Entuertos de la exportación gasífera
En el evento organizado el viernes 25 de junio en el Congreso de la República por el despacho del congresista del APRA, José Carlos Carrasco Távara, sobre la realidad de los hidrocarburos en el noroeste del país, fue toda una sorpresa escuchar las declaraciones de los representantes de la empresa petrolera Olympic Energy que opera el lote XIII en Sechura-Piura, al afirmar que tienen reservas certificadas de gas natural por más de 2.2 TCF y que esperan elevar estos volúmenes con mayores exploraciones. Es decir, el lote XIII tiene tantas reservas gas natural como el lote 56 cuyo gas procesado en Pampa Melchorita en la forma de líquido se está exportando hacia Norteamérica, bajo responsabilidad de Repsol/YPF, miembro del Consorcio Perú LNG.
En tal sentido, cabe preguntarse si un pequeño lote como el XIII con una producción fiscalizada promedio de petróleo de 3,216 barriles diarios para el 2009, declara tener tales volúmenes de reservas en gas natural, esto nuevamente confirma nuestra tesis en relación a los importantes volúmenes de gas natural como reservas probadas, probables y posibles que yacen en el subsuelo del país tanto en la llamado cuenca del Gran Camisea, en los lotes 88, 56, 57 y 58, en la selva central y en el noroeste del Perú.
Por tanto, nuestro problema no está en relación a los volúmenes de reservas probadas de gas natural, y el falso dilema de la prioridad del gas para el consumo interno o la exportación. El problema no es la exportación sino las condiciones económicas y jurídicas de la exportación.
En nuestro país, existe tal cantidad de gas natural que por décadas por malas prácticas empresariales y una débil fiscalización estatal en los viejos campos de Talara se ha “venteado y quemado” millones de pies cúbicos diarios de gas. Es más, se sigue quemando el gas natural con la autorización previa del organismo regulador Osinergmin, cuando en verdad esta actividad también debiera estar prohibida por razones ambientales, pues la quema de metano afecta el medio ambiente profundizando el llamado efecto del calentamiento global.
LA MALDICIÓN DE RECURSOS NATURALES
Siempre hemos sostenido que la “maldición de la abundancia de los recursos naturales” en nuestro país se expresa de múltiples formas. Por su carácter primario exportador, pues se sigue exportando oro, plata, cobre, petróleo y ahora gas natural como materia prima, con un bajo nivel de elaboración. En el caso de la exportación del gas natural proveniente del lote 56 lo que debe cuestionarse son los ridículos precios de exportación y por tanto las mínimas regalías que percibiría el Estado en los próximos años, más los entuertos jurídicos y legales del contrato que justificaron esta exportación.
De allí, la importancia de sincerar los precios del gas natural en un mercado interno creciente hacia la cultura del gas natural, donde en el mediano plazo se podría transitar de un consumo de 300 millones de pies cúbicos diarios a 1,000 millones de pies cúbicos diarios en la generación eléctrica, uso industrial, petroquímica, vehicular y residencial. En ese contexto, es posible adicionar 620 millones de pies cúbicos diarios destinados para la exportación que debieran caminar con las reservas propias de gas del lote 56 y del lote 57 donde está Repsol/YPF, en el supuesto caso que no se encontrasen mayores reservas en el lote 56. Ergo, ninguna molécula de gas proveniente del lote 88 debiera exportarse, pues esas reservas otorgan seguridad energética al país.
Sin embargo, la seguridad energética no puede significar subsidios irracionales con precios regulados tan bajos del gas natural que distorsionan los precios relativos. Como se puede observar en el cuadro de referencia, “Perú: Precio Promedio de Gas Natural”, el millón de BTU del gas natural proveniente del lote 88 en boca de pozo tiene un valor de US$ 1.74, mientras el precio del gas natural del lote XIII se vende a US$ 7.48 el millón de BTU o el gas del Zócalo Continental proveniente del Z-2B se comercializa a US$ 5.18 el millón de BTU (MMBTU), donde esta unidad calorífera resulta aproximadamente equivalente a un volumen de 1,000 pies cúbicos.
