jueves, 22 de noviembre de 2012

LA CRUZADA NACIONAL POR LA PAMPILLA*

* Publicado por Alberto Ríos Villacorta el 09 de noviembre de 2012

En el Perú, se discute la posibilidad de venta de la refinería de La Pampilla, propiedad de la transnacional española Repsol. En 1996 fue privatizada y este año se ha convertido en un asunto de seguridad estratégica y soberanía energética.

La Pampilla funciona casi exclusivamente con petróleo importado, es decir, es un negocio de refinar crudo extranjero y de obtener un reducido margen de ganancia por la venta de derivados. Soberanía energética no es importar petróleo y refinarlo, ni tampoco depender del petróleo, sino más bien, elaborar un plan de despetrolización de la economía.

Un poco de historia

En junio de 1996, se privatizó el 60% de las acciones de la refinería de La Pampilla por un valor de 180 millones de dólares, incluyendo en la transacción 38 millones en valores de deuda externa. El contrato de privatización incluía además un compromiso de inversión de 50 millones en 5 años por parte del consorcio Relapasa, la agraciada de la compra de la refinería más importante del Perú. En el momento de la privatización, Repsol poseía el 55% del consorcio Relapasa, que además tenía como socios a YPF, Mobil y tres compañías peruanas.

En 1999, el actual Presidente del Directorio de Petroperú, Humberto Campodónico, elaboró un excelente informe sobre la privatización de Petroperú: "La Inversión en el Sector Petrolero Peruano en el Periodo 1993-2000". En ese documento se presenta una excelente información sobre el proceso de privatización de La Pampilla.

Según el anteriormente mencionado informe del actual Presidente de Petroperú, ya en 1997, un año después de la venta, el "holding" de Repsol facturó alrededor de US$ 851 millones en sus negocios de la refinería La Pampilla, en la empresa comercializadora de combustibles Corpetrol (90% de las acciones en manos de Repsol) y en Solgas, la Compañía Peruana de Gas (60% de las acciones en manos de Repsol).

En relación al nivel de ingresos, Repsol se encontraba entre las cinco primeras empresas del Perú. Un excelente negocio para la transnacional española, que además, con la entrega de un cheque se hacía con el control del mercado peruano de refino y distribución de combustible. En una sociedad adicta al petróleo es un simple cambio de distribuidor de la droga; el adicto y su adicción siguen siendo los mismos.

Jorge Manco Zaconetti, en su libro "Privatización e Hidrocarburos: Mito y Realidad. Perú 1991-2002", indica que la valorización real de la refinería de la Pampilla era de 460 millones de dólares, incluyendo el precio del terreno valorado en 104 millones de dólares. La privatización de la refinería de La Pampilla fue el resultado de la pésima gestión gerencial de un Estado corrupto y cortoplacista, que empleaba a la empresa petrolera estatal para satisfacer la fidelidad y clientelismo electoral de sus partidarios y como herramienta política para subvencionar el precio de los combustibles.

16 años después de la privatización, el Estado tiene la oportunidad de retomar el control de La Pampilla y posicionarse como actor monopólico en el mercado nacional de combustibles y así garantizar un controvertido concepto de seguridad energética.

