viernes, 18 de julio de 2008

GLOBALIZACIÓN: MINERÍA Y FUERZA DE TRABAJO

Utilidades suben por ascensor y los salarios bajan por la escalera

Huancavelica-Mina Santa Bárbara: “Mina de la muerte en tus entrañas el aliento de la vida se apagaba diariamente y no se sabía si se respiraba o se estaba en una pesadilla interminable” Siglo XVI

El problema de los salarios y la fuerza de trabajo en un país minero por excelencia como el Perú resultan controversiales y genera ardientes polémicas. Desde los voceros empresariales se sostiene que las remuneraciones de los trabajadores de la minería incluyendo obreros, empleados, supervisores, profesionales y gerentes, están por encima del resto de trabajadores en el mercado salarial. Es decir, serían los mejores pagados del país. Es más, la interesada comparación usual es con los trabajadores de la educación, salud, o policías, resaltando que el sector minero paga más de tres o cinco veces los salarios vigentes en otras ramas.

De otro lado, los representantes de los sindicatos y federaciones mineras, señalan que los salarios y remuneraciones de los trabajadores, son “salarios de explotación”, es decir, que las condiciones de trabajo infrahumanas, las extenuantes jornadas de trabajo de más de 12 horas diarias a más de 4,000 metros de altitud, en socavones húmedos y oscuros, donde en muchas unidades los trabajadores tienen que probar sus alimentos al interior de los túneles para no perder tiempo en el descanso. ¡Una especie de comida rápida en la altura!

A ello se debería sumar, los recurrentes accidentes de trabajo fatales mayormente por desprendimientos de piedras, más la contaminación por la respiración de partículas que afecta la respiración en el mediano plazo, con la silicosis que “pudre los pulmones”, es decir con condiciones deplorables de trabajo que podrían reproducir lo que dijera en el siglo XVI el padre dominico Fray Domingo de Santo Tomás en razón de las minas de plata de Potosí y de mercurio en Huancavelica cuyos metales se “exportaban” a la España Imperial: “No es plata lo que se envía a España, es sudor y sangre de los indios”.

Si bien esta imagen ha sido superada en el Perú, en especial en la gran minería de oro y cobre que con las técnicas de producción a tajo abierto, en grandes pozas de oxidación, y lixiviación, con equipo pesado que requiere una alta calificación laboral, con rigurosas medidas de seguridad en el trabajo y prevención ambiental, con campamentos decentes y confortables, se podría decir, que la imagen de la explotación minera sería cuestión del pasado.

Mas esta sería una verdad a medias que esconde una sobreexplotación de los trabajadores mineros en su mayoría andina, es decir a la discriminación salarial se le debe sumar una discriminación étnica y cultural. El pésimo ejemplo de ello sería Mra. Casapalca y sus conflictivas relaciones laborales, en la región central del país con el uso y abuso de las llamadas contratas mineras.

La imagen es una realidad plena de contenido en empresas mineras de la mediana y pequeña minería, donde se abonan salarios miserables recurriendo a la tercerización del empleo y al abuso de los trabajadores de contrata, que perciben la tercera parte o menos de los ingresos en relación a los trabajadores formales y sindicalizados. Esta realidad incluso se agrava con la informalidad minera, donde prácticamente a “pala y pico” como en el siglo XVIII se explota particularmente oro, con mecanismos de adelantos de dinero y material al margen de la grave contaminación ambiental por el uso indiscriminado del mercurio.

Es más, la explotación de la fuerza de trabajo en los lavaderos de oro en departamentos como Madre de Dios donde recurren a formas cuasi esclavistas de dominación, inimaginables en la mentalidad europea. En esta realidad, la capacidad regulatoria y protectora del Estado es débil por no decir inexistente.

EL TRABAJO NO COMPARTE BOOM MINERO

En verdad, asumiendo la minería moderna donde el gasto de personal, es decir, de los trabajadores directos comprometidos en el costo de ventas, que corresponden a las operaciones propias de producción, más el gasto de personal en la cuenta de costos y gastos de venta y administrativos, que incorpora a los empleados, supervisores y gerentes, se podría afirmar que los ingresos de los trabajadores de la minería en el Perú no tienen proporcionalidad con la riqueza creada.

