LOS LÍMITES DEL LIBRE MERCADO CON EL GAS NATURAL
ESCRIBE : JORGE MANCO ZACONETTI
En verdad, la
propuesta boliviana de sacar el gas natural que administra, comercializa tanto interna
como externamente al 100 % la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos (YPFB) ha descolocado al gobierno peruano por una serie de
razones, llevando al límite las características de un modelo de “libre mercado”
en el sector de hidrocarburos, que se ha instaurado en nuestro país, con
dictadura, alta dosis de corrupción y precios abusivos en los combustibles.
Lo que está en crisis
y en cuestión es el modelo de “libre mercado” donde supuestamente el libre
juego de las fuerzas de la oferta y demanda resulta el mejor asignador de
recursos, para determinar los precios. Ello no resulta válido en el sector de
hidrocarburos por experiencia e historia.
Hemos señalado que
sería un absurdo, un contrasentido que nuestro país teniendo en el subsuelo más
reservas probadas que nuestro vecino del altiplano, en petróleo y gas natural
tenga que consumir el gas natural boliviano, sea en Puno, u otras regiones del
sur peruano.
Si bien el otro
combustible comercial como el GLP que se vende en balones o bombonas de 10
kilos tiene un pasado fáctico ligado al contrabando, en los últimos tiempos se
compra el GLP boliviano, que se envasa y comercializa en el sur, pues hemos
transitado de ser autosuficientes a importadores en dicho combustible, que se
vende a precios de abuso por encima de los S/ 40 soles el balón, y en Puno a
mitad de precio.
Todos debemos
reconocer que existen una serie de graves distorsiones en la determinación del
precio de un balón de GLP pues a un
precio de S/ 22 soles por un balón de 10 kilos, que incluye precio de refinería
más impuestos se tenga que vender por encima de los S/ 38 hasta S/ 45 soles en
las provincias del sur y norte del país.
De allí, la simpatía
el interés de los gobiernos regionales por contar con energéticos más baratos
en relación a los precios vigentes en el mercado peruano. Sin embargo, el
problema de fondo es mayor, es histórico en relación al modelo de explotación
de los recursos naturales.
LIBRE MERCADO O RACIONALIDAD ESTATAL
En un lenguaje
simplificado se puede decir que estamos frente a las contradicciones de un
modelo estatista, populista dirían algunos como el de Evo Morales frente a un
modelo liberal, de “laissez faire, laissez passer” en el sector de
hidrocarburos, que se instauró en el Perú desde la Constitución de 1993 y la
ley de hidrocarburos que asume los principios del libre mercado y que los
precios se determinan por la oferta y demanda, cuando en verdad rigen las leyes
del mercado oligopólico, donde pocas empresas, las más fuertes concertan y
controlan el mercado.
En esa lógica llevada
al extremo, las autoridades del gobierno peruano no podrían impedir las
inversiones bolivianas en nuestro país, de abastecer con seguridad y respeto al
medio ambiente a precios atractivos el gas natural (GN) y el gas licuado de petróleo (GLP) en el
mercado peruano.
Legalmente YPFB no
tendría ningún impedimento, pues cualquiera que tenga los capitales necesarios
y dispuestos puede explorar y explotar hidrocarburos, transportar, refinar,
distribuir de forma mayorista y minorista combustibles, según la ley de
hidrocarburos que rige en nuestro país.
Es más, en la fase de
transporte cualquier empresa puede construir redes, ductos, gasoductos, tanques
de almacenamiento, contando con la autorización o permiso del ministerio de
Energía y Minas, que no podría jurídicamente obstaculizar ni discriminar las
inversiones así provengan de un país como la Bolivia de Evo Morales.
EMPRESAS ESTATALES EN EL SECTOR
Se debe tener
presente que en nuestro país en el sector energético operan una serie de
empresas estatales de terceros países sin mayores problemas. Aquí un breve
recuento.
