lo
sumo como indica el viceministro de hidrocarburos se trataría de hacer con los
representantes bolivianos “sinergias para intercambiar información y
experiencias”, pues aquí quién decide el destino de los hidrocarburos son las
empresas transnacionales, destacando Repsol de España, Hunt Oil de USA, SK de
Corea del Sur, Sonatrach de Argelia, Pluspetrol de Argentina, CNPC de China
Popular, Shell entre otras.
¡En verdad las
autoridades bolivianas debieran negociar con los líderes empresariales de estas
transnacionales!
NACIONALIZACIÓN A LA BOLIVIANA
El fundamento de la
capacidad de decisión a la boliviana tiene su origen en el Decreto Supremo
28701 de mayo del 2006 expresión de la nacionalización de los hidrocarburos
realizado por el presidente Evo Morales.
Así en el artículo 1º
se señala que “En ejercicio de la soberanía nacional, obedeciendo el mandato
del pueblo boliviano expresado en el Referéndum vinculante del 18 de julio del
2004 y en aplicación estricta de los preceptos constitucionales, se
nacionalizan los recursos naturales hidrocarburíferos del país.
El Estado recupera la
propiedad, la posesión y el control total y absoluto de estos recursos.
Artículo 2º A partir
del 1 de mayo del 2006, las empresas petroleras que actualmente realizan
actividades de producción de gas y petróleo en el territorio nacional, están
obligadas a entregar en propiedad a Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos YPFB, toda la producción de hidrocarburos. YPFB, a nombre y en
representación del Estado, en ejercicio pleno de la propiedad de todos los
hidrocarburos producidos en el país, asume su comercialización, definiendo las
condiciones, volúmenes y precios tanto para el mercado interno, como para la
exportación y la industrialización”
Por tanto, desde el
2006 a la fecha, gracias a la nacionalización sobre los hidrocarburos,
el país altiplánico ha tenido en la explotación del gas natural una palanca
para su desarrollo, con mayores ingresos fiscales en relación a la renta
petrolera que captura el estado peruano, con una creciente masificación interna
que integra a las principales ciudades, y una industrialización con mayor valor
agregado, teniendo como protagonista central a la petrolera estatal YPFB
UNA ALTERNATIVA POSIBLE
En nuestro país, si todos los contratos de explotación y exploración de
hidrocarburos firmados en el pasado bajo la modalidad de licencia, donde el
Estado transfiere a cambio de una regalía, la propiedad plena sobre los
recursos naturales, se modifican a contratos de servicios, una cuestión
contemplada en la legislación vigente, tendríamos una política energética al
servicio nacional, sin afectar la gestión ni la rentabilidad que seguiría
siendo privada.
Con esta modalidad de “contratos de servicios” que tiene vigencia en la
realidad, a través de algunos contratos donde opera por ejemplo la empresa
Savia en el lote Z-2B en el Zócalo Continental, en los contratos por los lotes
I y V bajo responsabilidad de Graña y Montero contratos próximos a su
vencimiento y el lote IX bajo gestión de la empresa petrolera de Universidad de
Ingeniería.
En todos éstos “contratos de servicios” el Estado pagaría una retribución
a las empresas operadoras, las cuales se convertirían en contratistas del
Estado, bajo esta condición la Nación representada por el Estado recuperaría la
propiedad, la soberanía, la disponibilidad sobre los recursos naturales.
De esta forma, la explotación de los recursos naturales como el petróleo,
el gas y los líquidos de gas natural estarán al servicio del desarrollo
económico del país, promoviendo las inversiones de riesgo, con una integración
energética al servicio de los sectores sociales menos favorecidos.
URGENTE MASIFICACIÓN
Se debe recordar que las reservas de gas y condensados en el Gran Camisea, fueron descubiertas por la
Shell hacia 1984 por tanto el factor riesgo determinante del precio no fue
asumido por las empresas conformantes del Consorcio Camisea, que en el fondo
obstaculizan la masificación de la cultura del gas, con un comportamento
rentista ajeno al interés público.
Con la alternativa señalada habría una masificación del gas natural a lo
largo y ancho del país por medio de ductos, pues los gasoductos virtuales por
medio de camiones cisternas hacia el norte y sur del país resultan paliativos
pues tienen límites en cuanto a los volúmenes transportados, sobre todo en las
regiones andinas que no constituyen mercados atractivos para la rentabilidad
privada.
Por ello, por ejemplo resulta inaceptable que el gasoducto que transporta
el gas natural que viene del campo Malvinas en La Convención hacia Lima y que
pasa a menos de 15 kilómetros en la localidad de La Quinua cerca a la ciudad de
Huamanga capital de Ayacucho, un centro
urbano con más de 250 mil habitantes no acceda a la cultura del gas, pues es
una región reconocida como pobre por tanto no constituye un mercado atractivo para
las empresas privadas.
En resumen, la Nación peruana debe recuperar la
titularidad, la propiedad sobre los hidrocarburos como el gas natural
reproduciendo lo mejor del modelo boliviano. Ello supone decisión política para
recuperar la soberanía plena sobre nuestros recursos naturales, y un importante
cambio constitucional sobre la responsabilidad
del estado en sectores considerados estratégicos, apostando por el rol
fortalecido de PetroPerú en el sector como lo tiene YPFB en Bolivia.
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