¡GLORIA
ETERNA A DON MIGUEL GRAU!
ESCRIBE:
JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
“Dedicado al patriota y amigo Dr. Luis
Siabala Valer, gran castillista con el cual en nuestras largas conversaciones
compartimos la necesidad de analizar la historia para no cometer los mismos
errores del pasado.”
En la víspera de la
inmolación de don Miguel Grau, de sus oficiales y marinos en la Punta de
Angamos en la mañana del 8 de octubre de 1879, es bueno recordar la importancia
de la soberanía y seguridad energética en un país como el nuestro que exporta
energía limpia y barata proveniente del lote 56 en Camisea (Pagoreni), mientras
se tiene que comprar en el exterior volúmenes crecientes de petróleo y
derivados como el diesel limpio con 50 partes por millón de azufre para
abastecer el mercado interno.
Los países con
viabilidad y vocación nacional para el desarrollo propenden a la seguridad y
autonomía energética asegurando las fuentes de generación internas renovables y
no renovables, priorizando el abastecimiento
doméstico. Ello es más urgente y necesario si más del 58 por ciento de
la energía comercial, es decir la que se transa en el mercado, en nuestro país
depende de los hidrocarburos (gas natural y petróleo residual y diesel).
Por ello, no resulta
una casualidad en la historia de los conflictos de la humanidad la importancia
y control sobre los hidrocarburos (petróleo, gas y líquidos de gas natural) y las materias primas en general, a pesar de los
efectos de la Revolución Industrial que vivimos, que por efecto sustitución y
eficiencia energética disminuye relativamente el consumo de energía por unidad
de producto.
Bastaría recordar la
agresión del nazismo a la URSS en junio de 1941 por el petróleo del Cáucaso y
el control de los cereales de Ucrania justificada en su doctrina del “espacio
vital”. Esta fue una frustrada conquista que encontró el principio de su final
en la derrota de los ejércitos alemanes en la defensa de Stalingrado entre
setiembre de 1942 y primeros días de enero de 1943 con la rendición del VI
Ejército de Von Paulos.
Ello cambió el signo de la II Guerra Mundial a
favor de los Aliados, y las consecuencias de la misma prácticamente siguieron
vigente hasta la descomposición de la URSS (1989) con la caída del Muro de
Berlín con los países satélites y el surguimiento de una serie de estados ricos en materia primas,
como Ucrania, Georgia, Bielorusia, Mongolia, Kazajstán, Kirguizstán,
Turkmenistán.
Lo mismo se podría
decir sobre las justificaciones a las agresiones del Japón a la China por el
control de las materias primas en especial del acero y petróleo que carecían.
Ello justificó a los Estados Unidos de
Norteamérica proceder al embargo en el abastecimiento a dicho país como parte
de una serie de sanciones, demostrando la precariedad del imperio japonés y sus
fuerzas armadas.
En el mismo sentido,
en las últimas décadas la presencia de los Estados Unidos en el Medio Oriente,
Siria, Libia, Irán. Irak, Arabia Saudita entre otros países demuestra la
central importancia que tienen los hidrocarburos en la hegemonía norteamericana
a nivel mundial que ha encontrado como respuesta su correlato en el
fundamentalismo musulmán. En esa medida el llamado terrorismo islámico tenderá
a expandirse, poniendo en cuestión el normal abastecimiento de hidrocarburos en
la región que concentra las mayores reservas a nivel mundial.
Por ello, es útil
recordar, y tener siempre presente los acontecimientos, las razones de fondo y
de corto plazo que llevaron a nuestro país
a la derrota en la mal llamada “Guerra del Pacífico” con una mutilación
territorial, las pérdidas de las provincias de Arica y Tarapacá, y la
importancia que tenían las materias primas como el guano y el salitre para el
capitalismo mundial.
Sirva como base
documental el “Diario a Bordo del Huáscar” publicado en Chile por la editorial
Francisco de Aguirre en 1975, correspondiente a lo que sería el cuaderno de
bitácora del Contralmirante Miguel Grau, tal como fue encontrado por los
oficiales chilenos que abordaron el heroico monitor.
