URGE PROMOVER PRODUCCIÓN INTERNA DE CRUDO
Es verdad que nuestro país es vulnerable a las fluctuaciones del precio internacional del petróleo desde la década de los ochenta del siglo pasado, cuando perdimos nuestra condición de exportador neto. Importamos más de 35 millones de barriles al año, lo que hace cerca de un promedio de 100 mil barriles diarios, necesarios para poder satisfacer el mercado interno de combustibles. En tal sentido, el más importante importador de crudo es la transnacional Repsol/YPF que opera la refinería La Pampilla que abastece principalmente el mercado de Lima, y el segundo importador es PetroPerú, que administra las refinerías de Talara, Conchán, Iquitos, y Bagua. Aunque no lo parezca esas importaciones las financiamos todos los consumidores cuando compramos diesel 2, gasolinas, gas licuado de petróleo, etc. De allí, que el problema de los combustibles es un tema muy sensible para los usuarios, las empresas, y los gobiernos de turno.
Con la producción local de crudo se abastece un tercio de los requerimientos del mercado interno de combustibles, siendo la producción proveniente de los “campos maduros” de Talara con más de 100 años de explotación más las provenientes del Zócalo Continental que promedian los 33 mil barriles diarios de un crudo ligero con más de 34º grados API, hidrocarburo de alta calidad que permite la obtención de una mayor proporción de condensados medios, diesel 2, turbo, kerosenes con gasolinas de calidad y un menor porcentaje de residuales. Lamentablemente este crudo no resulta suficiente para compensar las necesidades de la refinería de Talara que tiene actualmente una capacidad de refino de 62 mil barriles diarios, y que con su esperada modernización se elevará a los 90 mil barriles.
De otro lado, el crudo cada vez más pesado de las operaciones de la Selva Norte tiende a la disminución, y en la actualidad la producción conjunta de los lotes 8 y 1-AB ambas operadas por la transnacional argentina Pluspetrol Norte no supera los 40 mil barriles diarios, de los cuales la mayor parte se exportan, lo cual no deja de ser un problema económico financiero para Petroperú que administra el gran oleoducto nor peruano. Este oleoducto que tiene una capacidad de transporte en el tramo principal de 200 mil barriles diarios está subutilizado, pues tiene que asumir costos para trasladar hipotéticamente 200 mil barriles diarios y no transporta más de 40 mil barriles al día. En otras palabras, PetroPerú está subsidiando la exportación de Pluspetrol Norte al no pagar ésta última las reales tarifas de transporte.
De allí, que no se entiende la inopia negociadora de PerúPetro y PetroPerú para que la producción de los lotes 67 (Perenco) y del 39 bajo responsabilidad de Repsol/YPF pasen a la etapa de producción comercial en el menor tiempo posible. Si bien la producción por obtener está constituida por crudos pesados con un grado API de 15º grados, la modernización de la refinería de Talara/PetroPerú haría posible su tratamiento y el país estaría cercano de alcanzar la preciada autonomía energética, para depender lo menos posible del crudo importado.
El llamado efecto Camisea ha sido favorable en nuestra matriz energética, a pesar del subsidio implícito a las empresas eléctricas, especialmente en el mercado de combustibles. Por un lado, el gas natural se ha convertido en la segunda fuente energética en la generación de electricidad, y en los combustibles ha desplazado el uso de los petróleos industriales, y del diesel, y en el caso de los líquidos de gas con la producción conjunta de los lotes 88 y 56 se están extrayendo más de 67 mil barriles diarios, de los cuales el 50% se convierte en gas licuado o gas doméstico que se comercializa en balones, y que cuyos excedentes se están exportando también en la forma de propano y butano. Del otro 50% de líquidos se obtienen más de 9 mil barriles diarios de diesel 2 que son comercializados por PetroPerú, y la nafta que también se exporta.
Por tanto, a nivel de derivados del petróleo y líquidos de gas natural, el mercado interno de combustibles se caracteriza por los excedentes de crudo pesado sin refinar y de los petróleos residuales o industriales mayormente producidos por Repsol/YPF que se exportan. De otro lado, el gas licuado de petróleo (GLP), y las gasolinas, sobre todo la nafta de Camisea se exportan. Sin embargo, seguimos dependiendo de las importaciones del petróleo y del diesel 2, como lo explicamos en nuestro artículo publicado en nuestra página web “Combustibles Sin Brújula”.