Por tanto, siendo consecuentes en la crítica a los distorsionados precios regulados del gas natural del lote 88, extremadamente bajos en relación a los otros precios de gas producidos por empresas del noroeste o de la región selva central como el 31-C, la misma posición tenemos que reproducir respecto a los precios de exportación del gas natural proveniente del lote 56. En tal sentido, se podría deducir que las empresas productoras “sí valorizan su gas” mientras el gas del lote 88 y 56 se dilapida como fue la historia del guano en el siglo XIX.
Es decir, si los precios regulados del gas lote 88 son bajos, los precios del gas para la exportación son abusivamente menores, una fracción en relación a los precios vigentes en el país, fuera de toda lógica para los intereses del Estado y del fisco en especial. Por principio económico los precios de exportación del gas natural proveniente del lote 56 no pueden ser menores a los precios vigentes en el mercado interno cuya realidad se expone en el cuadro mencionado.
Se debe tener presente que por la fórmula prevista en la determinación de los precios y las regalías que debiera abonar la exportación de gas natural del lote 56, solamente cuando el precio internacional según el marcador Henry Hub resulta equivalente a US$ 10 dólares el valor mínimo de valorización sería de US$ 1.76, es decir, un valor casi equiparable al que están abonando las empresas de generación eléctrica que utilizan el gas natural proveniente del lote 88 como se puede observar en el cuadro.
En la presente coyuntura los precios del gas según el Henry Hub por la pérdida de dinamismo del crecimiento de la economía norteamericana se mantienen por debajo de los US$ 5 dólares por millón y los valores mínimos de valorización importantes para la determinación de las regalías tienen valores menores a los US$ 0.63 centavos por millón de BTU.
Si en el período enero/junio del 2010 el promedio del precio Henry Hub ha sido de US$ 4.74 por millón de BTU, los valores mínimos de valorización están entre US$ 0.53 y US$ 0.63 centavos el millón de BTU mientras los precios del gas natural del lote 88 para uso eléctrico están sobre los US$ 1.76 y el promedio industrial/petroquímico equivale a US$ 3.21 dólares el MMBTU. Es esta realidad la que debe corregirse para evitar las mayores protestas sociales que puedan afectar la gobernabilidad y la promoción de mayores inversiones en el sector de hidrocarburos, que tiene en la exportación del gas un acicate, un incentivo para convertir las reservas probables en reservas probadas, de allí la necesidad de mayores mercados internos y externos que potencien la inversión exploratoria de riesgo.
Sin embargo, esto no evita reconocer que el contrato de exportación firmado en setiembre del 2004, y la entrega de reservas probadas sin concurso ni licitación internacional al Consorcio Camisea, más las fórmulas de precios y regalías del lote 56, constituyen un latrocinio que debe corregirse pues estamos exportando gas natural muy barato y los precios internos vigentes para el mercado interno aún con precios regulados (lote 88) resultan más elevados.
De allí la necesidad de renegociar los contratos lesivos al interés nacional, no por la falta de gas natural y supuestos desabastecimientos sino por estrictas razones de ingresos fiscales, de regalías e impuestos que debiera percibir el Estado. En el mismo sentido, debemos sincerar los precios del gas natural en el marco de una economía social de mercado, donde el Estado tiene que jugar algún rol en el mercado para promover la cultura del gas.
¿POR QUÉ SINCERAR?
Se debe tener presente que al margen de los volúmenes transados en los lotes del noroeste (lotes XIII, Z-2B, lote X) o de la selva central (lote 31-C) los precios del gas se fijan por acuerdos entre productores y consumidores, donde el Estado no tiene mayor participación. Es más, en un futuro próximo la producción gasífera de los lotes 57 donde los accionistas Repsol/YPF con Petrobrás y del lote 58 con Petrobrás solamente venderán su producción a precios de mercado, es decir, más altos a los regulados del lote 88 pero con regalías del 5% lo cual es una cuestión que también debiera renegociarse.
Por tanto, si ya resulta criticable los bajos precios regulados del lote 88 que mayormente favorecen a las empresas de generación eléctrica que compran gas barato, distorsionando los precios relativos en especial encareciendo las energías renovables como las hidroeléctricas, o las eólicas, resulta más ofensivo aún para los intereses del país exportar el gas a un precio aún más barato, lo cual resulta irracional e inconveniente por los menores ingresos fiscales a futuro.
