martes, 4 de noviembre de 2014

ENAP DE CHILE SÍ, A PETROPERÚ NO

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)

El reconocido intelectual Noam Chomsky de visita al país del sur años atrás, señalaba que gran parte del éxito económico del modelo chileno de apertura, libre mercado, de aplicación de reformas estructurales como la privatización de empresas públicas, radicaba en la presencia estatal en dos sectores estratégicos para la economía: minería e hidrocarburos.

Por un lado la intervención de la Corporación del Cobre (Codelco) la primera empresa a nivel mundial en la producción cuprífera que contribuye enérgicamente con el fisco, pagando los mayores royaltys, contribuyendo con la ley reservada del cobre para las fuerzas armadas, e impuestos, y de otro lado, la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), una empresa que mantiene operaciones en Chile, Ecuador, Argentina y Egipto, a través de una serie de empresas vinculadas.

A diferencia del Perú, la clase dirigente chilena se identifica y potencia a su petrolera estatal como reconocimiento de la importancia que tienen los hidrocarburos en la reproducción técnica y material de la economía, asegurando el abastecimiento seguro y oportuno de los combustibles, a pesar del crónico déficit energético de la economía chilena.

Chile como país es altamente dependiente de las importaciones de los hidrocarburos sea el petróleo crudo pues importa más del 90 por ciento de sus requerimientos, y del gas natural que antes importaba desde el vecino transandino, Argentina, con compras equivalentes de casi 1,400 millones de pies cúbicos diarios y ahora depende de otros mercados. Evidentemente desde el 2004 el gobierno gaucho limitó las exportaciones de gas natural priorizando el abastecimiento interno, al margen de los contratos firmados entre privados, lo cual ha profundizado la crisis energética en Chile donde la energía cuesta casi el triple que en el Perú.

Por ello, para el vecino del sur la seguridad energética tiene una prioridad fundamental en el marco de su proyecto nacional de desarrollo, y la empresa ENAP mantiene una presencia integrada a nivel internacional con el objetivo de asegurar el abastecimiento energético interno, regular el precio de los combustibles, y generar utilidades para el proceso de acumulación interno.

Para hacer esto posible mantiene el control sobre catorce filiales directa e indirectamente como ENAP Refinerías S.A., ENAP Sipetrol, Gas de Chile, Enap Sipetrol del Reino Unido, Sipetrol Internacional Uruguay, Energía Concón, Éteres y Alcoholes, Petrosul, Biocomsa, etc. Ver cuadro sobre “Actividades Económicas de las filiales Directas e Indirectas de ENAP Chile”

En nuestro país hasta diciembre el 2012 tenía el control de  Manu Perú Holding S.A. por medio del cual mantenía un control del 49 por ciento sobre la cadena de estaciones de servicios “Primax”, la más importante cadena de distribución minorista.

Sin embargo, lo más destacable de ENAP-Sipetrol es la integración entre la explotación y en la actividad refinera que como empresa petrolera tiene como objetivo central: “La exploración, producción, comercialización de hidrocarburos y servicios de asesoría en Chile y en el extranjero”

Es decir, Chile adolece de una crónica dependencia de hidrocarburos, sin embargo su empresa estatal ENAP explora y explota hidrocarburos tanto a nivel interno como a través de sus operaciones internacionales con el objetivo de alcanzar la seguridad energética. Es más, incluso “se dan el lujo” de exportar hacia el Perú más de 6 mil barriles diarios de derivados como el diesel, siendo un país deficitario.

Así, por sus operaciones de explotación en Argentina, Ecuador, Egipto y en el propio Chile (Magallanes) en el 2013 obtuvo una producción de 34,500 barriles diarios que sumadas a la producción de gas natural expresadas en barriles equivalentes de un promedio de 18 mil barriles por día, totalizan una producción superior a los 52 mil barriles por día calendario.

Es decir, mientras PetroPerú no extrae ni un barril de crudo ni procesa una molécula de gas natural pues opera exclusivamente en la actividad refinera y la distribución mayorista con el agravante que tiene que comprar a precios internacionales sea el petróleo producido internamente como el crudo importado.

Mientras en el vecino país del sur ENAP de Chile produce sea por operaciones internas e internacionales en promedio  en petróleo o gas equivalente en barriles más de 52 mil barriles diarios que en algo compensa sus crecientes importaciones, obteniendo una renta petrolera que constituye la fuente principal  de riqueza en el negocio, pues la refinación es un negocio de márgenes.

Ello se expresa en los estados de resultados económicos, pues mientras PetroPerú tiene ingresos por ventas del orden de US $ 5,642 millones de dólares en el 2013 con utilidades netas menores a los US $ 50 millones, con ventas de combustibles de 109 mil barriles diarios que representan el 49 por ciento del mercado peruano, pues el otro operador es la refinería La Pampilla del grupo Repsol/YPF.

En cambio ENAP vendía para el mismo año  por más de 255 mil barriles diarios obteniendo ingresos del orden de US $ 11,211 millones de dólares con utilidades netas de US $ 134 millones. Con las ventas realizadas cubre el mercado interno, al margen de las importaciones de gas natural licuefactado el mismo que se regasifica para satisfacer el mercado doméstico.

Mientras el gobierno chileno sea socialista o liberal apoya y potencia a su petrolera estatal, en nuestro país PetroPerú desde el fujimorismo, toledismo, aprismo y humalismo es sometida a una serie de prácticas y contratos lesivos, deducciones de “partidas inusuales” que le restan rentabilidad.

Así, a PetroPerú no le permiten la  recuperación del IGV por las ventas en la Amazonía donde los combustibles están exonerados de impuestos; se le imponen diversos candados que impiden la participación directa en la explotación para el aprovechamiento de la renta petrolera en el lote 64 y en los lotes cuyos contratos han vencido o están próximos a su vencimiento (II, III, IV, VI-VII, 1-AB, 31 B, 31 D)


En el fondo la gran diferencia entre Chile y Perú que han adoptado las políticas de libre comercio, apertura y desregulación en términos generales es la intervención del estado en la economía y el rol de una clase dirigente. Mientras en el vecino del sur se reserva la intervención estatal en el sector de hidrocarburos por su importancia estratégica, en el Perú es una fuente de negocios privados a costa del patrimonio nacional, con una alta dosis de corrupción.


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