El controvertido concepto de seguridad energética

Algunas puntualizaciones al controvertido concepto de soberanía nacional y seguridad energética.
  • La venta de derivados del petróleo en el Perú, efectivamente, está en manos de Repsol y de Petroperú, no hay duda, pero la seguridad energética del Perú está asociada a la dependencia del petróleo, un bien escaso y caro, que el Perú no dispone y que genera inseguridad y vulnerabilidad energética.
  • Es realmente indiferente quien controle el mercado de derivados del petróleo, chilenos, españoles o peruanos. El precio del petróleo ha entrado en una fase de encarecimiento irreversible debido a múltiples factores: agotamiento del crudo ligero, especulación de los mercados de futuro, encarecimiento del petróleo no convencional, tensiones geopolíticas en las zonas de producción y la dificultad de los productores en seguir la demanda.
  • Pretender que el Estado controle las refinerías de Talara y La Pampilla para regular el mercado y establecer precios ficticios al crudo ligero es incrementar la dependencia de la economía peruana al petróleo en un periodo de la humanidad, caracterizado por altos precios de ese recurso fósil, además de distorsionar los precios de bienes y servicios e incitar el derroche de un recurso escaso y caro.
  • El Perú es actualmente un importador neto de petróleo y de derivados del petróleo. La producción nacional no cubre ni la tercera parte de la demanda interna y, por tanto, es necesario importar petróleo crudo y derivados de petróleo para cubrir las necesidades del mercado nacional. Por tanto, regular el mercado interno implicaría imponer precios internos reducidos a un producto de importación caro, es decir, una vez más se plantea utilizar a Petroperú como herramienta política y sistema de control de precios.
  • La historia reciente del Perú ya demostró lo inadecuado de esas medidas y las graves consecuencias económicas de subvencionar los derivados del petróleo en una economía altamente dependiente del petróleo como lo es la economía peruana. Una política de precios bajos del petróleo en el mercado interno implica la utilización de dinero público para compensar el desfase de precios.
  • La dependencia del petróleo es la causa de la inseguridad energética y la culpa de la dependencia del petróleo recae en quien fomenta el consumo irracional del mismo con políticas incorrectas a largo plazo y con una visión desinformada de la realidad energética.
La estrategia a largo plazo de seguridad energética no es, por tanto, incrementar la dependencia del petróleo. La estrategia para garantizar la invulnerabilidad energética del Perú es desacoplar la economía del petróleo. El principal problema del Perú es elaborar una estrategia para despetrolizar el Perú y no incitar el consumo de derivados de petróleo a precios subvencionados.

La Pampilla y la estrategia de despetrolización 

Algunos especialistas indican la necesidad de recuperar la refinería de La Pampilla por razones de soberanía estratégica y seguridad energética. Se plantean una serie de reflexiones sobre la necesidad de la intervención estatal en la recompra de La Pampilla.
  • La re-nacionalización de la refinería de La Pampilla no se sustenta con un discurso de seguridad energética ante inversores extranjeros. La dependencia del Perú es del petróleo y la estrategia correcta es despetrolizar la economía del país.
  • Una estrategia de invulnerabilidad energética consiste, por tanto, en reducir el consumo de derivados de petróleo en el transporte de mercancías y en el transporte de personas así como en promover una agricultura menos dependiente de insecticidas, pesticidas y fertilizantes obtenidos a partir de recursos fósiles como el petróleo y el gas natural.
  • El pilar del proceso de despetrolización es invertir en infraestructuras ferroviarias para el transporte de mercancías y reducir la dependencia de los precios de los principales productos de la canasta familiar de los precios internacionales del petróleo.
  • Elaborar un plan de movilidad y transporte urbano sostenible basado en trenes y tranvías que permita electrificar el transporte en las grandes ciudades en paralelo a la construcción de instalaciones renovables de generación eléctrica.
Una importante reducción del consumo de derivados de petróleo derivará en un exceso de capacidad de producción instalada, y por tanto, incentivará la competitividad de un mercado de combustibles exclusivamente dirigido al transporte privado. Los ciudadanos que deseen disfrutar de amplios y modernos coches para su transporte y ocio deberán pagar los altos precios internacionales del petróleo y los elevados impuestos por la ocupación de espacio urbano, por la contaminación del aire y por el impacto visual generado.

Petroperú podrá exportar sus excedentes en un mercado internacional marcado por los elevados precios de los derivados de petróleo y las ganancias de la renta petrolera deberán emplearse en financiar el proceso de despetrolización del Perú y en la implementación de un sistema de movilidad y transporte sostenible.

