PRODUCCIÓN EN CAÍDA
LIBRE
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
Históricamente se constata la tendencia en la disminución de la producción interna de petróleo crudo desde los años ochenta del siglo pasado, cuando se alcanzó el cenit de la producción cercano a los 200 mil barriles diarios empezó luego la tendencia declinante de la producción por una serie de razones. En el sector de hidrocarburos si no se realizan perforaciones exploratorias de riesgo para reponer las reservas probadas tarde o temprano la producción disminuye.
Esta se explica por el agotamiento natural de un recurso natural no renovable como en los campos maduros de Talara, sea por decisiones empresariales de aprovechar al máximo las reservas probadas con privilegios tributarios (OXY), sea por privilegiar la perforación en pozos de desarrollo en vez de promover la perforación de riesgo exploratorio, que sería la política sabia de todo gobierno. Por último la intervención del estado con políticas populistas que imposibilitaron los programas exploratorios de PetroPerú a partir de 1986 para adelante.
Lo que debiera ser evidente es que durante la década de los años setenta del siglo pasado, con los vientos nacionalistas del Gobierno Militar del general Velasco Alvarado, con el rol protagónico de PetroPerú en el sector se perforaron en promedio 25 pozos exploratorios por año. En los años ochenta con la crisis de la deuda externa e hiperinflación, la perforación de riesgo disminuyó a 19 pozos como promedio anual, para caer a menos de 6 pozos en la década de los años noventa, y mantenerse a ese nivel en la primera década del siglo XXI, con excepción del 2011 que se perforaron 12 pozos para volver a los 6 pozos exploratorios en el 2013.
Así, habiendo alcanzado en su mejor momento la producción de crudo un pico cercano a los 200 mil barriles diarios se ha transitado a los 127 mil barriles en 1993 cuando se asumió la decisión política de privatizar por partes las diversas unidades de PetroPerú, en especial los lotes petroleros del norte del país con sus instalaciones, reservas probadas, capital humano e información geológica (Talara incluido las operaciones del Zócalo Continental), selva central y la producción del lote 8/8X. Ver cuadro sobre Producción Anual de Petróleo Crudo 1986-2013 (hasta agosto)
En tanto, la producción de petróleo siguió cayendo hasta ubicarse a menos de 90 mil barriles diarios en el 2003 hasta alcanzar niveles menores a los 62 mil barriles en el promedio enero/octubre del 2013 con tendencia a la disminución, lo cual debiera ser una preocupación central de todo gobierno.
En mi opinión parte de la responsabilidad en relación a la tendencia en la disminución de la producción de crudo se relaciona con las políticas populistas y de subsidio indiscriminado del período 1986/1990 que descapitalizaron a la petrolera estatal con crecientes pérdidas económicas que imposibilitaron revertir la disminución natural de la producción interna de los yacimientos.
Las empresas estatales en su conjunto y en especial PetroPerú estaban económicamente quebradas por una decisión política del gobierno de ese entonces, que la obligaba a vender un galón promedio de combustible a 20 centavos de dólar cuando su costo de producción era de 52 centavos el galón y si se quería financiar las inversiones en exploración y explotación su precio en promedio debía ser de 62 centavos. Lo cual fue una cruda realidad con el fujishock de precios en agosto de 1990, lo que revirtió las pérdidas económicas de la petrolera estatal en 1992.
Sin la descapitalización de PetroPerú que acumulaba pérdidas diarias, mensuales y anuales por una decisión política del gobierno de turno, difícilmente hubiese sido aceptable y justificable la privatización de la petrolera estatal. De allí que la ideología liberal sostuviera interesadamente que las pérdidas económicas de las empresas públicas determinaban el déficit fiscal que debía cubrirse con emisión inorgánica, lo que explicaría la hiperinflación de fines de los años ochenta.
En esa medida la privatización fragmentada de PetroPerú que tuvo el respaldo del Banco Mundial, FMI y otros organismos, se justificó con el argumento de revertir la tendencia ya decreciente de la producción interna de petróleo, comprometer mayores de inversiones privadas para incrementar la producción y las reservas probadas. Sin embargo, la producción siguió disminuyendo, lo cual debiera cuestionar el principal argumento ideológico.
Por ello, debiera ser una política de estado alcanzar la autonomía energética bajo una racionalidad económica que haga un uso intensivo de los recursos más abundantes con que cuenta el país. Solamente en el período 2001 al 2012 las importaciones de crudo sumaron los 25,365 millones de dólares y las compras en el exterior del diesel 2, el principal combustible utilizado en nuestra economía sumó los 5,698 millones de dólares.
