GRANDEZAS Y MISERIAS EN EL SECTOR DE HIDROCARBUROS
ESCRIBE : JORGE MANCO ZACONETTI
En la segunda semana
de febrero se reunirán las delegaciones de los gobiernos de Perú y Bolivia del
sector hidrocarburos para intercambiar experiencias, información, y estudiar
las posibilidades reales de las inversiones de la petrolera estatal boliviana
YPFB en una serie de rubros que van desde el abastecimiento de gas licuado de
petróleo (GLP), tendidos de ductos, participación en la distribución de gas
natural en ocho provincias del centro del país, en tanques de almacenamiento, y
hasta en una planta de licuefectación de gas natural en Ilo (Moquegua), para la
exportación a terceros países.
En principio, debemos
reconocer que estamos ante dos modelos alternativos de explotación de los
recursos hidrocarburíferos. Por un lado un modelo liberal, de oferta y demanda
donde el estado peruano ha renunciado expresamente a la titularidad, a la
propiedad sobre las “moléculas” del petróleo, gas y líquidos de gas natural.
Este modelo de “libre
mercado” vigente en el conjunto de la economía, y especialmente en el sector de
hidrocarburos se instauró en el Perú desde la Constitución de 1993 y la ley de
hidrocarburos actual, donde se asume que los precios de los combustibles por
ejemplo se determinan por la oferta y demanda, cuando en verdad se rigen por
las leyes del mercado oligopólico, donde pocas empresas, las más fuertes
concertan y controlan el mercado.
En esa lógica llevada
al extremo, las autoridades del gobierno peruano no podrían impedir las
inversiones bolivianas en nuestro país, de abastecer con seguridad y respeto al
medio ambiente a precios atractivos el gas natural (GN) y el gas licuado de petróleo (GLP) en el
mercado nacional.
En verdad, con los
precios de los combustibles vigentes en nuestro país, la estatal boliviana YPFB
espera obtener importantes beneficios, pues el mercado peruano de combustibles
gracias a sus distorsiones es altamente rentable tanto en la producción como en
la distribución.
Es más, legalmente
YPFB no debiera tener ningún impedimento, pues cualquier persona jurídica, una
empresa que tenga los capitales necesarios y dispuestos para invertir, puede
explorar y explotar hidrocarburos, transportar, refinar, distribuir de forma
mayorista y minorista combustibles, según la ley de hidrocarburos que rige en
nuestro país.
EL MODELO BOLIVIANO
De otro lado, el
modelo boliviano que podría ser tildado de nacionalista, estatista y hasta de
populista pero que ha sido efectivo para los objetivos del gobierno de Evo
Morales desde mediados del 2006 a la fecha, dando estabilidad a un país que
cambiaba de presidente cada año.
Es decir, como hemos venido sosteniendo en varios
artículos, en Bolivia gracias a la nacionalización sobre los hidrocarburos, el
país altiplánico ha tenido en la explotación del gas natural una palanca para
su desarrollo reduciendo significativamente la pobreza, disminuyendo las
brechas sociales en un país que en los últimos tres años ha liderado el
crecimiento económico de los países de América Latina.
Es más, con mayores ingresos fiscales de la renta petrolera que captura en relación al
estado peruano, con una creciente masificación interna que integra a las
principales ciudades, y una industrialización con mayor valor agregado,
teniendo como protagonista central a la petrolera estatal YPFB.
Todo ello ha sido posible con la nacionalización de los
hidrocarburos, donde la petrolera estatal boliviana comercializa el 100 % de
los hidrocraburos tanto en el mercado interno y externo. Siendo el estado el
titular, propietario sobre los hidrocarburos de los cuales puede disponer plenamente
a diferencia del estado peruano.
RENTA PETROLERA
Por definición la
renta petrolera es la diferencia entre el precio internacional de los
hidrocarburos como el petróleo y los costos internos de producción. Esta
diferencia o excedente siempre ha sido materia de conflicto, pues los capitales
presionan por los más altos márgenes de utilidades frente al estado y los
trabajadores.
En el caso de los
productos de la tierra como los minerales y los hidrocarburos la teoría de la
renta diferencial y absoluta resulta de la mayor importancia para la
capitalización o empobrecimiento de los países dotados con recursos naturales.
Lamentablemente son pocos los países extractivistas en América Latina donde la
explotación de materias primas generen riqueza para las mayorías.
En la práctica lo que
el estado percibe de la renta petrolera, son los impuestos a las ganancias
(impuestos a la renta) y las regalías por la explotación del petróleo, gas y
líquidos de gas natural, que tributariamente se deducen como gasto.
Por el contrario, los
capitales privados de la renta petrolera retienen las utilidades, las
depreciaciones, amortizaciones, los pagos por capital de préstamos (intereses).