DISTORSIÓN= PARIDAD DE IMPORTACIÓN
En tal sentido, debe revisarse la teoría de la “paridad de importación” que no es otra cosa que la aplicación de la teoría del costo de oportunidad del economista de la escuela austríaca Carl Menger del siglo XIX, el cual supone que en nuestro país las empresas importadoras, básicamente refineras, compran el crudo WTI en la costa oeste de los Estados Unidos. A esta “importación eficiente” se le deben sumar los costos de transporte, seguro, aranceles, cabotaje, descarga, almacenamiento, etc.
Por tanto, si el precio marcador WTI está en US$ 80 dólares el barril por ejemplo, a ese precio se le deben agregar los costos de fletes, seguros, el paso del Canal de Panamá, internamiento, carga y descarga, almacenamiento, que se estiman por lo menos en un costo adicional de US$ 10 dólares. Evidentemente con esta simulación se favorece a las refineras en especial a la española Repsol/YPF que importa el 90% del crudo que procesa en detrimento de los consumidores, y que dicho sea de paso trata a sus trabajadores como “mitayos” de la Colonia.
Esta teoría de la paridad de importación bajo responsabilidad teórica del organismo regulador Osinergmín, es absolutamente desfavorable a los usuarios y consumidores, pues de allí se obtienen los llamados “precios de referencia de los combustibles” que se utilizan para establecer la franja mínima y máxima de precios en el Fondo de Estabilización de Combustibles, cuya elevación justificó el incremento de precios del 1º de enero en un 10%.
Con la teoría de la “paridad de importación” se presume idealmente que las importaciones se realizan en la costa oeste, cuando en verdad, la mayor participación del crudo importado se realiza desde países vecinos como Ecuador y Colombia, donde evidentemente los precios del petróleo son menores por la menor calidad del crudo Oriente y Caño Limón; los fletes también son menores, y que al ser países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), las importaciones de crudo y derivados están exoneradas de aranceles.
Por ello, estimamos el sobrecosto preliminar que tendrían los usuarios y consumidores en millones de dólares desde el 2001, al simular las importaciones del crudo WTI de los Estados Unidos de Norteamérica, cuando en verdad el grueso de las importaciones se realizan desde los países vecinos, principalmente con empresas estatales del Ecuador, a través de las negociaciones con Petroecuador y con Ecopetrol de Colombia, aunque Repsol/YPF importa crudo proveniente de los bloques o lotes bajo su responsabilidad.
La columna A expone los precios WTI de la costa oeste de USA desde el 2001 a noviembre del 2009 donde resulta evidente el comportamiento alcista de los precios del crudo sobre todo a partir del 2004 donde se elevan a más US$ 41 dólares al barril, cuando en el 2001 estaba sobre los 26 dólares. En el 2008 alcanza el pico más alto llegando a un promedio de 99 dólares el barril y alcanzar a noviembre del 2009 un promedio de 62 dólares el barril.
La columna B expresa el promedio de los precios de importación de los crudos realmente importados por las refineras que operan en el Perú, el crudo Oriente del Ecuador y el crudo Caño Limón de Colombia. Como resulta evidente los precios son menores al marcador WTI pues son crudos más pesados.
La columna C señala el diferencial, es decir la resta por año del precio WTI y el promedio de precios del crudo realmente importado en el país por barril. En verdad, las diferencias son importantes, pues van desde los 3.99 dólares en el 2001, trepando a los 8.59 dólares en el 2004, 9.37 dólares en el 2005, para mantener una diferencia superior a los 7 dólares entre el 2006 y 2008 como se puede observar en el cuadro respectivo. A noviembre del 2009 el diferencial se cae a 2.44 dólares el barril.
La columna D muestra los volúmenes de importación de crudo en millones de barriles por año, donde el comportamiento de la tendencia de las importaciones es creciente pues se elevan de los 27 millones de barriles en el 2001 a los 30 millones en el 2004, para trepar a los 35 millones de barriles de importaciones en el 2005, alcanzar los 40 millones de barriles en el 2007 y mantenerse por encima de los 35 millones en el 2008.
Evidentemente el efecto Camisea atenúa nuestra dependencia del crudo importado mas no la supera, de allí la importancia de incrementar la producción interna de petróleo de alta calidad, sobre todo de los viejos campos de Talara.