La gravedad del problema se agudiza, siendo responsabilidad de este gobierno las importaciones de petróleo crudo durante el 2012 cuando se compraron del exterior más de 33 millones de barriles por un valor de 3,633 millones de dólares, y en lo que va hasta agosto las importaciones sumaron los 22 millones de barriles por un valor de 2,372 millones de dólares, lo que permite proyectar una importación equivalente al 2012.
Debiera ser evidente que sin el “efecto Camisea” las importaciones de petróleo y derivados hubiese sido mayor, con la salvedad que las reservas del actual lote 88 fueron descubiertas hacia 1984 por la transnacional angloholandesa Shell y se tuvo que esperar veinte años para hacer realidad su explotación, cuando los volúmenes de gas natural llegaron a la capital para ser usados básicamente en la generación eléctrica, y en menor medida en el consumo residencial y automotriz.
Por ello, revertir la tendencia a la disminución de crudo y promover las inversiones de riesgo supone un paquete de medidas que van desde el sinceramiento de las tasas de regalías, cuestionar el rol de PerúPetro en la regulación sumamente permisiva con las empresas, la modernización e integración vertical de PetroPerú como lo hace Ecopetrol de Colombia o ENAP de Chile, que a fines de los años ochenta estaban por debajo del ranking en relación a la petrolera estatal. ¡Los buenos ejemplos hay que imitarlos!
Si bien la estructura geológica nos permite afirmar que nuestro país no reproduce la geología y bondades de Venezuela, nos parecemos más a Colombia, Ecuador, y en nuestra selva nororiental existe un gran potencial hidrocarburífero que debiera ser explotado con la debida responsabilidad ambiental y social para ser económicamente viables y obtener la licencia social de las comunidades involucradas.
Como país debiéramos tender a la autonomía energética afirmando el principio de la seguridad en el abastecimiento nacional, a precios razonables de los combustibles. Ello supone e impone el fortalecimiento de PetroPerú con la integración vertical para que pueda actuar en el mercado como una empresa moderna, competitiva y de buenas prácticas corporativas.
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
Históricamente se constata la tendencia en la disminución de la producción interna de petróleo crudo desde los años ochenta del siglo pasado, cuando se alcanzó el cenit de la producción cercano a los 200 mil barriles diarios empezó luego la tendencia declinante de la producción por una serie de razones. En el sector de hidrocarburos si no se realizan perforaciones exploratorias de riesgo para reponer las reservas probadas tarde o temprano la producción disminuye.
Esta se explica por el agotamiento natural de un recurso natural no renovable como en los campos maduros de Talara, sea por decisiones empresariales de aprovechar al máximo las reservas probadas con privilegios tributarios (OXY), sea por privilegiar la perforación en pozos de desarrollo en vez de promover la perforación de riesgo exploratorio, que sería la política sabia de todo gobierno. Por último la intervención del estado con políticas populistas que imposibilitaron los programas exploratorios de PetroPerú a partir de 1986 para adelante.
Lo que debiera ser evidente es que durante la década de los años setenta del siglo pasado, con los vientos nacionalistas del Gobierno Militar del general Velasco Alvarado, con el rol protagónico de PetroPerú en el sector se perforaron en promedio 25 pozos exploratorios por año. En los años ochenta con la crisis de la deuda externa e hiperinflación, la perforación de riesgo disminuyó a 19 pozos como promedio anual, para caer a menos de 6 pozos en la década de los años noventa, y mantenerse a ese nivel en la primera década del siglo XXI, con excepción del 2011 que se perforaron 12 pozos para volver a los 6 pozos exploratorios en el 2013.
Así, habiendo alcanzado en su mejor momento la producción de crudo un pico cercano a los 200 mil barriles diarios se ha transitado a los 127 mil barriles en 1993 cuando se asumió la decisión política de privatizar por partes las diversas unidades de PetroPerú, en especial los lotes petroleros del norte del país con sus instalaciones, reservas probadas, capital humano e información geológica (Talara incluido las operaciones del Zócalo Continental), selva central y la producción del lote 8/8X. Ver cuadro sobre Producción Anual de Petróleo Crudo 1986-2013 (hasta agosto)
En tanto, la producción de petróleo siguió cayendo hasta ubicarse a menos de 90 mil barriles diarios en el 2003 hasta alcanzar niveles menores a los 62 mil barriles en el promedio enero/octubre del 2013 con tendencia a la disminución, lo cual debiera ser una preocupación central de todo gobierno.