Es más, se utilizan una serie de mecanismos tributarios para reducir la
utilidad imponible, y “sacarle la vuelta” al fisco
Por último, los
trabajadores del sector perciben de la renta petrolera la llamada participación
en las utilidades, distribución que interesadamente se ha fijado sobre el 5 %
de la renta distribuible, cuando a los trabajadores que operan en los sectores
extractivos como la minería e hidrocarburos les debiera corresponder el 8 % de
la renta.
De allí que la pugna,
la oposición de intereses en la explotación de los recursos naturales no
renovables en la historia de América Latina ha transitado por la mayor o menor
participación del estado en la riqueza en representación de la Nación sobre la
renta petrolera.
GRANDEZAS Y MISERIAS FISCALES
Para el caso que nos
interesa en una comparación entre Perú y Bolivia, podemos afirmar que el estado
del país altiplánico captura una mayor porción de la renta petrolera de los
recursos hidrocarburíferos en relación al estado peruano gracias a la
nacionalización del 2006.
Incluso esta mayor
participación del estado boliviano sobre la riqueza ha sido reconocida por
organismos multilaterales como el Banco Mundial y FMI que están libres de simpatías socializantes o populistas.
Sin embargo, debemos
señalar que esta bonanza gasífera ha llegado a su término en los últimos dos
años por la depresión de los precios del petróleo dado que los precios del gas
natural boliviano que se exporta al Brasil y Argentina están atados, indexados
a los precios del crudo, cuestión que no sucede en nuestro país.
Al margen del tamaño
de las economías estimado por el indicador clásico como el valor de la
producción de bienes y servicios (PBI), pues la economía peruana sería casi
cinco veces más grande y tres veces más poblada que la boliviana, con una
producción de hidrocarburos más o menos equivalente pues si ellos producen más
gas natural, en nuestro país se explota más petróleo y líquidos de gas natural.
Lo que interesa
demostrar es el ingreso fiscal que percibe el estado peruano versus el
boliviano. Para ello presentamos un cuadro resumen “Comparación de los Ingresos
Fiscales Generados por la Actividad de Hidrocarburos de Perú y Bolivia” en el
período 2011 al 2017 expresados en millones de dólares corrientes.
Al margen del valor
de los dólares en Perú y Bolivia, el denominado “poder de compra”, pues en el
país altiplánico con US $ 100 dólares se compra más bienes y servicios en
relación a nuestro país, podemos concluir que el fisco boliviano percibe
mayores ingresos sea por impuestos, regalías, patentes y penalizaciones en
todos los años del período considerado gracias a la nacionalización.
Por el contrario, en
el período 2011/2017 el estado peruano ha captado sea por ingresos tributarios
como los selectivos, más el impuesto a la renta menos las devoluciones
tributarias. A ello se debería sumar las regalías que percibe por la
explotación de petróleo, gas natural y líquidos de gas natural.
BONANZA Y CAÍDA
Por tanto, en un año
de bonanza como el 2012 cuando los precios del petróleo promediaban los US $
100 dólares el barril, el fisco peruano percibía ingresos fiscales por la
explotación de petróleo, gas y líquidos de gas natural sobre todo proveniente
de los lotes de Camisea, lotes 88, y 56
la suma de US $ 3,486 millones de dólares, y el fisco boliviano US $
4,292 millones de dólares.
En el 2015 cuando los
precios del crudo se caen a los US $ 50 dólares el barril, el estado peruano
percibió por la explotación de hidrocarburos apenas el valor de US $ 1,383
millones de dólares mientras el fisco boliviano capturó US $ 3,839 millones de
dólares.
En el 2017 con
ingresos del petróleo que promedian los US$ 52 dólares el barril prácticamente
los ingresos fiscales en el Perú se mantienen sobre los US $ 1,380 millones de
dólares, mientras los ingresos fiscales en Bolivia se derrumban para llegar a
ser de US $ 1,860 millones.
De allí del interés
de la petrolera YPFB de diversificar el mercado de las exportaciones de gas
natural que por contrato están destinadas hacia el Brasil y en menor medida a
la Argentina.
Ello explica también
la aplicación de las políticas de valor agregado como la producción de urea y
la apuesta por la petroquímica avanzada que les permitirá producir plásticos a
partir del 2021, pues la industrialización del gas natural le otorga un mayor
valor de mercado al producto final, todo lo contrario a nuestro país.
PRODUCCIÓN Y PRECIOS
En el 2012 en el Perú
las empresas producían 1,199 millones de pies cúbicos de gas natural por día
con precios en boca de pozo que no superaban los US $ 3 dólares por millón de
BTU que es una medida de calor que resulta equivalente a casi 1,000 pies
cúbicos en volumen.
Para que se entienda
la tremenda riqueza que se concentran en las empresas productoras de gas,
podemos afirmar que aproximadamente el
50 % de un millón de BTU (US $ 1.5 dólares) resulta equivalente en términos
caloríferos a un balón de 10 kilos de GLP que se vende a más de US $ 10
dólares. De allí, la importancia de la masificación de la cultura del gas
natural en nuestro país, para tener un energético barato, limpio y competitivo
al servicio de las mayorías.