Por último, la columna E expone el resultado de multiplicar los volúmenes de importación por año con el diferencial de precios de la columna C. Este podría ser definido como el exceso de valor teórico que en parte tienen que asumir los consumidores en los precios internos por adoptar la llamada teoría de la “paridad de importación”. Se podría decir que existe un exceso de valor por más de 250 millones de dólares por año, que gracias al “duopolio público-privado” que mantienen las refinerías de PetroPerú y La Pampilla de Repsol/YPF se convierten en ingresos y utilidades extraordinarias. Una diferencia sin embargo es válida, las utilidades de PetroPerú se quedan en el país, las utilidades de Repsol/YPF migran.
En otras palabras, la paridad de importación utilizada por Osinergmin que sirve para establecer los precios de referencia está sobrevaluado en exceso. Es más, a pesar de los importantes ingresos que tiene el organismo regulador Osinergmin de las regalías de hidrocarburos, los precios de referencia del petróleo y derivados, según el agudo congresista por Puno Yonhy Lescano, son elaborados por una empresa de servicios denominada World Products Trading, lo cual resulta bastante extraño.
EPÍLOGO
Evidentemente frente a nuestra creciente dependencia del crudo importado y de los precios del petróleo, el camino correcto es promover la inversión en el sector para incrementar la producción interna de crudo, sobre todo en los viejos campos de Talara, donde desde el siglo XIX a la fecha se han obtenido más de 1,500 millones de barriles de crudo de alta calidad. En tal sentido, en lo más inmediato hay que promover la inversión en la explotación de recursos y reservas marginales, cuya primera etapa ha tenido excelentes resultados, por las empresas que se acogieron a la ley Nº 28109. Lo mismo se tiene que hacer con la inversión en el Zócalo Continental perforando pozos exploratorios de riesgo, en los llamados horizontes profundos y sub explorados. Ello es más urgente y necesario con la modernización de la refinería de Talara que aumentara su capacidad de refino a los 90 mil barriles diarios antes del 2015.
Se debe tener presente que la producción interna abona regalías y genera el pago del impuesto a la renta, además de generar empleo y tener un efecto multiplicador. En cambio el crudo importado con el drenaje de divisas que ello representa, justifica las falacias de la teoría de la “paridad de importación” que distorsiona la formación de los precios internos de los combustibles afectando los intereses de los millones de usuarios y consumidores.
Por ello, sería recomendable el cambio de la estimación por la evidente sobrestimación en los precios de referencia en los combustibles, y una mayor transparencia en el mercado de combustibles, donde al margen de la alta participación tributaria en los precios se constata que “A río revuelto ganancia de especuladores”.
Con la producción local de crudo se abastece un tercio de los requerimientos del mercado interno de combustibles, siendo la producción proveniente de los “campos maduros” de Talara con más de 100 años de explotación más las provenientes del Zócalo Continental que promedian los 33 mil barriles diarios de un crudo ligero con más de 34º grados API, hidrocarburo de alta calidad que permite la obtención de una mayor proporción de condensados medios, diesel 2, turbo, kerosenes con gasolinas de calidad y un menor porcentaje de residuales. Lamentablemente este crudo no resulta suficiente para compensar las necesidades de la refinería de Talara que tiene actualmente una capacidad de refino de 62 mil barriles diarios, y que con su esperada modernización se elevará a los 90 mil barriles.
De otro lado, el crudo cada vez más pesado de las operaciones de la Selva Norte tiende a la disminución, y en la actualidad la producción conjunta de los lotes 8 y 1-AB ambas operadas por la transnacional argentina Pluspetrol Norte no supera los 40 mil barriles diarios, de los cuales la mayor parte se exportan, lo cual no deja de ser un problema económico financiero para Petroperú que administra el gran oleoducto nor peruano. Este oleoducto que tiene una capacidad de transporte en el tramo principal de 200 mil barriles diarios está subutilizado, pues tiene que asumir costos para trasladar hipotéticamente 200 mil barriles diarios y no transporta más de 40 mil barriles al día. En otras palabras, PetroPerú está subsidiando la exportación de Pluspetrol Norte al no pagar ésta última las reales tarifas de transporte.
