lunes, 21 de abril de 2008

¿QUÉ HACER: FRENTE AL PETROLEO CARO Y GAS NATURAL BARATO?

Existen varios factores que explican la subida persistente del precio internacional del petróleo que van desde los problemas del Medio Oriente y la ocupación norteamericana en Irak, país que tiene más reservas en relación a la Arabia Saudita, hasta la desvalorización del dólar frente al euro, oro, y también el petróleo que desde hace mucho tiempo se le denomina también “oro negro”. Por tanto, mientras persista la declinación de la economía norteamericana, y la desvalorización del dólar, el precio del oro se mantendrá por encima de los 1,000 dólares onza troy y el precio del barril de crudo superará los 120 dólares, afectando a economías como la del Perú, que depende altamente del crudo importado.

Solamente los Estados Unidos de Norteamérica consumen más de 22 millones de barriles diarios, la economía China más de 7 millones diarios de un consumo mundial de 85 millones de barriles diarios, y todo hace pensar que la demanda mundial aumentará a pesar de la recesión norteamericana.

Lo evidente es que el Perú es un importador neto, pues compramos al exterior más de 100 mil barriles diarios para poder satisfacer el mercado interno de combustibles que consume 150 mil barriles como promedio, en especial el diesel 2 que consumimos por encima de los 64 mil barriles diarios, equivalentes a 35 % de la demanda de hidrocarburos en el 2007. Sin embargo, gracias a Camisea la demanda de gas natural equivalente en barriles ocupa el segundo lugar desplazando al gas licuado de petróleo (GLP) y las gasolinas.

Así, en un ejercicio de conversión del gas natural en barriles, la demanda de gas natural en el año 2007 ha sido de 42 mil barriles diarios (23 %), por tanto el gas ha desplazado al GLP que suma los 26 mil barriles (14%) y a los petróleos residuales que arriban a los 21 mil barriles equivalentes, conjuntamente con todas las gasolinas que suman también 21 mil barriles diarios.
En materia de política de combustibles estamos en el sendero correcto dependiendo cada vez más del gas natural que explica en la actualidad el 30 % de la generación eléctrica y donde más de 30 mil vehículos se han reconvertido al gas natural, y el objetivo nacional debiera ser superar los 300 mil vehículos al 2011 de un parque automotor que bordea el millón y medio de unidades, de los cuales más del 60 % está registrado en Lima.

Este es un objetivo central que el gobierno está interesado en promover con el llamado “bono de chatarreo”, por medio del cual los propietarios de automotores a diesel con más de 10 años de antigüedad puedan acceder a un bono de 2,500 dólares y de esta forma financiar la adquisición de un vehículo a gas natural.

El ministerio de Energía y Minas ha solicitado al ministerio de Economía y Finanzas el financiamiento de aproximadamente 50 millones de dólares para ejecutar este proyecto que presenta ganancias ambientales frente a un parque automotor envejecido, y económicas para los propietarios que adquieran las unidades que consumen gas natural.

Se debe tener presente que el actual gobierno a fines del 2006 negoció por cinco años con la empresa argentina Pluspetrol, operadora de Camisea, un precio preferencial para el gas natural que se utilice en el parque automotor, lo cual significa un gran ahorro para beneficio del consumidor, que no se está aprovechando lo suficiente.

El precio del gas natural, tiene un precio inferior a los cinco nuevos soles por galón equivalente frente a las gasolinas que estarían por encima de los 13 nuevos soles el galón si se trata de las gasolinas de 90 octanos, y si fuese de gasolinas 97 octanos tendría que pagar más de 17 nuevos soles.

Sin embargo, el costo de la conversión de un vehículo gasolinero a gas natural sigue siendo muy alto para un taxista o empleado, el abonar 1,200 a 1,400 dólares supone una dificultad para masificar y extender los beneficios del gas natural a las mayorías. Es más, al año se tiene que abonar más de 60 dólares a la empresa supervisora de las instalaciones del “chip” inteligente que verifica el buen estado del automóvil. Es decir, un abuso por una simple revisión que no debiera costar ni 60 soles.