Así, en un artículo anterior titulado “Minería: Ganancias Extraordinarias e Inesperadas” que se puede revisar en mi blog, señalaba que el sector minero está percibiendo: “ganancias extraordinarias (que) se obtienen en la esfera productiva en razón de las asimetrías en la relación capital/ trabajo, en un sector que explota recursos naturales no renovables, donde la ley del mineral determina el carácter comercial de la explotación”. Esta relación de desigualdad donde las utilidades se incrementan y los salarios disminuyen en relación a la riqueza creada, constituye un hecho económico que se explica por la debilidad en la capacidad negociadora de los sindicatos después de más de doce años de políticas de ajuste estructural, privatizaciones y control salarial, súmase a ello la atomización o dispersión de las organizaciones sindicales, muchas de ellas promovidas por las propias empresas.

De esta manera los ingresos básicos oscilan entre 50 a 60 nuevos soles diarios a los cuales habría que sumar los colaterales en la gran minería, es decir los que conforman las remuneraciones que incluyen los beneficios y condiciones de trabajo, estamos con ingresos que fluctúan entre los 3,500 nuevos soles a 6,000 nuevos soles dependiendo la condición de obrero o empleado. Asumiendo que la gerencia percibe un “salario multiplicado a la n potencia” como diría Adam Smith en función de la responsabilidad de la gestión, se podría decir que los salarios o mejor aún de las remuneraciones de los trabajadores del sector minero no guardan proporción con la riqueza creada gracias al “boom minero”. Por el contrario utilizando la teoría de los salarios relativos éstos disminuyen en función a la riqueza.

Es decir, frente a las ganancias extraordinarias que están percibiendo los accionistas de las empresas mineras en razón de los altos precios de los minerales, los trabajadores no están captando mayores ingresos como sería deseable en razón de la modernidad de las relaciones entre el capital y trabajo.

Ello se explica por la firma de convenios laborales a largo plazo con más de tres a seis años de vigencia, con incrementos al básico anuales de 3 a 6 nuevos soles diarios dependiendo de la capacidad negociadora de los sindicatos. Son pocas las empresas que tienen pactadas condiciones de “ganancias compartidas” que se abonen trimestralmente y que dependen en última instancia de los precios internacionales y de los volúmenes producidos. ¡A mayores ganancias mayores debieran ser los ingresos de los trabajadores!

Esta realidad se agrava por las limitaciones legales para que los trabajadores perciban el íntegro de sus participación por la distribución de las utilidades que según el DL 892 del 11 de noviembre de 1996 estipulaba que el íntegro del 8 % de la utilidades, o renta neta antes de impuestos a la renta, se distribuyese entre todos los trabajadores con contrato indeterminado, es decir formales, teniendo en cuenta los días trabajados (50%) y en función a los niveles de ingresos (50%), de allí que los funcionarios y gerentes se llevan “la parte de león”.

En tal sentido, sino fuera por la llamada distribución de utilidades, que desgraciadamente en muchas empresas tiene como límite las 18 remuneraciones, en razón de regulaciones posteriores que vulneran el espíritu de la ley. Así, legalmente los trabajadores mineros están impedidos de percibir el íntegro de la distribución de utilidades pues la limitación de 18 remuneraciones por distribución de utilidades afecta a los trabajadores en especial a la gran minería como Antamina, Mra. Yanacocha, Southern Perú Copper, Mra. Cerro Verde, etc.

Esto ha generado durante el 2007 y parte del 2008 numerosos conflictos entre los sindicatos mineros asociados en la Federación Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Siderúrgicos, que ha llevado a paralizaciones y huelgas nacionales con mayor o menor efecto, demandando el íntegro de la distribución de utilidades sin deducciones, protestas justas pero que provocan un malestar en el sector y en el país ante el “boom minero” que no se traslada a los trabajadores mineros.

Es más, como parte del diferencial del 8 % de la renta neta no distribuido a los trabajadores se transfieren a los gobiernos regionales, se recrean mayores conflictos sociales pues los valores transferidos superan los 450 millones de nuevos soles (US $ 150 millones), como es el caso del departamento de Ancash, que deben ser invertidos en infraestructura. Es decir, en algunos departamentos esta detracción de las utilidades de los trabajadores se ha convertido en un ingreso más o menos regular de allí la lucha tenaz por mantenerlos frente al gobierno central.

Ello significa que los trabajadores mineros tienen limitaciones para los aumentos de los salarios básicos, en una relación moderna donde capital y trabajo resulten ganadores. Son escasas las negociaciones de las empresas donde los incrementos remunerativos se determinen en función de la posición de mercado, la rentabilidad empresarial, y los positivos ratios empresariales y productividad.

En el Perú, se debe insistir que las remuneraciones pagadas a los trabajadores mineros, es decir, los salarios básicos más los beneficios y condiciones de trabajo fluctúan entre los 3,500 a 6,000 nuevos soles (1,162 a 2,000 dólares) según la condición de obrero o empleado en la Gran Minería, ingresos que aumentan con la distribución de utilidades pero constituyen una fracción frente a los salarios mineros vigentes en Canadá, Australia y Estados Unidos de Norteamérica.

