martes, 12 de agosto de 2008

PERÚ: LA ENERGÍA MÁS CARA ES LA QUE NO SE TIENE

¿CRISIS O DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO?


Los cortes de energía eléctrica en la ciudad capital y en varios departamentos nos demuestran una vez más la necesidad de una intervención proactiva del Estado en la dotación, abastecimiento oportuno, a precios razonables de energía para poder asegurar el crecimiento económico del Perú. Resulta evidente que la velocidad del crecimiento de la economía a tasas superiores al 8% anual, requiere un aumento de la capacidad de potencia en por lo menos 500 megavatios adicionales por año, para poder satisfacer la creciente demanda de energía.

Sin embargo, no deja de ser curioso que analistas, ex ministros de energía y minas, consultores del Banco Mundial que auspiciaron la privatización fragmentada del sector eléctrico en la década pasada, en especial de ElectroPerú y ElectroLima dando lugar al surgimiento de empresas privadas en la generación por un lado (Edegel) y la distribución eléctrica por el otro (Luz del Sur y Edelnor), sean críticos de la realidad eléctrica actual, cuestionen la debilidad regulatoria del Estado, se asombren de la falta real de inversión hídrica, y reclamen por los indeseables cortes imprevistos de energía que afectan a empresas y consumidores.

En verdad, lo que ocurre nos obliga a preguntarnos ¿Cuál es el rol del Estado en el abastecimiento de energía? Es posible y deseable en una economía social de mercado que el Estado promueva la inversión privada y al mismo tiempo planifique el consumo de los recursos energéticos en el marco de la seguridad y autonomía energética. Lo que está pasando ahora es la factura de lo que no se hizo en la década pasada. Es el resultado de las políticas privatizadoras que apostaron a que el “libre mercado” en el sector eléctrico resolvería automáticamente los problemas en la dotación de energía.

En esta distorsionada visión incluso se aprobaron normas que prohibían la construcción de centrales hidráulicas por un tiempo “X” con la finalidad de promover el gas natural de Camisea (Hokama dixit), en el marco de un sesgo eléctrico que hoy gracias a los precios extremadamente baratos del gas natural explican más del 27% de la generación eléctrica, y de otro lado, desestimula la inversión privada en la generación hídrica, que en el pasado fue asumida eficientemente por el Estado, teniendo a ElectroPerú como abanderado, promotor y garante de la seguridad eléctrica, con todos sus problemas.

En una visión limitada nuestros gobernantes han apostado por la generación eléctrica usando el gas natural, en especial de Camisea Lote 88, con plantas de generación de ciclo simple lo cual significa un doble despilfarro. Por un lado, se está quemando el etano (10%) base de la petroquímica y el metano (90%) que nos permite obtener urea y amoníaco. De otro lado, también es un desperdicio de energía pues no se aprovecha el calor proveniente del vapor que permite la maximización de la energía con plantas de ciclo combinado.

Desde el punto de vista nacional y racional, el Estado debiera no solamente limitar sino prohibir explícitamente la construcción de centrales de generación eléctrica de ciclo simple que utilicen el gas natural en especial de Camisea. De otro lado usando mecanismos de mercado, se debe inducir a todas las centrales térmicas a la reconversión del ciclo simple a ciclo combinado. ¡Se debe apostar por la eficiencia energética como política de Estado!

PRODUCCIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA: GAS NATURAL CRECIENTE

Con la información oficial, en el año 2007, la producción de energía eléctrica proveniente de la generación hidráulica fue de 18,588.5 GWh, lo cual equivalía al 68.2% de la producción del SEIN, esto se debe gracias a la geografía del país, que nos permite aprovechar las caídas de agua con la construcción de centrales hidroeléctricas. Al primer semestre del 2008, la producción de energía de origen hídrico arribó a los 10,145 GWH. Esto significa que en los seis primeros meses del presente la generación hídrica representa el 55% de lo producido en el 2007. Evidentemente de tener un año con lluvias normales la producción de energía de base hidráulica crecerá modestamente. El problema será serio si las lluvias son irregulares, como algunos analistas esperan, con lo cual debiéramos tener un plan de emergencia.

Sin embargo, por efecto del calentamiento global, a corto, mediano y largo plazo la dotación del recurso hídrico no está asegurada de allí la necesidad de fomentar y promover la inversión de centrales hidráulicas en la selva nororiental, apostar por la III etapa de la Central del Mantaro, y promover de verdad las energías no convencionales como la eólica. Esto tomará más de 5 años y no resuelve la emergencia del sector.

Por otro lado, en el 2007 la energía térmica es responsable del 31.8% del sistema, lo que equivalía a 8,666.4 GWh, donde destaca la creciente importancia del gas natural con 7,313.5 GWh, lo que representaba el 84.4% de la producción térmica y el 26.8% del sistema. Al primer semestre del 2008, la generación eléctrica usando el gas natural suma los 4,136 GWh, es decir representa el 56 % del total producido en el 2007 con el gas natural, significa el 82% de la producción térmica y el 27% de la producción del sistema.

