lunes, 20 de octubre de 2014

EL ECO DE BOLIVIA

Escrito por: Humberto Campodónico Sánchez.

Publicado en el Diario La República *

Hace 10 años se realizó en Bolivia un referéndum sobre el gas, durante el gobierno de Carlos Mesa. La cuestión es que el consorcio Pacific LNG, formado por Repsol y British Gas, querían exportar el gas boliviano construyendo un ducto hacia territorio chileno para salir al mar y, en la costa, construir una planta de licuefacción (LNG). El gas sería exportado a EEUU, al precio vigente en ese país, llamado “Henry Hub”.

La oposición a dicho proyecto fue muy grande y las movilizaciones populares habían sido reprimidas por el gobierno de Sánchez de Lozada. Después de más de 75 muertos, “Goni” fugó a EEUU, asumiendo el vicepresidente Carlos Mesa. Las preguntas del referéndum eran simples y directas.

Por ejemplo, ¿está usted de acuerdo en derogar la Ley de Hidrocarburos de Sánchez de Lozada? ¿Está usted de acuerdo con la recuperación de todos los hidrocarburos en boca de pozo para el Estado boliviano ¿Está usted de acuerdo con refundar YPFB, recuperando la propiedad estatal de las acciones (…), de manera que pueda participar el Estado en toda la cadena productiva de los hidrocarburos?

Las preguntas tuvieron una aprobación abrumadora y dieron lugar, más adelante, al triunfo del MAS en diciembre del 2005. La recuperación del gas para Bolivia fue la plataforma que permitió el salto de Evo de dirigente cocalero a dirigente nacional. En el 2006 se promulgó la nueva Ley de Hidrocarburos, que establece que el Estado boliviano es el propietario de la molécula y dispone de manera soberana el destino de los hidrocarburos.

Esa fue la llamada “nacionalización del gas” que, estrictamente hablando no es tal, puesto que las empresas privadas como Repsol, Petrobras y Pluspetrol, entre otras, siguen operando. Lo que sucede es que estas empresas producen el gas pero lo entregan a la estatal YPFB, que lo comercializa. Con los nuevos contratos, el Estado recibe el 50% por concepto de regalías. De su lado, a las empresas se le reconocen sus costos y sus utilidades, previo pago del impuesto a la renta del 25%.

Es sobre la base de estos logros que el gobierno negoció contratos de venta de largo plazo a Brasil y Argentina, a precios muy superiores a los del Henry Hub de EEUU. Este es el sustento de la actual fortaleza fiscal del país altiplánico.

En el plano político se aprobó una nueva Constitución para el Estado Plurinacional de Bolivia, reconociendo sus derechos. Y, sobre la base de los ingresos de las regalías de hidrocarburos, el gobierno ha llevado a cabo una política masiva de inclusión social, instaurando la Renta Dignidad, que es una pensión para mayores de 65 años que llegó a 835,000 personas en el 2012, por un monto de US$ 270 millones. También está el bono Juancito Pinto (para incentivar la matrícula de los niños) y el Bono Juana Azurduy (para la salud y nutrición de las mujeres embarazadas).

También ha tenido particular importancia que ahora la “media luna” del oriente boliviano, antes impulsora de políticas separatistas, ahora haya votado masivamente por Evo Morales. Se habla de una relación amistosa con los empresarios de la Región.

El FMI dice en su último informe que Bolivia crecerá en el 2014 por encima de su crecimiento potencial sustentado en el sector hidrocarburos y un moderado impulso fiscal (1). Continúa diciendo que espera que el superávit de la cuenta corriente se mantenga, pasando del 3.1 al 1.1% del PBI del 2014 al 2018 (en el Perú ya tenemos déficit de la cuenta corriente).

Dice también el FMI que el resultado fiscal será levemente negativo (-0.1% del PBI en el 2015) y que las autoridades tendrán éxito en estabilizarla alrededor del 5% en los próximos años. No menos importante es que, por primera vez desde los años 20, Bolivia salió a los mercados internacionales con dos emisiones de bonos de US$ 500 millones cada una, no por necesidades fiscales sino para crear una referencia (benchmark) para el sector privado.

Hay todavía mucho por hacer en el campo de la inversión, que llegará al 19.4% del PBI en el 2014 (en el 2009 fue 17%) con una mayor inversión pública que privada, lo que es revelador.

En efecto, el gobierno ha emprendido un ambicioso plan de industrialización a partir de los hidrocarburos. Ya se han montado dos plantas de separación de líquidos del gas (Río Grande y Gran Chaco). También se ha instalado una planta de licuefacción para transportar gas en camiones cisterna. Y ya está por concluirse una planta de amoniaco y urea en Cochabamba con una inversión de US$ 1,800 millones.

Y están en marcha los planes para la petroquímica del prolipropileno y del etileno (la empresa Tecnimont está encargada de los estudios), con inversiones de más de US$ 3,000 millones.
No todo es color de rosa y existen conflictos con comunidades amazónicas y otras, por temas de tierras y de medio ambiente. También persiste la informalidad y hay críticas por las sucesivas reelecciones. La cuestión central es, sin embargo, que hoy los bolivianos son propietarios de sus recursos naturales y los pueden destinar a gastos sociales, decidir adónde los exportan y usar esa renta para impulsar su diversificación productiva. Lo que explica el 60%, por las promesas cumplidas. No ha sido fácil y ha tomado varios años de conflictos y fricciones. ¿Cuándo es fácil un cambio de esta naturaleza?  Pero ahora el rumbo de la nave es más estable.

Mucho más de lo que se puede decir acá.


Lima, lunes 20 de octubre del 2014.


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