En el mismo sentido debemos ser más agresivos para extender la red domiciliaria del gas natural para que una mayor población de Lima acceda a los beneficios del gas de Camisea. En el presente no llegan a las 10 mil familias y cerca de 300 empresas que se han “enganchado” con el gas natural obteniendo ganancias ambientales y económicas por los menores precios que ello significa.

Por ello, los municipios distritales debieran facilitar los permisos y licencias para establecer mayores conexiones domiciliarias con una política promotora que beneficia a los vecinos en el marco de la seguridad energética. Al mismo tiempo con una mayor cantidad de conexiones se debe reducir el costo de las instalaciones que está al borde de los 2,000 nuevos soles por domicilio, algo que está fuera de presupuesto de los sectores populares.

Sin embargo, las modificaciones del contrato realizadas en el 2003 para cambiar los términos del contrato para pasar de consumidores obligatorios a consumidores potenciales, hizo que la empresa “G.N.L.C Calida” no pusiera todo el empeño necesario para que hoy tengamos más de 65 mil clientes, que resultan ridículos frente a la experiencia de Colombia que ha masificado el consumo interno del gas natural, teniendo a su empresa ECOPETROL como agente dinamizador.

PARA QUÉ GAS BARATO

En la masificación del consumo del gas natural debiéramos ser más ambiciosos pero con las reservas del caso. No resulta razonable por ejemplo, masificar el consumo del gas natural para la generación eléctrica, puesto que sería una fórmula facilista por los menores costos que implica la inversión de centrales térmicas a gas natural frente a la construcción de centrales hidráulicas, o mejor aún frente a la energía eólica que se está absurdamente desaprovechando.

En nuestro país el precio del gas natural en boca de pozo proveniente del Lote 88 Camisea es tan barato para la generación eléctrica, equivalente a un dólar el millón de BTU (unidad de calor más o menos equivalente a 1,000 pies cúbicos de gas natural) multiplicado por un factor de ajuste, y en el caso de la industria a un precio de 1.80 el millón más el factor de ajuste, y que con los costos de transporte (US $ 1.0) y distribución no superan los 4 dólares el millón de BTU para el consumidor.

En los Estados Unidos de México y Norteamérica el precio por millón de BTU según el marcador “Henry Hub Spot Price” está sobre los US$ 9.85 dólares al cual habría que sumarle los costos de transporte y distribución. Es decir, el precio del gas natural en nuestro país es bajísimo en relación a los vigentes a nivel internacional. Es tan bajo que desestimula la inversión de centrales hídricas y eólicas necesarias para la generación eléctrica.

Y ello se explica por la naturaleza del contrato firmado en el 2001, ante el retiro de la Shell en 1998 y las reservas probadas que estaban en el subsuelo del Lote 88, y especialmente a la renegociación que se realizó a fines del 2006 con la empresa argentina Pluspetrol. Se debe recordar que el contrato original del 2001 durante el Gobierno de Transición del doctor Valentín Paniagua, el precio del gas natural estaba determinado para la generación eléctrica de un dólar multiplicado por un factor de ajuste dependiente del precio de los petróleos industriales.

Así, mientras el precio de los petróleos residuales en New York, Costa Oeste de USA y Rotterdam, se mantenía por los 20 dólares el barril como el 2001, no había ningún problema, pero cuando los precios del crudo y los derivados comenzaron a elevarse en especial a partir del 2004, hasta llegar los petróleo industriales a un precio mayor a los 50 dólares el barril, el precio del gas natural tenía que ajustarse, pues estaba atado al precio de los residuales.

Sin embargo, en una negociación estratégica entre el presente gobierno y la empresa Pluspetrol se fijaron otros factores de reajuste, que sustituyen el precio de los petróleos industriales. Así, el precio del gas para la generación eléctrica e incluso para el uso industrial, se mantuvo al igual que el contrato del 2001, pero ahora el factor de ajuste sería el índice de precios del equipo y maquinaria en los Estados Unidos con un límite de incremento anual no mayor del 5 %.