Por tanto, se puede estimar las espectaculares
utilidades privadas que tienen plantas de fraccionamiento de líquidos de gas
natural que se extraen y se separan del gas natural para procesar GLP, como es
el caso de Pluspetrol, Savia, Graña y Montero en nuestro país. A ello debe
sumarse las ganancias y distorsiones del precio en la cadena del envasado y
distribución.
EXPORTACIÓN A PRECIOS DE OPROBIO
Debe indicarse que de
la producción diaria de gas natural que promedia los 1,200 millones de pies
cúbicos, aproximadamente 430 a 450 millones de pies cúbicos se exportan
especialmente hacia México a precios castigados pues tienen como marcador el
precio Henri Hub vigente en el mercado norteamericano, precio que desde la
crisis financiera de fines del 2008 se ha tirado al piso, gracias a los
extraordinarios excedentes que tiene USA gracias al gas de piedra o gas
enquisto (shale gas).
Por una fórmula
contractual en el contrato de exportación de gas natural proveniente del lote
56 firmado durante el gobierno de Toledo, con participación de PPK se pactó que
el precio vigente en el contrato de exportación sería el marcador Henri Hub
menos un 9% que hacia el 2004/2005 se mantenía sobre los US $ 10 dólares el
millón de BTU, por ello en ese entonces,
el contrato de exportación era percibido apetitoso y rentable para las empresas
consorciadas en Perú LNG (Hunt Oil, SK de Corea, Repsol etc.)
Sin embargo, con el
derrumbe del precio del gas natural en USA el marcador Henri Hub se tiró al
piso y desde esa fecha hasta hoy no supera los niveles de US $ 3 dólares el
millón de BTU, con el abono de regalías miserables para el fisco peruano, por
la aplicación de la fórmula del “net back Price” (precio hacia atrás)
Por ello, las
empresas reexportaban el gas de México hacia otros mercados más rentables, con
ello le sacaban la vuelta al estado peruano, pues las regalías que debían pagar
se fijaban sobre los precios de oprobio y no sobre los precios finales, como
los vigentes en Corea del Sur o Japón que en algún momento se fluctuaron sobre
los US $ 15 dólares el millón de BTU
Lo cierto y evidente
es que los precios del gas natural de exportación del lote 56 debieran
revisarse, como debiera renegociarse un contrato lesivo a los intereses del
país, para promover una genuina masificación de la cultura del gas natural.
Por el contario en
Bolivia gracias a la nacionalización de los hidrocarburos, los precios del gas
natural para la exportación están amarrados al precio del petróleo, por ello en
promedio los precios que percibe la estatal petrolera boliviana YPFB fluctúan
sobre los US $ 5 a 6 dólares por millón de BTU, precios que duplican a los
vigentes en nuestro país, y de lejos superan los precios base del gas de
exportación US $ 0.52 centavos de dólar por millón de BTU.
Si a ello se suma que
las tasas de regalías en el vecino país promedian el 50 % al margen del
impuesto a la renta, mientras en nuestro país solamente las regalías de los
hidrocarburos del lote 88 abonan el 37.24 %, mientras las regalías del lote 57
son equivalentes a una tasa de 5 %, y las regalías aplicadas al lote 56 tienen
una fórmula especial que pueden ser del 38 % sobre un precio mínimo de US $
0.52 centavos por millón de BTU, es decir se cobra una regalía de oprobio que
este gobierno se comprometió a renegociar.
LGN MÁS CRUDO
Si bien Bolivia en el
2017 produce un poco más de 2,000 millones de pies cúbicos diarios, y 59,326
barriles diarios entre petróleo y líquidos de gas natural según la información
proporcionada por la Agencia Nacional de Hidrocarburos de Bolivia, con lo cual
ha masificado la cultura del gas imponiendo un modelo de valor agregado al
servicio de las mayorías bolivianas.
En cambio en nuestro
país producimos para mismo año 1,252 millones de pies cúbicos, se reinyectan
más de 300 millones de pies cúbicos diarios en el lote 88, pues el negocio
rentable, el lomo fino es la producción de líquidos (LGN) que tiene referentes
internacionales, mientras el precio del gas natural del lote 88, es un precio
regulado, barato que mayormente es aprovechado en un 70 % por un cogollo de
empresas eléctricas, que queman gas barato y venden energía cara.
En resumen, en un
nuevo modelo de acumulación donde el estado peruano recupere la soberanía sobre
los recursos naturales como los hidrocarburíferos (petróleo, gas y líquidos de
gas natural), podremos aumentar la participación del fisco en la renta
petrolera, masificar la cultura del gas natural a lo largo y ancho del país e
industrializar un recurso al servicio del desarrollo del país.
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