En la infausta guerra
del Guano y del Salitre del siglo XIX, en especial en la campaña marítima llevada
a cabo por el heroico monitor Huáscar resultan recurrentes las demandas por un
abastecimiento seguro, oportuno y de calidad de un carbón inglés que le
permitiera al buque la máxima velocidad y que no dejara huella por medio de los
humos negros delatores.
En el Diario a Bordo
en la madrugada del 13 de junio don Miguel Grau creyendo enfrentarse con dos
buques a vapor como las corbetas
chilenas “Chacabuco” y “O’Higgins” naves de menor tonelaje, blindaje y potencia
de fuego decide perseguirlas pero grande será su sorpresa cuando descubre que
una de las naves era el potente blindado “Blanco Encalada” y la cañonera “Magallanes”,
por lo tanto habiendo recibido instrucciones de no enfrentar a enemigos de
mayor blindaje y armamento superior decide evadir el combate, y adopta el
retiro táctico.
Así, escribe: “Nuestro andar en el principio era bastante
para mantener constante la distancia que nos separaba del blindado; pero
después de la primera hora noté que ella se estrechaba, y aunque esto tenía
lugar lentamente, comprendí que había de terminar por obligarme al combate,
desde que no era posible dar al Huáscar más de 9 millas de andar, en razón a
que el carbón tomado en Pisagua y en Ilo de que hacía uso, no podía elevar
suficientemente la presión del vapor”.
En el mismo sentido,
la importancia de la energía lo demuestra la lectura del citado cuaderno de
bitácora cuando escribe nuestro héroe el 15 de junio "A los capitanes de
puerto de Arica y Pisagua" que: "Es
de la mayor importancia que el carbón con que se provea a los buques sea de la
mejor calidad, so pena de no alcanzar con él la presión suficiente para el
andar que se necesita en las expediciones".
Nuestro héroe hacía
referencia a la necesidad de contar con el carbón del país de Gales y/ o
Cardiff, así el 17 de junio a la superioridad naval escribía: "Adjunto encontrará US. un pedido por
doscientas toneladas de carbón, en él verá US. consignadas sesenta de la del
país de Gales que tiene la cualidad de hacer poco humo, combustible que es
necesario tener a bordo en determinadas circunstancias para que no sea visto el
buque de mi mando en la expedición que va a emprender".
Es decir, el carbón
de Gales le permitía desarrollar la máxima velocidad posible de 12 millas por hora la
misma que resultaba superior a la que tenían los blindados chilenos.
Lamentablemente en la mañana del 8 de Octubre, el Huáscar no contaba con dicho
combustible y no pudo evadir el cerco de las naves enemigas.
Si bien la
superioridad de la flota chilena era tan abrumadora y la dependencia energética
tan fuerte, que Don Miguel Grau sabía de antemano que su última salida era una
cita con la muerte, en el cumplimiento del deber y para salvar el honor de un
país ante la inopia, desidia e irresponsabilidad de su clase gobernante que
teniendo conocimiento del armamentismo del vecino del sur, no potenció las
fuerzas armadas, en especial la marina de guerra.
Nuevamente la
importancia de la energía lo demuestra la lectura del citado cuaderno de
bitácora cuando escribe el 1 de agosto al Comandante General de las Baterías y
Director de Marina: “No puedo dejar de
manifestar a US., la conveniencia del uso de carbón de Cardiff de buena calidad
y del que haga poco humo, para las expediciones que generalmente desempeña este
buque; pues el que últimamente ha venido consumiendo lo produce tan denso, que
hace al buque muy visible en determinadas circunstancias”.
Por ello, la
soberanía energética debiera ser un objetivo nacional y estratégico de todo
estado con vocación nacional de desarrollo, que supere las limitaciones de los
gobiernos de turno. Ello supone la necesidad de disponer en función del interés
público y del país los hidrocarburos para satisfacer la demanda interna de
empresas, familias, y de nuestras fuerzas armadas, bajo los principios de
seguridad, oportunidad y a precios competitivos.
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