Mientras, se deberá obligar a Repsol o a los nuevos dueños de La Pampilla a cumplir con la obligatoriedad de obtener derivados del petróleo con un valor inferior a 50 ppm de azufre. En caso de incumplimiento, se deberá proceder a la licitación internacional de la refinería de La Pampilla y en las bases exigir y supervisar la inversión necesaria para el cumplimiento de las exigencias medioambientales adaptadas al mercado internacional.

La modernización de la refinería de La Pampilla implicaría una inversión de 800 millones de dólares, por tanto, es un problema económico exclusivo de la transnacional española y que el Estado no debería permitir que se lo endosen. De lo contrario, la renacionalización de La Pampilla pasará a la historia nacional como la crónica de un rescate anunciado de una empresa privada por el Estado con dinero de los contribuyentes.

Si la venta de La Pampilla se realiza, la transnacional petrolera Repsol habrá hecho el mejor negocio de su corta historia. Comprar una refinería estatal a precio de saldo, 180 millones de dólares, y venderla a precio de oro, - según Morgan Stanley y el Banco ITAU BBA el valor de la venta oscilaría entre 280 y 400 millones de dólares -. Asimismo, Repsol con la venta de La Pampilla trasladará al Estado una deuda a largo plazo de 515 millones de dólares y se permitiría ahorrar 800 millones de dólares en un proceso obligatorio de modernización de la refinería.

Será complicado para el actual gobierno explicar a los electores nacionalistas la compra de una refinería, que se vendió a precio de coste y que se recompra para, bajo pretexto de un mal entendido concepto de seguridad energética, ahorrar a la transnacional española la inversión obligatoria en una planta de desulfurización.

¿Usted está de acuerdo con que el Estado retome el control de la refinería La Pampilla como medida de regular el mercado?


1 comentario:

Unknown dijo...

El Doctor Manco Zaconetti siempre oportuno con sus artículos e ilustra con hechos históricos como se llevo el proceso de privatización de PETROPERU, hoy al país el sector energético pasa por una situación coyuntural y decisiva para el futuro de nuestra empresa petrolera, la modernización de la refinería de Talara, cuyos valores se estiman según fuentes entendidas en más de 3,100 millones de dólares, su financiamiento y más importante la decisión política de llevarla a cabo. Ahora se escucha que REPSOL pondrá en venta el 51% de sus acciones de la Refinería la Pampilla también según entendidos el precio estaría fluctuando entre 180 y 400 millones de dólares.
En esta situaciones que se presentan deberíamos tomar nota si es o no estratégico que PETROPERU se fortalezca con la compra del 51% de RELAPASA. La composición accionaria y el Directorio de ambas empresas hoy son diferentes. PETROPERU es dirigida por un directorio político nombrado por el gobierno (salvo el Director trabajador) propietario del 100% de las acciones y RELAPASA dirigida por un Directorio representativo según la propiedad de las acciones (51% REPSOL y 49% AFPs).
El tema de gestión es muy importante para tomar una decisión de participar en la adquisición de RELAPASA, la cual considero positiva, le explico por qué, el crecimiento del consumo de combustible es en relación directa con el crecimiento económico ósea el PBI, si el crecimiento proyectado es que el país crezca en los próximos 10 años a un tasa de 5 a 6%, esto significa que la demanda de combustible crecerá en este mismo ritmo. Una de estas razones importantes de mantener la oferta de combustibles para coadyuvar al crecimiento económico del país. La propuesta a debate es que PETROPERU convoque a una OPA (OFERTA PUBLICA DE ACCIONES) hasta el 49% a fin de invitar a las AFPs a participar en el accionariado y su participación en el directorio.; con los fondos obtenidos financiar parte de la modernización de Talara, y la compra del 51% de RELAPASA, el tema de situación financiera de RELAPASA deberá ser resuelta por el próximo accionista y la inversión de las plantas de Desulfurización de ambas refinerías que bordean los 800 millones de dólares ir a un financiamiento vía fideicomiso incorporado al valor final del combustible.