Los precios del gas natural en el país en el marco de un proyecto de desarrollo nacional, y por tanto de un plan de desarrollo energético no pueden fijarse por la oferta y la demanda, ni por las ideológicas fuerzas del libre mercado que solamente existen en los libros de texto de economía. Tampoco resulta aceptable que en un extremismo estatista los precios se fijen por decreto con controles irracionales que desincentiven la inversión exploratoria, como en algunos países de América Latina.
En este caso Bolivia no resulta un buen ejemplo de “nacionalismo” pues con precios de exportación de gas en boca de pozo de US$ 4.96 por millón de BTU hacia el Brasil o de US$ 5.88 por millón de BTU destinados a la Argentina, está exportando gas natural con un contenido líquido que valen tanto como el petróleo, y que es separado provechosamente por las empresas brasileñas y argentinas que lo adquieren.
Por ello, los precios del gas natural debieran ser lo suficientemente atractivos para fomentar la inversión de riesgo con responsabilidad social y ambiental, y para reponer las reservas consumidas, es más debieran reflejar el “costo de oportunidad” en el sentido del precio de otros energéticos alternativos al gas natural como los derivados del petróleo. Es decir, por ejemplo ¿Cuál debiera ser la tarifa eléctrica sino se tuviese el gas de Camisea, y se utilizase petróleo residual o el diesel 2?
Así, con un precio muy alto se disminuyen las ventajas competitivas que podría otorgar la dotación de energía segura y oportuna. Un precio demasiado bajo determina su acelerado consumo irracional (generación eléctrica a ciclo simple) y desestimula la inversión exploratoria. Por tanto, un sinceramiento de mercado debiera prestar atención a las empresas privadas que operan en el país que sí valorizan el gas que producen con precios mayores al gas de Camisea. Es más, ello impone una urgente renegociación pues no se puede exportar gas barato y consumir internamente el gas natural a precios más elevados. La propia estabilidad y gobernabilidad del país así lo demanda.
En el evento organizado el viernes 25 de junio en el Congreso de la República por el despacho del congresista del APRA, José Carlos Carrasco Távara, sobre la realidad de los hidrocarburos en el noroeste del país, fue toda una sorpresa escuchar las declaraciones de los representantes de la empresa petrolera Olympic Energy que opera el lote XIII en Sechura-Piura, al afirmar que tienen reservas certificadas de gas natural por más de 2.2 TCF y que esperan elevar estos volúmenes con mayores exploraciones. Es decir, el lote XIII tiene tantas reservas gas natural como el lote 56 cuyo gas procesado en Pampa Melchorita en la forma de líquido se está exportando hacia Norteamérica, bajo responsabilidad de Repsol/YPF, miembro del Consorcio Perú LNG.
En tal sentido, cabe preguntarse si un pequeño lote como el XIII con una producción fiscalizada promedio de petróleo de 3,216 barriles diarios para el 2009, declara tener tales volúmenes de reservas en gas natural, esto nuevamente confirma nuestra tesis en relación a los importantes volúmenes de gas natural como reservas probadas, probables y posibles que yacen en el subsuelo del país tanto en la llamado cuenca del Gran Camisea, en los lotes 88, 56, 57 y 58, en la selva central y en el noroeste del Perú.
Por tanto, nuestro problema no está en relación a los volúmenes de reservas probadas de gas natural, y el falso dilema de la prioridad del gas para el consumo interno o la exportación. El problema no es la exportación sino las condiciones económicas y jurídicas de la exportación.
En nuestro país, existe tal cantidad de gas natural que por décadas por malas prácticas empresariales y una débil fiscalización estatal en los viejos campos de Talara se ha “venteado y quemado” millones de pies cúbicos diarios de gas. Es más, se sigue quemando el gas natural con la autorización previa del organismo regulador Osinergmin, cuando en verdad esta actividad también debiera estar prohibida por razones ambientales, pues la quema de metano afecta el medio ambiente profundizando el llamado efecto del calentamiento global.
