viernes, 30 de diciembre de 2016

POR UN FOCAM MÁS JUSTO

IN MEMORIAM DE EULOGIO VILA MONTAÑO

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

La historia de los pueblos se forja en la lucha cotidiana en la defensa de los pobres y humillados en nuestro país y en el mundo, pero esta no siempre aparece registrada en la historia y memoria oficial. Por ello es de justicia reconocer y rendir homenaje a los líderes, a los forjadores, a los promotores de leyes que siendo autoridades locales supieron calar en la memoria y corazón de sus pobladores, para juntos luchar por mayores recursos y obtener un mayor bienestar a partir de la redistribución de la riqueza generada, en este caso por la explotación del gas de Camisea.

Por ello, ante la temprana desaparición física de personalidades como Eulogio Vila Montaño lamentablemente fallecido el 25 de diciembre del presente es de justicia reconocer, recordar sus éxitos, méritos, su trabajo indesmayable en defensa de los campesinos de la provincia ayacuchana de La Mar, y del conjunto del campesinado de las regiones más pobres como Ayacucho y Huancavelica, a pesar de ser una autoridad de una provincia olvidada, sin estudios universitarios, pero gracias a una innata capacidad, honradez en el manejo de los recursos, y la sabiduría propio de los runas pudo realizar 12 años de gestión positiva como alcalde provincial, con transcendencia histórica que muchos políticos tradicionales quisieran.

Por ello, nuestro país en especial las regiones de Ayacucho, Huancavelica, Ica, región Lima, y Ucayali, nunca deben olvidar la memoria de Eulogio Vila Montaño, que desde la modesta alcaldía provincial de La Mar, prácticamente la entrada natural al VRAE, pudo encabezar una lucha histórica para obtener mayores recursos para los pueblos, a partir de la riqueza creada gracias a la explotación del gas y líquidos de Camisea.

En tal sentido este artículo pretende por un lado rendir homenaje a un líder regional, trabajador infatigable, amoroso padre de familia, y de otro lado recordar el proceso por el cual se obtuvo el FOCAM, el llamado Fondo de Desarrollo Económico Social de Camisea, que se transfiere como una renta a las regiones mencionadas a partir de una participación sobre las regalías pagadas por los hidrocarburos extraídos de los lotes 88 y 56, a partir del 2005, donde tuve el privilegio de trabajar cercanamente al alcalde provincial Eulogio Vila, como asesor técnico en la propuesta legislativa que se promovió en su momento.

LA HISTORIA

Sería a mediados del 2004 cuando recibí una llamada telefónica del alcalde provincial de La Mar al cual no conocía, y por ese medio se me solicita una entrevista profesional en mi estudio al cual accedo gustoso, por varias razones profesionales, afectivas y políticas.

Como asesor en materia de tópicos del sector minero energético había acumulado una experiencia que potenció mis investigaciones en especial el haber sido asesor principal de la comisión de energía y minas del Congreso de la República en el período  2001/2003, siendo presidente de dicha comisión el extinto congresista aprista José Carlos Carrasco Távara.

En tal sentido, había un seguimiento al contrato de Camisea, una fiscalización e investigación sobre las diversas modificaciones contractuales que se hicieron a partir del 2003 para justificar una indebida exportación del gas proveniente del lote 56. Por ello, asesorar a un alcalde provincial en cuyo territorio se pagaban miserables montos por derechos de servidumbre por las mismas empresas que conformaban el Consorcio Camisea que también operaba en el transporte con el nombre de TGP, resultaba gratificante.

Si a ello se agrega los efectos perversos de la construcción del gasoducto, en especial por las precarias carreteras que se afectaban por el traslado de maquinaria y equipo pesado, y las propias  tuberías que formaban parte de la construcción del gasoducto que se iniciaba en el campo de Malvinas lote 88 y terminaba el Lurín al sur de Lima, me parecía una experiencia interesante, de allí mis viajes a las localidades de Huamanga, La Mar y Huanta.

Desde el punto de vista afectivo, mi identificación con el departamento de Ayacucho es de vieja data, pues siendo un adolescente de casi 13 años tuve la oportunidad de acompañar a mi  padre en 1964 a la provincia ayacuchana de Víctor Fajardo, en cuya capital  Huancapi viví casi dos meses pues mi viejo había sido nombrado agente fiscal, en una de las localidades más pobres y deprimidas del país.

Para un joven limeño de Barrios Altos, temprano lector de José María Arguedas gracias a las recomendaciones de mi padre Alejandro Manco Campos que había conocido personalmente al escritor en la Universidad de San Marcos, la experiencia vital fue fundamental para entender la profunda desigualdad social, económica, étnica y cultural existente en nuestro país, donde a nivel provincial no más de 5 familias detentaban más del 80 por ciento de las tierras. Allí la pobreza campesina era crónica, y los mecanismos de explotación eran propios de la hacienda colonial.

Por ello, involucrarme en un proceso social que debía significar una redistribución de la riqueza no solo para las provincias de Huanta y La Mar por donde se extiende la mayor proporción del ducto, sino una redistribución que también beneficiaría a las poblaciones esencialmente campesinas de las demás provincias ayacuchanas y de Huancavelica. Todo ello me parecía una noble causa que merecía mi participación.

