PRECIOS DEL ORO Y PLATA BATEN RÉCORDS. Parte I
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador de UNMSM y Consultor)
“El objetivo será establecer una política fiscal y tributaria de mediano y largo plazo, destinado a que el sector (minero) contribuya a pagar impuestos y contraprestaciones que le corresponden en un escenario de estabilidad. Tendrán que ser actualizadas las regalías, el canon y el impuesto a las sobreganancias..” Plan de Gobierno de Gana Perú, propuestas de política en el sector minero página 135
A menos de 45 días de la segunda vuelta electoral que definirá al próximo presidente de la República resulta de sentido común e interés público apostar por una mayor participación del Estado en la renta minera, sea por un incremento de las tasas de regalías, un impuesto extraordinario o una tasa progresiva del impuesto a la renta en la explotación de los recursos naturales no renovables.
Los mecanismos pueden ser analizados, pero lo que no puede dejar de soslayarse son las ganancias extraordinarias que están percibiendo las empresas mineras formales e informales, con los precios actuales que superan los 1,500 dólares en la onza de oro y de 45 dólares en el caso de la onza de plata. Esta orgía de ganancias que se explica por los altos precios internacionales y bajos de costos de producción no están siendo compartidas con el Estado y la Nación en su conjunto, con lo cual resulta insostenible la viabilidad de la actividad minera en el largo plazo.
Esto supone la necesaria voluntad política del próximo gobierno para negociar con las empresas mineras revisando los contratos de estabilidad jurídica, tributaria y administrativa, exigiendo el abono integral de las regalías al “cogollo minero” conformado por Mra. Yanacocha, Mra. Barrick, Mra. Antamina, Mra. Cerro Verde y Mra. Tintaya que le deben al Estado por concepto de regalías no pagadas desde el 2005 más de 3,500 millones de nuevos soles, montos que dicho sea de paso superan los compromisos del llamado aporte voluntario minero que no llegarán a los 2,500 millones de nuevos soles para el período 2006/2011.
La nueva minería que el país requiere debiera tener responsabilidad social, ambiental y tributaria para superar la fuerte oposición que la actividad genera en las poblaciones locales, especialmente comunidades campesinas que no perciben mayores beneficios de una explotación que depreda el medio ambiente, disminuye y deprecia el capital natural, y que genera pasivos ambientales.
Ello explica las fuertes limitaciones que tiene por ejemplo la Mra. Yanacocha en Cajamarca para su expansión productiva con las comunidades campesinas donde la producción aurífera disminuye dramáticamente desde el 2005 a la actualidad, pasando su producción de 3.3 millones de onzas a 1.4 millones en el 2010, es decir un decremento del 56%, como se puede apreciar en el cuadro “Producción y Precios Anuales del Oro Según Empresa Minera 2004-2010”
Una nueva minería exige y supone una participación activa del Estado en la regulación de la actividad minera formal e ilegal que ante los exorbitantes precios del oro convierten el territorio del país en una base atractiva para una irracional explotación con altos costos ambientales. Incluso algunos departamentos como Madre de Dios se han convertido en la Nueva California del siglo XXI.
Una mayor participación del Estado en la renta minera debiera financiar no solamente una mejor redistribución del ingresos en las poblaciones andinas empobrecidas construyendo ventajas competitivas con una mejor educación, y también debiera financiar las políticas de valor agregado con iniciativas privadas concertadas, que nos permitan superar este perverso patrón de acumulación minera, concentrador de la riqueza en los grupos mineros por un lado, crónicamente primario exportador, mayoritariamente productor de concentrados con una débil propensión tributaria y bajos costos laborales.
PRECIOS SUBEN Y PRODUCCIÓN DISMINUYE
Como resulta evidente en el cuadro citado no existe correlación entre la evolución internacional de los precios del oro y el comportamiento de la producción interna del metal dorado, así cuando los precios alcanzaron los 445.5 dólares la onza troy la producción doméstica alcanzó los 6.7 millones de onzas, y en los años sucesivos mientras los precios han mantenido una tendencia alcista alcanzando un promedio de 1,225 dólares la onza en el 2010, la producción decreció hacia los 5.2 millones de onzas.
Si bien un análisis desagregado de la producción en función de las empresas nos demostraría un comportamiento diferenciado entre lo que se llamaría la gran minería aurífera de la mediana minería, y el aumento de la producción minera informal e ilegal incorporada en parte entre los otros productores
La participación porcentual de Mra. Yanacocha en la producción interna de oro con la información proporcionada por la Dirección Regional de Minería del Ministerio de Energía y Minas, nos demuestra la pertinaz disminución de la producción aurífera de la empresa minera en razón de los conflictos sociales con las comunidades campesinas y varios gobiernos locales de la provincia de Cajamarca a los cuales se suman las tensones sociales con las nuevas autoridades regionales.
Así, desde el 2004 cuando la participación era del 52%, en el 2005 la producción de Mra. Yanacocha representaba casi el 50% de la producción interna, el 40% en el 2006, bajando al 28.5% en el 2007, para nivelarse en el 2008 al 31% de la producción doméstica y subir al 35% en el 2009 para luego desinflarse en el 2010 representando el 28% de la producción interna.
Desde otra perspectiva se puede decir que desde el 2005 cuando se llegó al pico de producción de Mra. Yanacocha con 3.3 millones de onzas y a nivel interno con una producción de 6.7 millones de onzas, la disminución en relación al 2010 ha sido más fuerte en la Mra Yanacocha con un decremento de 1.8 millones de onzas menos lo que representa una variación negativa del 56%, frente a una disminución de la producción interna del 21% para el mismo período.
El segundo gran productor de oro en el Perú también experimenta una disminución en su producción, es el caso de la Mra. Barrick Misquichilca que de una producción de 1.2 millones de onzas finas en el 2005 disminuye a las 998 mil onzas en el 2010, como se puede observar en el cuadro en referencia. Si bien esta menor producción representa una variación negativa del 15%, se explica en lo fundamental por los rendimientos marginales decrecientes de la unidad de Pierina en Ancash que no son compensados lo suficiente con los incrementos productivos de la otra unidad de Barrick que opera en Lagunas Norte en la sierra de La Libertad.
Ello significa que la menor producción de Mra. Yanacocha sumada a la de Barrick Misquichilca unidad Pierina, es más fuerte que la disminución en la producción interna que en parte se contrarresta por los incrementos productivos de algunas empresas de la llamada mediana minería como Mra. Horizonte que pasa de una producción de 140 mil onzas finas a más de 193 mil onzas en el 2010, del incremento productivo de la Mra. Santa Rosa y San Simón vinculadas al clan de los López Paredes.
Se destaca también la presencia de la transnacional australiana Gold Fields La Cima que desde el 2008 opera en el departamento de Cajamarca elevando la producción a las 160 mil onzas en el 2010. En el mismo sentido es notorio el incremento de la empresa minera Buenaventura, al margen de su participación en la Mra. Yanacocha con una producción de oro que se elevó de los 224 mil onzas en el 2005 a más de 385 mil onzas gracias a la producción de las unidades de Antapite, Shila, Julcani y otras.
EPÍLOGO
Está demostrado que no existe correlación estadística entre los precios internacionales del oro y la producción interna donde no solamente “dejan de ganar más” las empresas, pues están percibiendo utilidades extraordinarias a pesar de una menor producción de oro y otros metales. Esto lo demostraremos en la segunda parte de este artículo. También esta menor producción “entrampada” por los conflictos sociales y ambientales, en especial de Mra. Yanacocha también explicaría menores ingresos potenciales tanto a nivel fiscal como regional vía canon y regalías mineras, al margen del relativo efecto multiplicador de toda inversión en el empleo directo e indirecto más la capacidad de gasto que se genera en las provincias.
Superar este entrampamiento en un nuevo gobierno no deja de ser un problema y una posibilidad histórica que se debe resolver mediante el diálogo, la concertación y la responsabilidad social. Ello supone una mayor participación del Estado en la renta minera pero también un rol fiscalizador y regulador de la actividad minera en el aspecto ambiental y social.
Superar el modelo primario exportador exige el consenso social y político para negociar estratégicamente con las empresas transnacionales y nacionales no solamente una mayor participación fiscal en la renta minera, exige también apostar por las políticas de valor agregado y la industrialización de parte de la producción minera, pues está demostrado hasta la saciedad por la evidencia histórica que las economías productoras de materias primas están condenadas al atraso y al subdesarrrollo.
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