Esta renegociación del presente gobierno demuestra que sí se puede renegociar los contratos de estabilidad, jurídica y administrativa, firmados con las empresas privadas cuando existe decisión política y conviene al interés nacional. Y lo mismo debiera hacerse para que todas las empresas mineras, sin excepción, abonen las llamadas regalías mineras, como lo hacen todas las empresas de hidrocarburos.

viernes, 4 de abril de 2008

MINERÍA: GANANCIAS EXTRAORDINARIAS E INESPERADAS

El 2007 también ha sido un buen año para la gran mayoría de las empresas que cotizan en la pequeña Bolsa de Valores de Lima a pesar de los crecientes problemas sociales y las fuertes presiones contra la actividad minera. Las elevadas y extraordinarias ganancias de las empresas mineras se explican en gran parte a los altos precios de los minerales, a los bajos costos de producción, en especial del oro, plata, estaño, zinc, plomo y cobre, pero también a las crecientes inversiones de algunas empresas como Cerro Verde que han ampliado su capacidad de planta.

La gran interrogante que debiera plantearse al respecto es si en los próximos años se mantendrán las tasas extraordinarias de rentabilidad en razón de la recesión de la economía norteamericana, las presiones inflacionarias que recorren a la economía mundial incluida a la gran China Continental. Debiera ser evidente que nos encontramos a borde de una severa crisis en los Estados Unidos, y el debate radica si esta des aceleración o recesión arrastrará al resto de la economía mundial y cuánto tiempo durará.

Al margen del precio del oro que encuentra una mayor demanda como refugio de valor en razón de la debilidad del dólar, y su creciente utilización mundial en la joyería y artesanía, y del cobre que se mantiene sobre los tres dólares la libra, y cuyo uso está fuertemente asociado a la construcción y las telecomunicaciones, los precios de los demás minerales han encontrado su techo de crecimiento manteniéndose a niveles impensables hace cinco años.

En verdad, asumir la existencia de las llamadas “ganancias extraordinarias” no debiera constituir un ejercicio teórico en un país empobrecido como el nuestro. Si la minería es a nuestro entender el sector más importante de la economía peruana, que capta el interés de las grandes transnacionales y los mayores montos de inversión, es también el más cuestionado. Después de todo, la existencia de históricos pasivos mineros constituyen una prueba cruda de las externalidades negativas y contaminantes de la minería del pasado y del presente.

En todo caso, es de justicia plantearse la interrogante si la actividad minera está contribuyendo lo suficiente en proporción a la mayor riqueza obtenida. Es decir, de la renta minera entendida como el diferencial entre el precio internacional y los costos internos de producción, qué proporción es apropiada por el Estado y qué participación tiene el capital privado. Esta será la línea de futuras investigaciones.

Sirva de ejemplo como la misma onza de oro hacia el 2001 se cotizaba por debajo de los 300 dólares la onza troy, y hoy se valoriza alrededor de los 1,000 dólares, y si bien los costos de producción se han elevado, el incremento de los precios ha sido más importante.

Sin embargo, la actividad minera en su desenvolvimiento encuentra cada vez más una mayor oposición de los sectores ambientalistas y de las comunidades campesinas que son impactadas por operaciones mineras modernas que irrumpen en sociedades tradicionales, reproduciendo el viejo debate modernidad/tradición. Se trata al fin y al cabo, de comunidades rurales excluidas y empobrecidas en los casi 200 años de vida republicana que en gran parte de los conflictos demandan ser empleados por las empresas mineras y/o una mayor contribución económica social ante un “Estado ausente”.