LA MALDICIÓN DE RECURSOS NATURALES
Siempre hemos sostenido que la “maldición de la abundancia de los recursos naturales” en nuestro país se expresa de múltiples formas. Por su carácter primario exportador, pues se sigue exportando oro, plata, cobre, petróleo y ahora gas natural como materia prima, con un bajo nivel de elaboración. En el caso de la exportación del gas natural proveniente del lote 56 lo que debe cuestionarse son los ridículos precios de exportación y por tanto las mínimas regalías que percibiría el Estado en los próximos años, más los entuertos jurídicos y legales del contrato que justificaron esta exportación.
De allí, la importancia de sincerar los precios del gas natural en un mercado interno creciente hacia la cultura del gas natural, donde en el mediano plazo se podría transitar de un consumo de 300 millones de pies cúbicos diarios a 1,000 millones de pies cúbicos diarios en la generación eléctrica, uso industrial, petroquímica, vehicular y residencial. En ese contexto, es posible adicionar 620 millones de pies cúbicos diarios destinados para la exportación que debieran caminar con las reservas propias de gas del lote 56 y del lote 57 donde está Repsol/YPF, en el supuesto caso que no se encontrasen mayores reservas en el lote 56. Ergo, ninguna molécula de gas proveniente del lote 88 debiera exportarse, pues esas reservas otorgan seguridad energética al país.
Sin embargo, la seguridad energética no puede significar subsidios irracionales con precios regulados tan bajos del gas natural que distorsionan los precios relativos. Como se puede observar en el cuadro de referencia, “Perú: Precio Promedio de Gas Natural”, el millón de BTU del gas natural proveniente del lote 88 en boca de pozo tiene un valor de US$ 1.74, mientras el precio del gas natural del lote XIII se vende a US$ 7.48 el millón de BTU o el gas del Zócalo Continental proveniente del Z-2B se comercializa a US$ 5.18 el millón de BTU (MMBTU), donde esta unidad calorífera resulta aproximadamente equivalente a un volumen de 1,000 pies cúbicos.
Por tanto, siendo consecuentes en la crítica a los distorsionados precios regulados del gas natural del lote 88, extremadamente bajos en relación a los otros precios de gas producidos por empresas del noroeste o de la región selva central como el 31-C, la misma posición tenemos que reproducir respecto a los precios de exportación del gas natural proveniente del lote 56. En tal sentido, se podría deducir que las empresas productoras “sí valorizan su gas” mientras el gas del lote 88 y 56 se dilapida como fue la historia del guano en el siglo XIX.
Es decir, si los precios regulados del gas lote 88 son bajos, los precios del gas para la exportación son abusivamente menores, una fracción en relación a los precios vigentes en el país, fuera de toda lógica para los intereses del Estado y del fisco en especial. Por principio económico los precios de exportación del gas natural proveniente del lote 56 no pueden ser menores a los precios vigentes en el mercado interno cuya realidad se expone en el cuadro mencionado.
Se debe tener presente que por la fórmula prevista en la determinación de los precios y las regalías que debiera abonar la exportación de gas natural del lote 56, solamente cuando el precio internacional según el marcador Henry Hub resulta equivalente a US$ 10 dólares el valor mínimo de valorización sería de US$ 1.76, es decir, un valor casi equiparable al que están abonando las empresas de generación eléctrica que utilizan el gas natural proveniente del lote 88 como se puede observar en el cuadro.
En la presente coyuntura los precios del gas según el Henry Hub por la pérdida de dinamismo del crecimiento de la economía norteamericana se mantienen por debajo de los US$ 5 dólares por millón y los valores mínimos de valorización importantes para la determinación de las regalías tienen valores menores a los US$ 0.63 centavos por millón de BTU.
Si en el período enero/junio del 2010 el promedio del precio Henry Hub ha sido de US$ 4.74 por millón de BTU, los valores mínimos de valorización están entre US$ 0.53 y US$ 0.63 centavos el millón de BTU mientras los precios del gas natural del lote 88 para uso eléctrico están sobre los US$ 1.76 y el promedio industrial/petroquímico equivale a US$ 3.21 dólares el MMBTU. Es esta realidad la que debe corregirse para evitar las mayores protestas sociales que puedan afectar la gobernabilidad y la promoción de mayores inversiones en el sector de hidrocarburos, que tiene en la exportación del gas un acicate, un incentivo para convertir las reservas probables en reservas probadas, de allí la necesidad de mayores mercados internos y externos que potencien la inversión exploratoria de riesgo.