De allí, que no se entiende la inopia negociadora de PerúPetro y PetroPerú para que la producción de los lotes 67 (Perenco) y del 39 bajo responsabilidad de Repsol/YPF pasen a la etapa de producción comercial en el menor tiempo posible. Si bien la producción por obtener está constituida por crudos pesados con un grado API de 15º grados, la modernización de la refinería de Talara/PetroPerú haría posible su tratamiento y el país estaría cercano de alcanzar la preciada autonomía energética, para depender lo menos posible del crudo importado.
El llamado efecto Camisea ha sido favorable en nuestra matriz energética, a pesar del subsidio implícito a las empresas eléctricas, especialmente en el mercado de combustibles. Por un lado, el gas natural se ha convertido en la segunda fuente energética en la generación de electricidad, y en los combustibles ha desplazado el uso de los petróleos industriales, y del diesel, y en el caso de los líquidos de gas con la producción conjunta de los lotes 88 y 56 se están extrayendo más de 67 mil barriles diarios, de los cuales el 50% se convierte en gas licuado o gas doméstico que se comercializa en balones, y que cuyos excedentes se están exportando también en la forma de propano y butano. Del otro 50% de líquidos se obtienen más de 9 mil barriles diarios de diesel 2 que son comercializados por PetroPerú, y la nafta que también se exporta.
Por tanto, a nivel de derivados del petróleo y líquidos de gas natural, el mercado interno de combustibles se caracteriza por los excedentes de crudo pesado sin refinar y de los petróleos residuales o industriales mayormente producidos por Repsol/YPF que se exportan. De otro lado, el gas licuado de petróleo (GLP), y las gasolinas, sobre todo la nafta de Camisea se exportan. Sin embargo, seguimos dependiendo de las importaciones del petróleo y del diesel 2, como lo explicamos en nuestro artículo publicado en nuestra página web “Combustibles Sin Brújula”.
DISTORSIÓN= PARIDAD DE IMPORTACIÓN
En tal sentido, debe revisarse la teoría de la “paridad de importación” que no es otra cosa que la aplicación de la teoría del costo de oportunidad del economista de la escuela austríaca Carl Menger del siglo XIX, el cual supone que en nuestro país las empresas importadoras, básicamente refineras, compran el crudo WTI en la costa oeste de los Estados Unidos. A esta “importación eficiente” se le deben sumar los costos de transporte, seguro, aranceles, cabotaje, descarga, almacenamiento, etc.
Por tanto, si el precio marcador WTI está en US$ 80 dólares el barril por ejemplo, a ese precio se le deben agregar los costos de fletes, seguros, el paso del Canal de Panamá, internamiento, carga y descarga, almacenamiento, que se estiman por lo menos en un costo adicional de US$ 10 dólares. Evidentemente con esta simulación se favorece a las refineras en especial a la española Repsol/YPF que importa el 90% del crudo que procesa en detrimento de los consumidores, y que dicho sea de paso trata a sus trabajadores como “mitayos” de la Colonia.
Esta teoría de la paridad de importación bajo responsabilidad teórica del organismo regulador Osinergmín, es absolutamente desfavorable a los usuarios y consumidores, pues de allí se obtienen los llamados “precios de referencia de los combustibles” que se utilizan para establecer la franja mínima y máxima de precios en el Fondo de Estabilización de Combustibles, cuya elevación justificó el incremento de precios del 1º de enero en un 10%.
Con la teoría de la “paridad de importación” se presume idealmente que las importaciones se realizan en la costa oeste, cuando en verdad, la mayor participación del crudo importado se realiza desde países vecinos como Ecuador y Colombia, donde evidentemente los precios del petróleo son menores por la menor calidad del crudo Oriente y Caño Limón; los fletes también son menores, y que al ser países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), las importaciones de crudo y derivados están exoneradas de aranceles.
Por ello, estimamos el sobrecosto preliminar que tendrían los usuarios y consumidores en millones de dólares desde el 2001, al simular las importaciones del crudo WTI de los Estados Unidos de Norteamérica, cuando en verdad el grueso de las importaciones se realizan desde los países vecinos, principalmente con empresas estatales del Ecuador, a través de las negociaciones con Petroecuador y con Ecopetrol de Colombia, aunque Repsol/YPF importa crudo proveniente de los bloques o lotes bajo su responsabilidad.
