EN DEFENSA DEL INTERÉS PÚBLICO
ESCRIBE: Jorge Manco Zaconetti (Investigador UNMSM)
Lo que está pasando con la empresa
noruega Interoil que explota hasta ahora los recursos petroleros de los lotes
III y IV en Talara demuestra una vez más la falta de estrategia y planeamiento
del Estado en materia de energía, lo cual constituye una responsabilidad
pública y no de las empresas privadas.
El organismo público que representa
al estado en materia de hidrocarburos en cuanto a la promoción de la inversión
privada, suscripción de los contratos, supervisión y fiscalización de los
mismos es Perúpetro, organismo creado a inicios de la década de los noventa,
cuando el gobierno del fujimorismo asumió la responsabilidad de privatizar
aceleradamente y por partes a PetroPerú, contra toda lógica y criterio técnico.
Si se tiene presente que el
principio fundamental de las empresas es la maximización de las utilidades se
debiera reconocer que ello significa por oposición minimizar los ingresos
percibidos por el estado. Esa es la lógica económica que está subyacente en la
razón de ser de toda empresa, de allí la importancia de la defensa del interés
público.
En tal sentido debiera ser
preocupación central de Perúpetro promover los mayores compromisos de inversión
y al mismo tiempo salvaguardar la mayor participación del estado en la riqueza
creada, vía impuesto a la renta y regalías cuando se trata de recursos
naturales no renovables como los hidrocarburos, al margen de las inversiones
sociales propias de la responsabilidad social empresarial.
En nuestro país, los gobiernos
sucesivos en esta materia reaccionan con políticas de corto plazo,
contradictorias, bajo el influjo de una inmediatez que no asegura las mayores
inversiones que demanda el sector de hidrocarburos para alcanzar la autonomía
energética y recuperar un balance positivo en nuestra balanza comercial de
hidrocarburos. Esta debiera ser una política de estado en el largo plazo, sea
cual fuere el gobierno.
Sirva las diferencias de trato en
relación a los contratos del sector.
Mientras a las empresas Graña y Montero, Petrolera Monterrico, Sapet, Maple
Gas Corporation se les prórroga los contratos de explotación por diez años
adicionales sin haber valorizado previamente las reservas probadas y probables
que son propiedad de la Nación.
En el caso de Interoil se negoció
un nuevo “contrato temporal” que no existe en la legislación que solamente
reconoce los contratos de licencia y de servicios, con el agravante que en el
futuro próximo transcurridos los doce meses, la empresa continué en las
operaciones si gana la licitación pública que Perúptero está preparando para
los lotes III y IV.
Por último, a la empresa petrolera
de la Universidad de Ingeniería Unipetro, responsable de las operaciones en el
lote IX pagando la tasa de regalías equivalente más alta, se le prorroga el contrato por dos años. Y,
en el caso
del lote 1-AB donde opera
Pluspetrol Norte ahora denominado lote 192, cuya vigencia contractual vence en
agosto del 2015, se piensa convocar a una licitación internacional para un
nuevo contrato con una vigencia de 30 años.
Si se tiene presente que dicho
lote (1-AB) firmado en 1971 durante la junta militar de gobierno del general
Velasco Alvarado, ha sido prorrogado ya tantas veces; renegociado por el primer
gobierno aprista en 1986 cuando el
contratista era la OXY. Con dicha renegociación su vencimiento contractual era
en el 2007, sin embargo durante el gobierno de transición del Dr. Panigua
(2001), siendo ministro del sector el señor Herrera Descalzi, PerúPetro indebidamente prorrogó la
terminación contractual del 2007 para agosto del 2015, cambiando la naturaleza
del contrato de servicios a uno de licencia, donde el estado perdió la
titularidad, es decir, la propiedad sobre los hidrocarburos, favoreciendo los
intereses de la petrolera argentina Pluspetrol.
Esta debilidad institucional de
Perúpetro en la defensa del interés público se explicaría por varias razones.
Una se debe a la falta de autonomía económica, administrativa a pesar de las
millonarias cifras que capta por concepto de regalías que financian en parte el
canon y sobrecanon de hidrocarburos incluido el canon gasífero.