Desde el punto de vista político involucrarme en una lucha redistributiva a partir de las regalías pagadas por la explotación del gas y líquidos de gas natural de los lotes 88 y 56 me parecía de justicia a favor de dos departamentos que habían experimentado los efectos de la guerra interna entre el estado peruano y Sendero Luminoso, donde los campesinos sufrieron en carne propia los excesos, abusos, desapariciones de las dos partes, pues era doctrina en las fuerzas armadas, la aplicación de los principios de la “guerra sucia”. De otro lado, las huestes de Sendero imponían el terror en las comunidades campesinas, si no se alineaban con el partido del camarada Gonzalo.

Ante ello, una redistribución de la riqueza creada a partir de la explotación de los hidrocarburos de Camisea tenía y tiene un efecto compensador ante el secular atraso, en los departamentos considerados en los mapas de pobreza como los más pobres, tales como Ayacucho y Huancavelica. En cierto sentido, también expresaba una reindivicación histórica, al margen que en los campos de La Quinua cercana a la capital de Huamanga se selló la independencia política frente a España un 9 de diciembre de 1824.

Por tal motivo, los ingresos obtenidos y transferidos por el FOCAM deben ser concebidos como una oportunidad de desarrollo, para los gobiernos locales y regionales más las universidades públicas de las regiones por donde atraviesa el gasoducto de Camisea, con excepción de la región de Ucayali que obtuvo el 2 por ciento de las regalías, después de una paralización general.

¿CÓMO SE OBTUVO?

En el 2004 muy pocos eran los convencidos en el éxito de las gestiones de Eulogio Vila y el frente de defensa que se aglutinaba a su alrededor. Incluso las autoridades regionales de ese entonces subestimaban la capacidad movilizadora de esta noble causa que tenía el liderazgo natural del alcalde provincial.
En tal sentido, tras múltiples reuniones, asambleas en Huamanga, en San Miguel capital provincial de La Mar, y las coordinaciones con diversos alcaldes provinciales de Ayacucho y Huancavelica, se presentó el proyecto del FOCAM al Congreso de la República hacia fines del 2004, contando con el valioso apoyo de congresistas del partido de Perú Posible como Glodomiro Sánchez,  Walter Alejos, y de Jorge Mufarech que condicionó su apoyo con la incorporación de la Región Lima entre los posibles beneficiados.

Así, con el frente interno fortalecido con sendas asambleas y movilizaciones, más una franciscana pero efectiva campaña de prensa, con reuniones de trabajo en las comisiones parlamentarias de energía y minas, economía y presupuesto, el 23 de diciembre  del 2004 se promulga la ley del Fondo de Desarrollo Socioeconómico de Camisea (FOCAM), Ley Nº 28451 que resulta un fondo destinado a contribuir al desarrollo sostenible de los departamentos por donde pasan los ductos principales conteniendo los hidrocarburos de los lotes 88 y 56, mejorando el bienestar de las comunidades involucradas.

Todo este trabajo no hubiese sido posible sin la participación de Eulogio Vila Montaño que desde su liderazgo como alcalde y personalidad respetada por los campesinos más pobres, pudo reunirse con todos los representantes de las fuerzas políticas para obtener una norma que prácticamente no tuvo mayor oposición, pues no se creaba ningún impuesto dado que apuntaba a una redistribución de las regalías a favor de las regiones involucradas.

EPÍLOGO

Por último, sirva el cuadro expuesto sobre el total de transferencias por concepto del FOCAM desde el 2005 a partir de mayo hasta el 2016, para los departamentos de Ayacucho, Región Lima, Ica, Ucayali y Huancavelica, donde de una inicial transferencia de 62.8 millones de soles se alcanzaron mayores cifras en la medida que se involucró a partir de setiembre del año 2008 la producción proveniente  del lote 56, y a partir del mes de agosto del 2010 se sumó la producción para la exportación de ese mismo lote, alcanzando el FOCAM los 317.9 millones de soles.

Si bien en los años 2015 y 2016 se experimenta una fuerte disminución  del FOCAM arribando a cifras de 279.2 y 278 millones de soles respectivamente en razón de los menores precios de los líquidos de gas natural a nivel internacional, no deja de ser una irracionalidad que la región rica de Lima Provincias perciba relativamente más que Ayacucho y Huancavelica, gracias a la ponderación de su mayor población.

Sin lugar a dudas la ley del FOCAM merece ser mejorada y actualizada a favor de las provincias más pobres sobre todo andinas. Que se deben revisar los coeficientes de ponderación entre la denominada población urbana y rural, resaltando los indicadores de pobreza extrema para hacer un FOCAM más justo y equitativo.

En ese mismo sentido, se debe incorporar como parte del FOCAM una participación del impuesto a la renta que paga el Consorcio Camisea por las operaciones de explotación y también del impuesto a la renta que se abona por la actividad del transporte por medio de la empresa TGP. Es decir, se deben hacer una serie de mejoras a una norma que significó “sangre, sudor y lágrimas” para la población ayacuchana en especial de la provincia de La Mar.

Todo ello no hubiese sido posible sin la participación del ex alcalde y amigo Eulogio Vila Montaño, que ahora descansa en paz y cuya lucha contra la pobreza debe ser fortalecida para hacer de nuestro Perú, “un país de todas las sangres”