GANANCIAS EXTRAORDINARIAS E INESPERADAS

La existencia de “ganancias extraordinarias” presupone aceptar la existencia de una “ganancia normal” que fue definida por el gran economista neoclásico inglés Alfred Marshall hacia fines del siglo XIX. Esta sería la ganancia de una empresa promedio de un sector industrial, una empresa típica, donde se asume la existencia de la libre competencia en el mercado y libre movilidad de factores. En verdad, en la literatura moderna se pretende definir a las “ganancias extraordinarias” como aquellas que son producto de un dominio o determinación en el mercado, con acuerdos por medio de trust, cárteles. Es decir, en una economía imperfecta o de competencia oligopólica, las ganancias extraordinarias se explicarían por la fuerza de influir en el mercado, y por innovaciones tecnológicas.

En el caso de las empresas mineras que operan en la economía peruana por más que formen parte de las grandes transnacionales que tienen operaciones a escala mundial como Newmont, Barrick, Grupo México, Freeport, Teck-Cominco, Phelp Dogde etc., ninguna de estas empresas por más poder económico que puedan asumir no determinan el precio de los minerales en el mercado mundial.

Sin embargo, en el caso de las empresas mineras transnacionales que repito no definen los precios de los minerales en el mercado mundial, se debe reconocer que muchas de sus decisiones de inversión, producción o inventarios tienen un nivel de influencia en la formación de los precios en el mercado mundial.

Por ello, estas “ganancias extraordinarias” que están asociadas a un ciclo ascendente de la economía mundial en especial desde el 2003 al 2008, se explican por los bajos costos de producción, especialmente de los niveles salariales, la riqueza natural expresada en la alta ley de los minerales, los bajos “costos de mina”, la depredación ambiental más una débil propensión tributaria.

Es decir, las ganancias extraordinarias se obtienen en la esfera productiva en razón de las asimetrías en la relación capital/ trabajo, en un sector que explota recursos naturales no renovables, donde la ley del mineral determina el carácter comercial de la explotación.

Por tanto, definida la renta minera como el diferencial entre el precio internacional y los costos internos de producción, el Estado en el 2007 solamente estaría captando por el impuesto a la renta algo más de 8,968 millones de nuevos soles, (US $ 2,867 millones) entre la minería metálica y no metálica. Impuesto que según los estados financieros está sujeto a una serie de deducciones como los costos de venta, egresos que incluyen las depreciaciones, el costo de inventarios etc., más las deducciones de los costos y gastos de venta y administrativos.

De otro lado, el Estado a nombre de la Nación y titular de los recursos naturales, como renta absoluta en razón de la propiedad de los recursos naturales, está captando por regalías mineras 499 millones de nuevos soles en el 2007, que fueron definidas como una contraprestación por la explotación de los recursos que se fija sobre el precio del concentrado y/o su equivalente, y por los llamados derechos de vigencia alrededor de 90 millones de nuevos soles.

Se debe tener presente que las grandes empresas que tienen firmados contratos de estabilidad jurídica, tributaria y administrativa con el Estado, con excepción de la Southern (SPCC), Volcan S.A.A etc., no están abonando las regalías mineras, es el caso de Mra. Yanacocha, Antamina, Xstrata Tintaya, Cerro Verde, Barrick (Pierina) etc., y están asumiendo el llamado Aporte Voluntario con montos que no superan los 520 millones de nuevos soles por año.

Por tanto, a estas ganancias extraordinarias debieran sumarse las “ganancias inesperadas” producto de los inusuales precios de los minerales vigentes en el mercado mundial que desde el 2003 con fuerza creciente han mostrado una vigorosa tendencia alcista que hoy con excepción del oro habrían encontrado su techo.

Estas ganancias “inesperadas y extraordinarias” son fácilmente demostrables, si se tiene presente que en 1996 por ejemplo el proyecto de Antamina era rentable en el largo plazo con una tasa interna de retorno (TIR) de 14 %, con precios internacionales de la libra de cobre de 0.90 centavos. Resulta evidente que si los precios internacionales en la presente coyuntura se mantienen por encima de los tres dólares la libra, están obteniendo una ganancia inesperada por los altos precios, y extraordinaria por los bajos costos de producción.

Sirva de ejemplo Southern Perú Copper Corporation (SPCC) que tiene como principal accionista al Grupo México que en el 2001, con precios internacionales del cobre a 0.71 centavos de dólar la libra obtenía utilidades de sus operaciones en Perú, Cuajone y Toquepala mientras tenía que cerrar sus operaciones en los Estados Unidos de Norteamérica y México por sus altos costos de producción y bajas leyes de mineral.

En el Perú, es evidente que con costos de producción por debajo de los setenta centavos la libra de cobre en el peor de los casos, pues algunas empresas eficientes tienen costos menores a los 0.50 centavos de dólar existe una rentabilidad extraordinaria. Se debe insistir que los salarios pagados a los trabajadores mineros en el Perú no superan como promedio los 1,300 dólares mensuales en la Gran Minería, ingresos que aumentan con la distribución de utilidades pero constituyen una fracción frente a los salarios mineros vigentes en Canadá, Australia y Estados Unidos de Norteamérica.

En el caso del oro empresas que tienen costos operativos de 100 dólares la onza de oro y costos totales de producción de 200 dólares, donde se incluyen los costos operativos, el factor agotamiento (depletion), las depreciaciones e incluso regalías privadas como podría ser el caso de Mra. Yanacocha. En síntesis, las empresas de cobre y oro en particular están obteniendo utilidades extraordinarias e inesperadas como el conjunto de las empresas mineras polimetálicas

En el 2001 un proyecto de oro resultaba rentable en el largo plazo con precios del oro menores a los 300 dólares la onza troy. Resulta evidente que con precios que bordean los 1,000 dólares la onza troy de oro las empresas auríferas están por lo general obteniendo sobreutilidades que no están siendo compartidas con el Estado que como representante de la Nación resulta ser el titular de los recursos naturales renovables y no renovables.

Utilidades inesperadas por los elevados precios y extraordinarias por los bajos costos de producción, en especial por los reducidos sueldos y salarios de los trabajadores que constituyen una fracción de los salarios americanos o canadienses. Y si a ello, se agrega que muchas de estas empresas no abonan regalías mineras al Estado, y mantienen una serie de beneficios tributarios productos de políticas promotoras de la década de los noventa, tenemos como resultado las ganancias extraordinarias y un Estado Patrimonial que no está captando una mayor parte de la renta minera.

LAS UTILIDADES OPERATIVAS NO AUMENTAN PARA TODAS

En el 2007, el mayor crecimiento de las utilidades operativas lo tiene Mra. Cerro Verde, empresa cuprífera que pasa de los 475 millones de dólares en utilidades operativas en el 2006 a más de 1,270 millones en el 2007, es decir se incrementan en un 167%. Le sigue en tasa de crecimiento la empresa minera Minsur, que transita de los 226 millones en el 2006 a 409 millones de dólares, es decir crecieron en un 81%,; sin embargo el crecimiento de la Southern Peru Copper Corporation fue más modesto, apenas de un 7% ya que las utilidades operativas pasaron de 2,017 millones de dólares en el 2006 millones a más de 2,160 millones de dólares en el 2007, al como se puede ver en el cuadro “Perú: Ranking de Utilidad Operativa por Empresa Minera”

Las mayores utilidades de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima, se explican en razón de los altos precios, ampliación de plantas, de las mayores inversiones realizadas por las empresas y bajos costos de producción. Sin embargo, se observa una des aceleración de las tasas de rentabilidad, considerando a la rentabilidad operativa como el mejor indicador de la posición de una empresa. Se podría señalar que en montos absolutos las ganancias aumentan pero en términos de tasas han dejado de crecer como en los años anteriores.