A ello se debiera agregar las restricciones
presupuestales que le impone el ministerio de economía y finanzas y si a ello
se suma la intervención política, con su dosis de corrupción que tiene como
expresión suprema los diversos cambios contractuales que se hicieron desde el
2003 para favorecer el contrato de exportación del lote 56, como el llamado
escándalo de los “Petroaudios” que
involucraba también a una empresa noruega coludidos con altos funcionarios de
PerúPetro.
Desde mi punto de vista el estado ha
perdido el norte en materia de hidrocarburos y se requiere una serie de
reformas que involucren un consenso de la clase política respecto al rol del
estado por medio de la regulación, y sobre qué hacer en relación con PetroPerú.
Es más, la normatividad del sector debiera ser promotora de la inversión
privada pero con responsabilidad social y ambiental, para que no se reproduzcan
los pasivos ambientales del lote 1-AB que constituyen toda una tragedia, que el
estado como siempre asumirá.
Existe una debilidad institucional
en PerúPetro cuya dependencia del intervencionismo político de los gobiernos de
turno amerita un cambio en la designación de sus directores; donde se debiera
nombrar a un directorio intachable calificado técnicamente y éticamente, en un
régimen parecido a la elección del Banco Central de Reserva por un período determinado.
En los últimos años los mejores
cuadros de Perúpetro han fugado al sector privado o han sido captados por
PetroPerú, lo cual demuestra la precaria capacidad negociadora y fiscalizadora
de dicho organismo público. A ello debiera sumarse el rezago salarial de sus
empleados y funcionarios en relación a las remuneraciones vigentes con cargos
equivalentes en Osinergmin o en la petrolera estatal.
La precariedad de Perúpetro queda
demostrada una vez más con el “affaire Interoil” . En este caso los problemas se
avecinaban desde el 2011 cuando la empresa dejaba de invertir para
incrementar y/o mantener la producción
en unos lotes que en la década de los noventa no producian ni siquiera los
1,000 barriles diarios.
Por el contrario, fue Interoil la
empresa que asumiendo la responsabilidad productiva de los anteriores
contratistas la que elevó la producción conjunta de los lotes III y IV
extrajendo más 5,000 barriles diarios en su mejor momento de un crudo ligero que
en su integridad abastece a la refinería de Talara (PetroPerú). Sin embargo, desde el 2011 por la ausencia de
un planemiento estratégico de parte del estado y falta de objetivos en el largo
plazo la producción disminuía hasta los niveles de 2,600 barriles diarios
afectando los ingresos fiscales y el canon (Piura) y sobrecanon regional
(Tumbes)
A
diferencia de las empresas Sapet o Graña y Montero, que operan en al misma
región, las regalías abonadas por Interoil y Petrolera Monterrico superan la
tasa del 49 por ciento que pueden ser consideradas como anormalmente altas, si
se considera que Sapet (VI/VII) abona un tasa de 12.75 por ciento, la empresa de la UNI una regalía equivalente
superior al 70 por ciento, y Pluspetrol en el lote 1-AB abona un promedio de 30
por ciento.
Si
bien las tasas de regalías en los lotes III y IV bordean el 49.20 por ciento,
lo cual le permite al estado participar en la renta petrolera de manera
significativa, se debe reconocer que tales tasas se fijaron en razón que la
empresa titular de los contratos de los lotes III y IV no pagó por las reservas
probadas y probables que transfirió PetroPerú en el proceso de privatización
llevado a cabo a inicios de los noventa del siglo pasado.
En
verdad, con el “contrato temporal “ de doce meses firmado con Interoil con el
argumento de preparar las bases para una licitación pública Perúpetro no hace
más que postergar una decisión que debió adoptarse a inicios del presente
régimen.
Por
la ley de fortalecimiento y modernización de PetroPerú, dichos lotes cuyos
contratos vencieron o estaban próximos a su término, debieron ser asignados
directamente a la petrolera estatal para alcanzar la integración vertical entre
las operaciones de explotación, refinación, transporte, distribución mayorista
y minorista pues esta constituye la forma racional, técnica y nacional de operar
en el sector de hidrocarburos. Lo contrario es defender el interés privado en
detrimento del interés público, de allí la necesidad de reestructurar
PerúPetro.
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