La columna A expone los precios WTI de la costa oeste de USA desde el 2001 a noviembre del 2009 donde resulta evidente el comportamiento alcista de los precios del crudo sobre todo a partir del 2004 donde se elevan a más US$ 41 dólares al barril, cuando en el 2001 estaba sobre los 26 dólares. En el 2008 alcanza el pico más alto llegando a un promedio de 99 dólares el barril y alcanzar a noviembre del 2009 un promedio de 62 dólares el barril.
La columna B expresa el promedio de los precios de importación de los crudos realmente importados por las refineras que operan en el Perú, el crudo Oriente del Ecuador y el crudo Caño Limón de Colombia. Como resulta evidente los precios son menores al marcador WTI pues son crudos más pesados.
La columna C señala el diferencial, es decir la resta por año del precio WTI y el promedio de precios del crudo realmente importado en el país por barril. En verdad, las diferencias son importantes, pues van desde los 3.99 dólares en el 2001, trepando a los 8.59 dólares en el 2004, 9.37 dólares en el 2005, para mantener una diferencia superior a los 7 dólares entre el 2006 y 2008 como se puede observar en el cuadro respectivo. A noviembre del 2009 el diferencial se cae a 2.44 dólares el barril.
La columna D muestra los volúmenes de importación de crudo en millones de barriles por año, donde el comportamiento de la tendencia de las importaciones es creciente pues se elevan de los 27 millones de barriles en el 2001 a los 30 millones en el 2004, para trepar a los 35 millones de barriles de importaciones en el 2005, alcanzar los 40 millones de barriles en el 2007 y mantenerse por encima de los 35 millones en el 2008.
Evidentemente el efecto Camisea atenúa nuestra dependencia del crudo importado mas no la supera, de allí la importancia de incrementar la producción interna de petróleo de alta calidad, sobre todo de los viejos campos de Talara.
Por último, la columna E expone el resultado de multiplicar los volúmenes de importación por año con el diferencial de precios de la columna C. Este podría ser definido como el exceso de valor teórico que en parte tienen que asumir los consumidores en los precios internos por adoptar la llamada teoría de la “paridad de importación”. Se podría decir que existe un exceso de valor por más de 250 millones de dólares por año, que gracias al “duopolio público-privado” que mantienen las refinerías de PetroPerú y La Pampilla de Repsol/YPF se convierten en ingresos y utilidades extraordinarias. Una diferencia sin embargo es válida, las utilidades de PetroPerú se quedan en el país, las utilidades de Repsol/YPF migran.
En otras palabras, la paridad de importación utilizada por Osinergmin que sirve para establecer los precios de referencia está sobrevaluado en exceso. Es más, a pesar de los importantes ingresos que tiene el organismo regulador Osinergmin de las regalías de hidrocarburos, los precios de referencia del petróleo y derivados, según el agudo congresista por Puno Yonhy Lescano, son elaborados por una empresa de servicios denominada World Products Trading, lo cual resulta bastante extraño.
EPÍLOGO
Evidentemente frente a nuestra creciente dependencia del crudo importado y de los precios del petróleo, el camino correcto es promover la inversión en el sector para incrementar la producción interna de crudo, sobre todo en los viejos campos de Talara, donde desde el siglo XIX a la fecha se han obtenido más de 1,500 millones de barriles de crudo de alta calidad. En tal sentido, en lo más inmediato hay que promover la inversión en la explotación de recursos y reservas marginales, cuya primera etapa ha tenido excelentes resultados, por las empresas que se acogieron a la ley Nº 28109. Lo mismo se tiene que hacer con la inversión en el Zócalo Continental perforando pozos exploratorios de riesgo, en los llamados horizontes profundos y sub explorados. Ello es más urgente y necesario con la modernización de la refinería de Talara que aumentara su capacidad de refino a los 90 mil barriles diarios antes del 2015.
Se debe tener presente que la producción interna abona regalías y genera el pago del impuesto a la renta, además de generar empleo y tener un efecto multiplicador. En cambio el crudo importado con el drenaje de divisas que ello representa, justifica las falacias de la teoría de la “paridad de importación” que distorsiona la formación de los precios internos de los combustibles afectando los intereses de los millones de usuarios y consumidores.
Por ello, sería recomendable el cambio de la estimación por la evidente sobrestimación en los precios de referencia en los combustibles, y una mayor transparencia en el mercado de combustibles, donde al margen de la alta participación tributaria en los precios se constata que “A río revuelto ganancia de especuladores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario