Por Humberto Campodónico
Se ha dicho muchas veces que las ganancias del Consorcio Camisea no dependen de la venta del gas natural, sino de la venta de los líquidos. Eso es cierto. En el año 2009, por ejemplo, el Consorcio Camisea –que explota los Lotes 88 y 56- tuvo ingresos por US$ 862 millones, de los cuales US$ 694 millones (el 80%) correspondió a la venta de los líquidos y solo US$ 168 millones (el 20%) provino de las ventas de gas en el mercado interno.
Así, puede decirse que la “carne” del negocio es la venta de los líquidos. ¿Por qué es esto así? Porque las cantidades de gas que se venden en el mercado interno aún son pequeñas y, también, porque el precio de ese gas es regulado, ya que el gas del Lote 88 revirtió gratis al Estado (después de importantes inversiones de la Shell).
No sucede lo mismo con los líquidos que “acompañan” al gas natural: Diesel, GLP y naftas, pues ellos no tienen precios regulados y se venden a precios internacionales. Es por eso, por ejemplo, que el GLP que se obtiene de los líquidos del gas natural cuesta exactamente lo mismo que el GLP proviene de la refinación del petróleo crudo, cuyo precio está hoy en US$ 75/barril.
Pero el hecho que, desde un punto de vista empresarial la “carne” sean los líquidos, no significa que ese sea el interés de los consumidores de gas en el mercado interno, pues para ellos lo que importa es que el gas es un sustituto de los derivados del petróleo. Esa sustitución implica un importante ahorro ya que pagan mucho menos por el combustible que consumen.
Es el caso de los industriales, de los usuarios domésticos y de quienes usan el Gas Natural Vehicular (GNV), pues pagan precios inferiores en 40 a 60% que aquellos que tendrían que pagar si consumieran derivados del petróleo. En otras palabras, algo más técnicas, a igual contenido calórico del gas y del petróleo, el precio del gas es inferior al del petróleo.
Esto se debe, no solamente al hecho que los precios del gas del Lote 88 son regulados, sino a que existe una “desconexión” entre los precios internacionales del petróleo y del gas. Teóricamente, a igual contenido calórico, los precios del gas y del petróleo debieran “alinearse” y costar más o menos lo mismo. Pero no es esto lo que sucede pues el precio internacional del petróleo triplica al del gas en contenido calórico (1).
No solo eso. Por el hecho ya mencionado de que el gas natural es un sustituto del petróleo, la demanda de petróleo disminuye. Esto se traduce en una menor cantidad de importaciones –la producción nacional no satisface la demanda- lo que tiene un impacto positivo en la balanza comercial, pues implica una menor salida de divisas.
Así, podemos apreciar que los intereses de los productores y los consumidores no son los mismos. A los primeros lo que más les interesa es la producción y la venta de los líquidos, porque los venden a precios internacionales (2). En ese caso, la ganancia para el ciudadano de a pie es mínima porque el precio que paga por los líquidos es casi el mismo, sean estos importados o “nacionales”.
A los consumidores nacionales lo que más interesa a sus bolsillos es, valga la redundancia, consumir la mayor cantidad de gas posible, ya que pagan 30 a 50% menos por el mismo contenido calórico que el del petróleo caro e importado. Por todas esas razones, y otras que no abordamos en este artículo, el 100% de las reservas de gas del Lote 88 debe ir para el mercado interno. ¿No les parece?
(1) Para una explicación detallada de este tema, ver “La desconexión del petróleo y del gas”, www.cristaldemira.com, 31/7/10).
(2) En el caso de la exportación de gas a México, su precio está por debajo de lo que cuesta en el mercado interno, lo que no es del agrado de los socios del Consorcio que no son miembros del consorcio exportador Peru-LNG.
(*) Publicado en La República / Página 14 / Miércoles 08 de Setiembre de 2010
Se ha dicho muchas veces que las ganancias del Consorcio Camisea no dependen de la venta del gas natural, sino de la venta de los líquidos. Eso es cierto. En el año 2009, por ejemplo, el Consorcio Camisea –que explota los Lotes 88 y 56- tuvo ingresos por US$ 862 millones, de los cuales US$ 694 millones (el 80%) correspondió a la venta de los líquidos y solo US$ 168 millones (el 20%) provino de las ventas de gas en el mercado interno.
Así, puede decirse que la “carne” del negocio es la venta de los líquidos. ¿Por qué es esto así? Porque las cantidades de gas que se venden en el mercado interno aún son pequeñas y, también, porque el precio de ese gas es regulado, ya que el gas del Lote 88 revirtió gratis al Estado (después de importantes inversiones de la Shell).
No sucede lo mismo con los líquidos que “acompañan” al gas natural: Diesel, GLP y naftas, pues ellos no tienen precios regulados y se venden a precios internacionales. Es por eso, por ejemplo, que el GLP que se obtiene de los líquidos del gas natural cuesta exactamente lo mismo que el GLP proviene de la refinación del petróleo crudo, cuyo precio está hoy en US$ 75/barril.
Pero el hecho que, desde un punto de vista empresarial la “carne” sean los líquidos, no significa que ese sea el interés de los consumidores de gas en el mercado interno, pues para ellos lo que importa es que el gas es un sustituto de los derivados del petróleo. Esa sustitución implica un importante ahorro ya que pagan mucho menos por el combustible que consumen.
Es el caso de los industriales, de los usuarios domésticos y de quienes usan el Gas Natural Vehicular (GNV), pues pagan precios inferiores en 40 a 60% que aquellos que tendrían que pagar si consumieran derivados del petróleo. En otras palabras, algo más técnicas, a igual contenido calórico del gas y del petróleo, el precio del gas es inferior al del petróleo.
Esto se debe, no solamente al hecho que los precios del gas del Lote 88 son regulados, sino a que existe una “desconexión” entre los precios internacionales del petróleo y del gas. Teóricamente, a igual contenido calórico, los precios del gas y del petróleo debieran “alinearse” y costar más o menos lo mismo. Pero no es esto lo que sucede pues el precio internacional del petróleo triplica al del gas en contenido calórico (1).
No solo eso. Por el hecho ya mencionado de que el gas natural es un sustituto del petróleo, la demanda de petróleo disminuye. Esto se traduce en una menor cantidad de importaciones –la producción nacional no satisface la demanda- lo que tiene un impacto positivo en la balanza comercial, pues implica una menor salida de divisas.
Así, podemos apreciar que los intereses de los productores y los consumidores no son los mismos. A los primeros lo que más les interesa es la producción y la venta de los líquidos, porque los venden a precios internacionales (2). En ese caso, la ganancia para el ciudadano de a pie es mínima porque el precio que paga por los líquidos es casi el mismo, sean estos importados o “nacionales”.
A los consumidores nacionales lo que más interesa a sus bolsillos es, valga la redundancia, consumir la mayor cantidad de gas posible, ya que pagan 30 a 50% menos por el mismo contenido calórico que el del petróleo caro e importado. Por todas esas razones, y otras que no abordamos en este artículo, el 100% de las reservas de gas del Lote 88 debe ir para el mercado interno. ¿No les parece?
(1) Para una explicación detallada de este tema, ver “La desconexión del petróleo y del gas”, www.cristaldemira.com, 31/7/10).
(2) En el caso de la exportación de gas a México, su precio está por debajo de lo que cuesta en el mercado interno, lo que no es del agrado de los socios del Consorcio que no son miembros del consorcio exportador Peru-LNG.
(*) Publicado en La República / Página 14 / Miércoles 08 de Setiembre de 2010
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