Sin embargo, esto no evita reconocer que el contrato de exportación firmado en setiembre del 2004, y la entrega de reservas probadas sin concurso ni licitación internacional al Consorcio Camisea, más las fórmulas de precios y regalías del lote 56, constituyen un latrocinio que debe corregirse pues estamos exportando gas natural muy barato y los precios internos vigentes para el mercado interno aún con precios regulados (lote 88) resultan más elevados.
De allí la necesidad de renegociar los contratos lesivos al interés nacional, no por la falta de gas natural y supuestos desabastecimientos sino por estrictas razones de ingresos fiscales, de regalías e impuestos que debiera percibir el Estado. En el mismo sentido, debemos sincerar los precios del gas natural en el marco de una economía social de mercado, donde el Estado tiene que jugar algún rol en el mercado para promover la cultura del gas.
¿POR QUÉ SINCERAR?
Se debe tener presente que al margen de los volúmenes transados en los lotes del noroeste (lotes XIII, Z-2B, lote X) o de la selva central (lote 31-C) los precios del gas se fijan por acuerdos entre productores y consumidores, donde el Estado no tiene mayor participación. Es más, en un futuro próximo la producción gasífera de los lotes 57 donde los accionistas Repsol/YPF con Petrobrás y del lote 58 con Petrobrás solamente venderán su producción a precios de mercado, es decir, más altos a los regulados del lote 88 pero con regalías del 5% lo cual es una cuestión que también debiera renegociarse.
Por tanto, si ya resulta criticable los bajos precios regulados del lote 88 que mayormente favorecen a las empresas de generación eléctrica que compran gas barato, distorsionando los precios relativos en especial encareciendo las energías renovables como las hidroeléctricas, o las eólicas, resulta más ofensivo aún para los intereses del país exportar el gas a un precio aún más barato, lo cual resulta irracional e inconveniente por los menores ingresos fiscales a futuro.
Los precios del gas natural en el país en el marco de un proyecto de desarrollo nacional, y por tanto de un plan de desarrollo energético no pueden fijarse por la oferta y la demanda, ni por las ideológicas fuerzas del libre mercado que solamente existen en los libros de texto de economía. Tampoco resulta aceptable que en un extremismo estatista los precios se fijen por decreto con controles irracionales que desincentiven la inversión exploratoria, como en algunos países de América Latina.
En este caso Bolivia no resulta un buen ejemplo de “nacionalismo” pues con precios de exportación de gas en boca de pozo de US$ 4.96 por millón de BTU hacia el Brasil o de US$ 5.88 por millón de BTU destinados a la Argentina, está exportando gas natural con un contenido líquido que valen tanto como el petróleo, y que es separado provechosamente por las empresas brasileñas y argentinas que lo adquieren.
Por ello, los precios del gas natural debieran ser lo suficientemente atractivos para fomentar la inversión de riesgo con responsabilidad social y ambiental, y para reponer las reservas consumidas, es más debieran reflejar el “costo de oportunidad” en el sentido del precio de otros energéticos alternativos al gas natural como los derivados del petróleo. Es decir, por ejemplo ¿Cuál debiera ser la tarifa eléctrica sino se tuviese el gas de Camisea, y se utilizase petróleo residual o el diesel 2?
Así, con un precio muy alto se disminuyen las ventajas competitivas que podría otorgar la dotación de energía segura y oportuna. Un precio demasiado bajo determina su acelerado consumo irracional (generación eléctrica a ciclo simple) y desestimula la inversión exploratoria. Por tanto, un sinceramiento de mercado debiera prestar atención a las empresas privadas que operan en el país que sí valorizan el gas que producen con precios mayores al gas de Camisea. Es más, ello impone una urgente renegociación pues no se puede exportar gas barato y consumir internamente el gas natural a precios más elevados. La propia estabilidad y gobernabilidad del país así lo demanda.
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