La primera presentación del señor ministro de energía y minas Ing. Pedro Sánchez Gamarra en la sesión conjunta de las comisiones de Energía y Minas, más de Ecología y Medio Ambiente del Congreso de la República, llevada a cabo el martes 18 de noviembre constituyó una prueba de fuego aprobatoria para el ex funcionario del Banco Mundial, cuya presencia en el portafolio ha suscitado grandes expectativas, tanto por los graves conflictos sociales por una mejor redistribución de la riqueza (caso por ejemplo Tacna / Moquegua) así como por los efectos de la crisis internacional, que al margen de los “buenos deseos” del Presidente de la República se extenderán más allá de los 18 meses.
A ello, debe sumarse el anunciado problema de las alzas en las tarifas eléctricas, donde más que el ministro, tendría que ser el señor Alfredo Dammert, presidente del organismo regulador Osinergmin, el que debiera explicar a la opinión pública las razones de fondo en las alzas tarifarias, cuando el precio internacional del petróleo se ha desplomado, el precio del gas es barato, las lluvias en las alturas han vuelto a la normalidad, y el precio del dólar no se ha disparado.
El ing. Pedro Sánchez a diferencia de los dos últimos ex ministros del sector-Glodomiro Sánchez (fines del 2004 a julio del 2006) y Juan Valdivia (agosto 2006-octubre 2008)- sí conoce el sector, es por decirlo un “intelectual orgánico” del sector, un tecnócrata que tendrá un escenario absolutamente distinto al de sus predecesores. Así, los precios de los metales tenderán a la baja afectando los niveles de ingresos y utilidades de las empresas mineras en especial para el 2010, lo cual ha de significar menores ingresos tributarios como el impuesto a la renta, el cual afectaría la distribución del canon minero en especial para el período junio 2010 / mayo 2011.
Su experiencia tanto como asesor del ministerio en la década de los noventa, funcionario en las empresas de electricidad y como responsable de la privatización eléctrica en la COPRI, que encontró una respuesta popular masiva en el 2002 en la fallida privatización de Egasa y Egesur, empresas de generación eléctrica de Arequipa y Tacna respectivamente, será de mucha utilidad para sortear el presente horizonte crítico internacional. A ello, debe agregarse sus actividades en el Banco Mundial, en regiones altamente conflictivas como el Medio Oriente y Asia, todo ello lo deben haber aleccionado en el sentido que las grandes decisiones mineras y/o energéticas deben ser consultadas e informadas a la población.
En tal sentido, en un artículo anterior señalaba que a los ministros se les debe evaluar en función de la capitalización del país y la promoción de las prácticas de responsabilidad social y ambiental. Así, expresaba que “A un ministro como a todos los políticos de ese nivel hay que juzgarlos por los resultados. Como economista debemos analizar si las políticas sectoriales fomentaron la inversión privada, promovieron el crecimiento de la riqueza y se esta se redistribuyó adecuadamente frente a la población. Sin embargo, debo reconocer que a nivel de resolver y administrar los conflictos sociales, fue un déficit la gestión del ex ministro Valdivia.
Un ministro debe ser evaluado, en el caso de un sector tan importante como el sector de Energía y Minas, por el grado de capitalización del país, que es lo que genera la demanda efectiva, el poder de compra en la economía interna”.
DEBATE PARLAMENTARIO
En encendidas intervenciones de los congresistas en la sesión conjunta, terminada la intervención del ministro que fue una exposición eminentemente técnica -tan técnica que muchos periodistas demandaban un “traductor”- insistiendo en la necesidad de alcanzar la autonomía energética, superar los “cuellos de botella” entre la oferta y demanda de energía para minimizar los cortes de energía en el corto plazo, y sobre todo fomentar la inversión en la generación, transmisión y distribución eléctrica para asegurar el crecimiento económico de los próximos años.
Como técnico calificado el ministro Sánchez señaló en su exposición las acciones para “impulsar y asegurar la oferta eléctrica”. Insistiendo en la necesidad de un uso eficiente del gas natural, que constituye el 30% de la generación eléctrica lamentablemente mediante turbinas de ciclo simple y que explica en gran parte la saturación del gaseoducto que viene del lote 88 a Lurín (Lima).
La mayoría de congresistas de la oposición y del partido de gobierno declaraban al ministro de Energía y Minas el sentirse burlados por las presentaciones de los funcionarios de Osinergmin que anticipaban que las tarifas eléctricas se incrementarían en un 1%, del COES con incrementos incluso menores. Sin tener responsabilidad en estas exposiciones de agosto y septiembre, algunos congresistas leyeron las transcripciones de exposiciones del titular del organismo regulador Osinergmin, donde efectivamente se afirmaba que los incrementos tarifarios serían mínimos, afectando lo menos posible a los consumidores. Ante los incrementos tarifarios reales superiores al 10%, y en el caso de las tarifas industriales mayores al 15%, se recreó un escenario de malestar y decepción en los congresistas.
El problema de las tarifas eléctricas es un “dolor de cabeza” tanto para los usuarios, empresas y Estado. Desde el punto de vista de los consumidores no se entienden las razones por las cuales las tarifas debieran aumentar, si el precio del gas natural especialmente proveniente de Camisea es uno de los más bajos del mundo, US$ 3.50 dólares por millón de BTU, unidad de calor más o menos equivalente a mil pies cúbicos de gas natural, puesto en Lima. A ello, debe sumarse la estrepitosa caída del petróleo a precios menores de 55 dólares el barril, y las fuertes lluvias que aseguran los volúmenes hídricos en los reservorios.
Ello explica el gran negocio de las térmicas a gas natural que se cuelgan del gas proveniente de Camisea Lote 88, cuyo precio en boca de pozo es menor a los US$ 1.55 por millón de BTU y lo venderán a precios determinados por el costo marginal. De allí la saturación antes de tiempo del gaseoducto de Camisea. A nivel interno, las distorsiones del precio del gas natural tan barato se ha convertido en un problema pues no solamente ha desalentado la construcción de centrales hídricas y eólicas, sino también constituye un absurdo económico, pues estamos “quemando” gas natural en la generación de ciclo simple, recurso natural que en algún momento se agotará, en lugar de aprovechar el potencial petroquímico, con un mayor valor agregado.
A nivel de América Latina las tarifas residenciales de nuestro país están entre dos extremos. Ni muy altas como las existentes en Chile, que sí atraviesa por una crisis energética, con tarifas de casi 20 centavos de dólar por kilovatio/hora, ni muy bajas como las existentes en la Venezuela del comandante Hugo Chávez donde se subsidian las tarifas eléctricas, y se despilfarra el petróleo que es la base de la economía, con precios políticos de menos de un centavo por kW/h.
En el Perú las tarifas residenciales, están sobre los 10.30 centavos de dólar por KW/h según la exposición del ministro. Con estas tarifas estamos por debajo de Colombia y Brasil, casi en el promedio latinoamericano. Evidentemente ante la crisis mundial hoy más que nunca tenemos que asegurar mayores inversiones en el sector, sincerando las tarifas eléctricas, rentabilizando el sector para evitar los posibles cortes de energía, asegurando la futura demanda de energía y sobretodo una intervención proactiva e inteligente del Estado en la dotación, abastecimiento oportuno, a precios razonables, de energía para poder asegurar el crecimiento económico del Perú. No se debe olvidar que la “energía más cara es la que no se tiene”.
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