LA PARADOJA
DEL GAS BOLIVIANO EN EL PERÚ
ESCRIBE : JORGE MANCO ZACONETTI
El GLP, el gas licuado de petróleo es una mezcla de dos
hidrocarburos, propano y butano, que tiene una demanda creciente con niveles
superiores a los 65 mil barriles diarios. Se puede decir, que después del
diesel 2, el propio gas natural, es el tercer derivado en importancia en el
mercado de combustibles de nuestro país, que tenemos que importar en mayores
volúmenes para satisfacer el mercado interno.
En vista de ello ante las crecientes compras externas y los
altos precios del balón que se vende en balones de 10 kilos para el consumo
residencial especialmente, los gobernadores regionales del sur, Puno, Moquegua,
han conversado con el presidente de Bolivia, Evo Morales para traer GLP que ya
se transa informalmente y el gas natural (GN) que demandaría mayores
inversiones como ductos, plantas de licuefectación entre otras.
El GLP es un combustible básico en la canasta familiar de uso
doméstico, comercial y en el transporte, con precios superiores a los S/ 40
soles el balón y en provincias llega a costar por encima a los S/ 50 soles, lo
que constituye todo un abuso de mercado,
a vista y paciencia del organismo regulador.
De allí el interés del estado boliviano de abastecer el
sur peruano de estos hidrocarburos el GLP, una mezcla de propano y butano, y el
gas natural (GN) una combinación de metano y etano que requiere la construcción
de ductos para un consumo masivo. Hasta cierto punto de vista el GLP y el GN
sobre todo en las ciudades, son sustitutos.
A LA
BOLIVIANA
Mientras en Bolivia, el estado por medio de la
petrolera estatal es el titular, el propietario sobre los hidrocarburos, es
decir dispone sobre el destino final del recurso, pues YPFB comercializa el
100% de los hidrocarburos, pues el país altiplánico exporta gas natural al
Brasil y Argentina, y compra al exterior diesel y gasolinas donde son
deficitarios.
Como titular, el estado boliviano en el marco de un
planeamiento estratégico dispone el destino final de los hidrocarburos, por
ello desde el 2006 ha apostado por la
masificación interna del gas natural integrando energéticamente dicho país,
mejorando los precios de exportación del gas y realizado inversiones para
desarrollar petroquímica básica, obteniendo urea un excelente fertilizante para
la agricultura.
Según la “Agencia Nacional de Hidrocarburos” la
produción diaria de gas natural bajo responsabilidad en gran parte de empresas
privadas al 2017 promediaba los 2,000 millones de pies cúbicos con reservas
probadas que sumaban los 10.7 trillones de pies cúbicos. Es decir, Bolivia
tiene menores reservas probadas que nuestro país que básicamente yacen en el
subsuelo de Camisea que para dicho año bordeaban los 15.5 trillones.
Desde el 2006 a
la fecha, gracias a la nacionalización sobre los hidrocarburos, el país
altiplánico ha tenido en la explotación del gas natural una palanca para su
desarrollo, con mayores ingresos fiscales, una creciente masificación interna
que integra a las principales ciudades, y una industrialización con mayor valor
agregado, teniendo como protagonista central a la petrolera estatal YPFB
PERÚ CON ESTADO
AUSENTE
A diferencia de Bolivia, en nuestro país, las empresas
privadas resultan las “dueñas de las moléculas” y deciden el destino final
sobre los hidrocarburos como el gas natural. Por ello después de catorce años
solamente tenemos 600 mil hogares conectados a la cultura del gas natural lejos
de la masificación a la boliviana que beneficia al 25 % de su población.
Tampoco se verifica una
industrialización del gas natural a pesar del marco legal vigente desde el 2007
a la fecha, pues no interesa a las empresas privadas mientras la petroquímica
no sea un negocio rentable. En esta realidad, el precio del insumo básico como
el gas natural resulta fundamental, por ello las empresas industriales se
preguntan primero a qué precio se vendería el gas natural.
En nuestro país, de una producción
en el 2017 de 1,252 millones de pies cúbicos diarios se exporta un promedio de
400 millones de pies cúbicos diarios del lote 56 hacia México y a terceros
países, a precios ridículos y en el
exterior se industrializa el gas natural que se exporta donde dicho sea de paso
se abonan unas regalías miserables para el fisco.
Mientras el Estado no recupere la capacidad de decisión sobre qué hacer
sobre los hidrocarburos, tendremos la paradoja mediante la cual el Gasoducto
del Sur será una ilusión a pesar de las importantes reservas que puedan existir
en los lotes 88, 56, 57 y 58 en el Gran Camisea. Igualmente la industria
petroquímica dependerá de las condiciones del precio que imponga el productor
privado a diferencia de Bolivia que desde el 2006 gracias a la nacionalización
sobre los hidrocarburos dispone plenamente de sus recursos.
Esta realidad, está ligada al rol
del Estado peruano que debe jugar en el sector de hidrocarburos, y a la
necesidad de una urgente reforma cualitativa que tenga que ver con la propiedad
de los hidrocarburos, los mismos que están constituidos por el petróleo crudo
donde somos deficitarios, los líquidos de gas natural y el propio gas natural
donde tenemos importantes reservas probadas, mayores a las existentes en
Bolivia y Colombia.
LA ALTERNATIVA POLÍTICA
Si todos los contratos de explotación y exploración de hidrocarburos
firmados en el pasado bajo la modalidad de licencia, donde el Estado transfiere
a cambio de una regalía, la propiedad plena sobre los recursos naturales, se
modifican a contratos de servicios, una cuestión contemplada en la legislación
vigente, tendríamos una política energética al servicio nacional, sin afectar
la gestión ni la rentabilidad que seguiría siendo privada.
Bajo la modalidad de “contratos de servicios” , el Estado pagaría una
retribución y las empresas se convertirían en contratistas del Estado, bajo
esta condición la Nación representada por el Estado recuperaría la propiedad,
la soberanía, la disponibilidad sobre los recursos naturales.
De esta forma, la explotación de los recursos naturales como el gas y
líquidos de gas natural estarán al servicio del desarrollo económico del país,
con una integración energética al servicio de los sectores sociales menos
favorecidos. Habría una masificación sobre todo en las regiones andinas que no
constituyen mercados atractivos para la rentabilidad privada.
Por ello, la Nación peruana debe recuperar la
titularidad, la propiedad sobre los hidrocarburos como el gas natural reproduciendo
lo mejor del modelo boliviano, pues resultaría un absurdo económico que nuestro
país teniendo más gas natural bajo el subsuelo que nuestro vecino, tenga que valorizar y capitalizar el gas
boliviano.
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