Así, la tasa de rentabilidad operativa del conjunto de las 23 empresas mineras que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima, indicador de rentabilidad que expresa de manera más fehaciente la rentabilidad empresarial pues mide los niveles de utilidad operativa entre los niveles de ingresos, se mantiene sobre el 60 %, lo cual expone una extraordinaria rentabilidad. En el 2005, la tasa de rentabilidad operativa fue del 56.3%, en el 2006 de 63% y en el 2007 se registró una caída cercana a los tres puntos porcentuales, pues arribó a 60.5 %.

Lo significativo de tal realidad es que se puede inferir que pese a los altos precios en especial del oro y del cobre, las tasas de rentabilidad operativa han dejado de crecer, se mantienen elevadas pero ya no aumentan al ritmo de años anteriores. Ello es importante de tener en cuenta pues ante menores utilidades operativas menores serán los montos del impuesto a la renta por abonar al Fisco, y por lo tanto tenderá a disminuir el canon minero que se distribuye a los gobiernos locales y regionales en el 2010 y en los años siguientes.

Sirva el caso de Mra. Yanacocha que por las dificultades a su expansión para la explotación de nuevas reservas, y la falta de credibilidad ante las comunidades campesinas, a pesar de los altos precios del oro, ha experimentado una fuerte reducción de la utilidad operativa pasando de los 880 millones de dólares en el 2006 a 381 millones de dólares en el 2007, es decir, las utilidades operativas se reducen en un 57 %.

Ello evidentemente afectará el canon minero por distribuir en el período junio 2008 a mayo 2009 que tiene como referente el 50 % del impuesto a la renta pagado por el ejercicio del 2007. Cajamarca sin duda alguna será el departamento que tendrá la mayor reducción del canon minero, lo cual pondrá nuevamente en cuestión el problema de la actividad minera y el desarrollo regional.

Si bien en su conjunto los ingresos y utilidades mineras en el 2007 en relación al 2006 tienen un incremento en cifras absolutas, las tasas de rentabilidades experimentan una des aceleración. Así, el conjunto de las utilidades operativas de las 23 empresas mineras que cotizan en la Bolsa de Lima pasaron de 3,548 millones de dólares en el 2005, a 5,810 millones de dólares en el 2006 para sumar los 6,688 millones en el 2007. Es decir, se incrementaron en cifras absolutas entre el 2007 respecto al 2006 en 878 millones de dólares más, es decir variaron en un 15 %.

Sin embargo, entre el 2006 respecto al 2005 en cifras absolutas las utilidades operativas del conjunto de las empresas que cotizan en Bolsa aumentaron en 2,262 millones de dólares, es decir experimentaron un crecimiento de 64 % en relación al 2005.

En el mismo sentido, la utilidad neta de las 23 mineras que cotizan en Bolsa creció de los 4,217 millones de dólares en el 2006 a los 4,598 millones en el 2007, es decir en montos absolutos aumentaron en 381 millones, es decir se incrementaron en un 9 %. En el mismo sentido, las utilidades netas entre el 2006 respecto al 2005 se incrementaron en cifras absolutas en 1,587 millones de dólares, es decir aumentaron en un 60%.

Si se pretende incrementar las inversiones en el sector es de fundamental importancia asegurar una razonable “rentabilidad social”, donde resulten ganadores la empresa privada, el Estado y las comunidades del entorno minero. Las lecciones de Mra. Yanacocha sobre las dificultades para su expansión debieran servir para que no se reproduzcan en el resto del país, pues no solamente “dejan de ganar” la empresa sino que pierde el país, las regiones, con los gobiernos locales y las comunidades que percibirán menores ingresos directos e indirectos que se captan gracias a la actividad minera.

De otro lado, el Estado debiera tener una mayor participación en la renta minera haciendo extensivo el abono de regalías a todas las empresas lo cual exige una renegociación de los contratos de estabilidad jurídica firmado con las empresas mineras y repensar la aplicación del carácter progresivo del impuesto a la renta en función de las mayores utilidades, es decir quién percibe mayores utilidades debiera pagar mayores montos del impuesto a la renta.