Es muy importante resaltar la evolución en la producción de energía según el tipo de fuente. Entre los años 2006 y 2007 la producción de energía a partir de gas natural se incrementó en un 72%, mientras que la generada a partir de residuales y diesel cayeron en un 45.8% y 46.4%, respectivamente. Esto se explica principalmente al “efecto sustitución” del gas natural frente a los derivados del petróleo, los cuales muestran un incremento sostenido de sus precios en el mercado internacional.

Debemos insistir que el uso intensivo del gas natural en la generación eléctrica constituye una irracionalidad económica pues se están postergando las posibilidades de la petroquímica y en el largo plazo no más de 20 años el gas de Camisea lote 88 se agotará al menos que se incrementen las reservas probadas, de allí la importancia de promover la inversión en centrales hidráulicas y en las energías no convencionales como la energía eólica.


Si analizamos la composición de la generación de energía eléctrica a nivel nacional (lo que incluye al SEIN y generadoras independientes) nos podemos percatar de los cambios sufridos. El incremento de la demanda de energía eléctrica, producto de la reactivación y crecimiento de la economía nacional, propició cambios en los tipos de generación eléctrica. Durante el año 2005, la producción de energía fue de 23,002 GWh, de los cuales el 74.3% corresponde a la generación hidráulica y el 25.7% a la térmica. Para el año 2007, la producción de energía térmica aumentó su participación al 31% destacando la producción de electricidad a partir del gas natural con 7,313 GW/H que representa el 27 % del total producido. En el primer semestre del 2008, la tendencia se reproduce destacando el consumo del gas natural en la generación eléctrica.

En el 2007 con relación al 2006, la producción de electricidad se ha incrementado en un 10%, y básicamente se ha sostenido por el crecimiento de la electricidad producida con el gas natural de Camisea, donde el incremento fue del 72%. Es más, la producción eléctrica con base a las hídricas se ha mantenido prácticamente estancada, gracias a la falta de visión estratégica de los gobernantes del pasado que priorizaron indiscriminadamente la utilización del gas natural de Camisea en la generación eléctrica.

Evidentemente esta es también una alerta del efecto del calentamiento global, en especial para las grandes centrales hidráulicas de la vertiente andina occidental del Perú como las de Edegel, Charcani de Egasa, Aricota de Egesur, más Cañon del Pato y Carhuaquero de Egenor que tendrían problemas de abastecimiento en los reservorios de verificarse un mal año de lluvias entre octubre/marzo del 2009.

¿QUÉ HACER?

En tal sentido, un plan de emergencia y contingencia para los próximos seis meses debiera priorizar el abastecimiento para los clientes regulados en las grandes ciudades. Los clientes libres como las empresas mineras debieran utilizar sus propios generadores asumiendo los costos reales del petróleo diesel y residuales. Se debe tener presente que las empresas mineras que separaron desde 1997 las plantas de generación eléctrica de su actividad principal están exoneradas del abono del impuesto selectivo al consumo de combustibles (Shougang-Shougesa, SPCC-Enersur), y desde el 2004 se han beneficiado del subsidio proveniente del Fondo de Estabilización de Combustibles.

Por tanto, las empresas mineras deben generar su propia energía usando sus propias plantas de generación térmica. Se debe plantear el "rechazo de carga" a las mineras, para que ellas mismas utilicen sus propios sistemas de generación. Las importantes utilidades que están percibiendo gracias a los altos precios de los productos mineros financiaría de lejos la generación de su propia energía quemando los derivados del petróleo.

Mientras la ampliación del ducto de Camisea toma su tiempo se debiera recurrir a las empresas que tienen plantas de cogeneración eléctrica, para afianzar la reserva energética en especial en las horas punta, y así evitar los intempestivos cortes de energía que van más allá de los llamados “problemas técnicos”. Con ambas medidas liberamos más de 400 MW de capacidad de potencia para asegurar el crecimiento económico y la estabilidad social que requiere el país satisfaciendo a los millones de usuarios regulados.

Por último, la utilización de todas las plantas térmicas de diesel y residuales supondrá un mayor costo en las tarifas eléctricas que en parte podría ser asumido por un Fondo de Emergencia Eléctrico que se financiaría en parte con los recursos extraordinarios que está obteniendo Osinergmin por su participación en los ingresos eléctricos y de hidrocarburos, más los recursos liberados del Fondo de Estabilización de Combustibles que se ha constituido en un subsidio indiscriminado y que debe ser corregido.

En verdad, al margen de extremismos no estamos ante una “crisis energética” parecida a la que experimenta Chile. El Perú a diferencia del vecino del sur tiene abundantes recursos y reservas de energía. Un potencial no aprovechado de más de 60 mil megavatios en generación hídrica, un potencial eólico desaprovechado, importantes reservas de carbón, al margen de las reservas de gas natural en el gran Camisea, en la Selva Central y Talara.

De allí, que estamos ante “desequilibrios energéticos” producto de un crecimiento económico no previsto que ha generado “cuellos de botella”, alimentado por proyecciones de demanda eléctrica irreales y fantasiosas que hoy el país asume sus consecuencias. Esta realidad en el fondo plantea la necesidad de interrogarse sobre el rol del Estado en la dotación de energía que se constituye en un servicio público, que nos enseña dolorosamente una vez más que “la energía más cara es la que no se tiene”.








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