En mi opinión parte de la responsabilidad en relación a la tendencia en la disminución de la producción de crudo se relaciona con las políticas populistas y de subsidio indiscriminado del período 1986/1990 que descapitalizaron a la petrolera estatal con crecientes pérdidas económicas que imposibilitaron revertir la disminución natural de la producción interna de los yacimientos.
Las empresas estatales en su conjunto y en especial PetroPerú estaban económicamente quebradas por una decisión política del gobierno de ese entonces, que la obligaba a vender un galón promedio de combustible a 20 centavos de dólar cuando su costo de producción era de 52 centavos el galón y si se quería financiar las inversiones en exploración y explotación su precio en promedio debía ser de 62 centavos. Lo cual fue una cruda realidad con el fujishock de precios en agosto de 1990, lo que revirtió las pérdidas económicas de la petrolera estatal en 1992.
Sin la descapitalización de PetroPerú que acumulaba pérdidas diarias, mensuales y anuales por una decisión política del gobierno de turno, difícilmente hubiese sido aceptable y justificable la privatización de la petrolera estatal. De allí que la ideología liberal sostuviera interesadamente que las pérdidas económicas de las empresas públicas determinaban el déficit fiscal que debía cubrirse con emisión inorgánica, lo que explicaría la hiperinflación de fines de los años ochenta.
En esa medida la privatización fragmentada de PetroPerú que tuvo el respaldo del Banco Mundial, FMI y otros organismos, se justificó con el argumento de revertir la tendencia ya decreciente de la producción interna de petróleo, comprometer mayores de inversiones privadas para incrementar la producción y las reservas probadas. Sin embargo, la producción siguió disminuyendo, lo cual debiera cuestionar el principal argumento ideológico.
Por ello, debiera ser una política de estado alcanzar la autonomía energética bajo una racionalidad económica que haga un uso intensivo de los recursos más abundantes con que cuenta el país. Solamente en el período 2001 al 2012 las importaciones de crudo sumaron los 25,365 millones de dólares y las compras en el exterior del diesel 2, el principal combustible utilizado en nuestra economía sumó los 5,698 millones de dólares.
La gravedad del problema se agudiza, siendo responsabilidad de este gobierno las importaciones de petróleo crudo durante el 2012 cuando se compraron del exterior más de 33 millones de barriles por un valor de 3,633 millones de dólares, y en lo que va hasta agosto las importaciones sumaron los 22 millones de barriles por un valor de 2,372 millones de dólares, lo que permite proyectar una importación equivalente al 2012.
Debiera ser evidente que sin el “efecto Camisea” las importaciones de petróleo y derivados hubiese sido mayor, con la salvedad que las reservas del actual lote 88 fueron descubiertas hacia 1984 por la transnacional angloholandesa Shell y se tuvo que esperar veinte años para hacer realidad su explotación, cuando los volúmenes de gas natural llegaron a la capital para ser usados básicamente en la generación eléctrica, y en menor medida en el consumo residencial y automotriz.
Por ello, revertir la tendencia a la disminución de crudo y promover las inversiones de riesgo supone un paquete de medidas que van desde el sinceramiento de las tasas de regalías, cuestionar el rol de PerúPetro en la regulación sumamente permisiva con las empresas, la modernización e integración vertical de PetroPerú como lo hace Ecopetrol de Colombia o ENAP de Chile, que a fines de los años ochenta estaban por debajo del ranking en relación a la petrolera estatal. ¡Los buenos ejemplos hay que imitarlos!
Si bien la estructura geológica nos permite afirmar que nuestro país no reproduce la geología y bondades de Venezuela, nos parecemos más a Colombia, Ecuador, y en nuestra selva nororiental existe un gran potencial hidrocarburífero que debiera ser explotado con la debida responsabilidad ambiental y social para ser económicamente viables y obtener la licencia social de las comunidades involucradas.
Como país debiéramos tender a la autonomía energética afirmando el principio de la seguridad en el abastecimiento nacional, a precios razonables de los combustibles. Ello supone e impone el fortalecimiento de PetroPerú con la integración vertical para que pueda actuar en el mercado como una empresa moderna, competitiva y de buenas prácticas corporativas.
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