SALARIOS RELATIVOS EN CAÍDA.

El gran economista inglés David Ricardo a inicios del siglo XIX sostenía en su obra Principios de Economía Política y Tributación, que “la proporción que debería pagarse en concepto de salarios es de importancia máxima en lo que atañe a las utilidades, pues bien se comprende que las utilidades serán altas o bajas, exactamente en proporción a que los salarios sean bajos o altos...”. Es decir, esta realidad se confirma cuando analizamos las utilidades extraordinariamente altas, y los salarios bajos por decir lo menos, según la información estadística de las empresas mineras que operan en el país y que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima, más otras empresas.

Esto que se sostuvo en la Inglaterra en plena Revolución Industrial se confirma crudamente en nuestro país cuando uno analiza la realidad de los gastos de personal en relación a los ingresos totales por ventas que tienen las empresas mineras que operan en el Perú. Para ello utilizamos el cuadro que estima la relación o participación del gasto de personal frente a los ingresos por ventas para el año 2007

A nivel de empresa los trabajadores de Shougang Hierro Perú, son los que han mantenido la más alta participación del gasto de personal en relación a los ingresos totales por ventas. La misma representa el 11.20 % para el 2007 que se ha mantenido gracias a las reiteradas huelgas indefinidas que realizan los trabajadores sindicalizados que tienen en la población de Marcona en la provincia de Nazca del departamento de Ica un incondicional aliado.

A nivel de las empresas auríferas como Mra. Yanacocha, la participación de los gastos de personal en relación a los ingresos por ventas, se han mantenido sobre el 5 % de las ventas. Otra manera de decirlo, es que durante el 2005 y 2006 bastaban menos de 25 días de ingresos por ventas para financiar el íntegro del gasto de personal del costo de ventas, la carga de personal de los costos y gastos administrativos. Evidentemente el gasto de personal se incrementó a casi 8 % en el 2007, en razón de los menores ingresos de exportación debido a una menor producción, y también a la vigencia del sindicato de trabajadores.

En relación a las empresas del cobre como Southern Copper Perú Corp., donde gracias a los extraordinarios precios del cobre, plata y molibdeno los ingresos por ventas han transitado de los 2,159 millones de dólares en el 2005 a los 3,192 millones en el 2007, y los gastos de personal han pasado de los 94 millones de dólares en el 2005 a 126 millones en el 2007. Ello ha determinado que la relación o participación de los gastos de personal en relación a los ingresos se diluya por debajo del 4 %, lo que significa que con menos de quince días de ingresos prácticamente se financia el total de la planilla.

Por último, la empresa Doe Run Perú, responsable de las operaciones del complejo minero metalúrgico más importante del país, en La Oroya y que está realizando importantes inversiones para el cumplimiento de los programas ambientales que datan de la época de la Cerro de Pasco Corporation. Si los ingresos de exportaciones equivalen a más de 3.5 millones diarios de dólares, el total de los gastos de personal se cubren en menos de 22 días. Por tanto, con menos de un mes de exportaciones la empresa financia el íntegro de la planilla de todos los trabajadores, con el agravante que la empresa no está abonando el 10 % de la participación de la renta como distribución de utilidades por ser una empresa industrial, sino el 8 % como si fuese minera extractiva.

En el caso de Doe Run empresa metalúrgica, el gasto de personal fue de 64 millones en el 2005 para arribar a los 77 millones de dólares en el 2007, representando una disminución de la participación del gasto de personal en relación a los ingresos del 10% al 6%.

Por último, en una empresa moderna propia de una globalización de los mercados, con libertad de movimiento de los factores productivos como el capital, la tecnología, y mercancías, los trabajadores de la minería en el Perú, no están percibiendo los beneficios del llamado boom minero, esta realidad tenderá agravarse en la frágil democracia de nuestro país. Ello resulta paradójico pues fueron los trabajadores mineros organizados los que se opusieron a la violencia terrorista y muchos de sus dirigentes sindicales fueron asesinados en las décadas pasadas.

De allí la necesidad de replantear las relaciones entre el capital y el trabajo, tendiendo a una globalización de los salarios e ingresos laborales en el marco de la filosofía de la responsabilidad social empresarial. En una relación moderna propia de una economía global, los salarios debieran estar determinados por la rentabilidad empresarial y la productividad del trabajo, de allí la necesidad de incrementar los sueldos y salarios de los trabajadores mineros que al final de cuentas se gastan con un efecto multiplicador en el país.


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