En las operaciones
del noroeste en Talara (Piura) la empresa estatal china CNPC explota el crudo y
gas del lote X el más importante en la región. También tiene bajo su
responsabilidad el 46 % del lote 57 y el 100 % del lote 58 todos ubicados en el
Gran Camisea. Por tanto, si el gasoducto del sur demanda gas, el abastecimiento
debe ser negociado con la empresa CNPC, que tiene la sartén por el mango.
Es más, en el denominado
Consorcio Camisea forma parte la petrolera estatal argelina Sonatrach con el
10% de las acciones.
También la empresa
china SAPET filial de la estatal CNPC explota el lote petrolero VI/VII en
Talara. Igualmente en la región del norte en el Zócalo Continental opera el
consorcio SAVIA que está integrado por dos empresas estatales petroleras,
Ecopetrol de Colombia y KNOC de Corea del Sur
Por último, en la
empresa eléctrica ENEL GENERACIÓN la empresa eléctrica más importante del
mercado en la generación en cuanto a potencia (Edegel) y distribución con ENEL
Distribución la que antes se denominaba Edelnor, el estado italiano retiene directamente e
indirectamente el 30 % de las acciones por medio del ministerio de economía y
finanzas de dicho país.
Como se podrá
observar el gobierno peruano no podría legalmente limitar o impedir la
presencia de la petrolera boliviana YPFB sin quebrar los principios de los
dogmas del libre mercado, para empezar, pues ya existe presencia estatal de
terceros países en el mercado peruano de hidrocarburos y de energía.
¿CON QUIÉN NEGOCIAR?
Desde el punto de
vista de una relación de gobierno a gobierno, mientras los representantes
bolivianos tienen capacidad de decisión pues la empresa petrolera YPFB es la
responsable del 100% de la comercialización de los hidrocarburos, en cambio en
nuestro país el propietario de las moléculas sobre los hidrocarburos son las
empresas transnacionales, que deciden en última instancia.
De allí, que lo
efectivo, real y concreto es que las empresas transnacionales, como Repsol de
España, Hunt Oil de USA, SK de Corea del Sur, Sonatrach de Argelia, Pluspetrol
de Argentina, CNPC de China Popular, no verían con buenos ojos la presencia de
un competidor estatista, a menos que se allane al modelo extractivista de libre
mercado, con precios abusivos, sin subsidios y ganancias oligopólicas.
Por ello, el estado
peruano debe recuperar la soberanía, la capacidad de decisión y la propiedad
sobre los hidrocarburos, para masificar la cultura del gas a lo largo y ancho
del país. En el mismo sentido, con la propiedad sobre “las moléculas” el estado
podría decidir qué reservas podían destinarse al mercado interno y a la
exportación, cuántos volúmenes de gas
natural, y de los lotes que alimentarían el gasoducto del sur peruano, para
llevar energía barata al sur del Perú.
Así, millones de
peruanos en lugar de abonar S/ 40 soles más o menos por un balón de GLP de 10
kilos, pagaría a lo sumo S/ 15 soles mensuales por el gas natural equivalente.
Esto sería una realidad gracias a la masificación de la cultura del gas
natural.
Igualmente con la
soberanía plena sobre los hidrocarburos, el estado peruano podría decidir lo
más conveniente a los intereses del país, si seguir quemando gas natural en la
generación eléctrica o industrializar este recurso para producir urea un
excelente fertilizante necesario para la agricultura, o producir el nitrato de
amonio, explosivo indispensable en la exploración minera, productos necesarios
que por ahora importamos.
Es decir, el estado
peruano con la soberanía plena sobre los recursos naturales, retribuyendo a las
empresas de hidrocarburos que se convertirían en contratistas por medio de los
“contratos de servicios”, podría apostar por las políticas de valor agregado,
para monetizar y capitalizar el país a partir de un recurso como el gas
natural, adoptando como ejemplo lo mejor de la experiencia boliviana.
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